CHINA, EL GIGANTE QUE RECIÉN DESPIERTA

Publicado el 18 noviembre 2019 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

En el quinto mercado más grande del vino, la cepa Carmenère se conoce como Cabernet Gernischt. Nuestra editora buscó allí más datos sabrosos y se encontró con una historia conocida y otras no tanto.

Cuando conté en mi Instagram que iba a China a conocer sus vinos, una de las respuestas que recibí fue: “llévate un vino local, el vino chino es muy malo». La verdad verdad, no creo haber probado antes de este viaje un buen vino chino, y es que si lo probé, seguro 10 años atrás al menos en algún concurso internacional, debió haber dejado en mí una pobre impresión. De las que te hacen pensar: sigan esforzándose si es que creen que realmente vale la pena.

La invitación a conocer la región de Ningxia en el centro de China llegó por sorpresa. Cómo decir que no. El programa de la visita que comenzó en Yinchuan, no sin antes perder el vuelo de las 17 horas desde Beijín, prometía ser bien apretada; como habían sido las 24 horas de viaje en avión hasta allá.

Sala de vinificación de Great Wall marca de COFCO, con una capacidad mayor a su volumen de producción anual.

Serían seis bodegas en un día; y una más antes de volar a Shanghai a ProWine China 2019 el día siguiente. Había que ser muy metódicos, cierto, como son los chinos para logar tal programa al pie de la letra. Y lo logramos, sin ni un sólo atraso, a pesar de ser una comitiva grande, entre periodistas de vinos chinos, japoneses, americanos, rusos, ingleses, italianos, franceses, húngaros, koreanos, taiwaneses, alemanes, una brasilera, un argentino y yo, de Chile.

No voy a relatarles aquí cada una de las visitas, pues podría resultar algo tedioso, primero porque los proyectos en su base son todos muy parecidos, mismas cepas francesas, principalmente tintas, mismos métodos de vinificación con guarda en mismas barricas de madera. Para qué hablar de la cantidad de información “lost in translation” que podrían haber dado más detalles particulares de cada bodega, pero que no llegaron a rayar una línea completa de mi libreta de notas.

Tras este viaje jamás pensado, lo que quiero es hacer un gran resumen de lo aprendido y de lo que creo llama a no mirar más al vino de China en menos, sino a seguirle sus pasos con detenida atención, a partir al menos de unos cinco años más. El ritmo al que van a aprendiendo nuevas cosas.

EL VINO DE  CHINA, LO QUE SABEMOS Y LO QUE NO

Lo primero que hay que saber de China es que ya es el quinto consumidor de vinos del planeta, aunque muy poco aún consume este mercado potencial de 1.4 mil millones de consumidores, de sus propios vinos.

Además, sabíamos ya por las cifras anuales OIV, que China posee la segunda mayor cantidad de hectáreas plantadas de vides del mundo, 847 mil para ser más precisos; una cantidad sólo superada por España. Pero ojo, no hay que quedarse allí. Lo relevante de esta cifra bien engañosa, es que un 89,7% de esas hectáreas son de uva de mesa, y entre ellas, la más plantada de todas es la llamada Kyoho; de origen japonés, de piel oscura y de grano muy grande. Sabrosa, para comer fresca, por puesto, pero no ideal para hacer vinos.

Es un hecho, la historia relacionada con el vino de uvas autóctonas en China, no es nada reciente; tendríamos que irnos cientos de años Antes de Cristo para saber más de ella, aunque siempre el vino de arroz ha sido por estas tierras lejanas mucho más popular. Ahora, sí escarbamos buscando los orígenes del vino moderno de China, elaborado con sí vitis viníferas, lo encontraremos no tanto tiempo atrás. Aunque se trata de un hecho aislado, que sólo tuvo un mayor eco hace recién unos 20 años atrás. Ese eslabón perdido, se trata de un emprendimiento de la poderosa familia Chang, quienes bajo la asesoría y tecnología austriaca plantaron los primeros viñedos de cepas francesas en China en el año 1819. Hoy esta misma familia, convertida en un millonario grupo económico, es dueña de Chateau Moser y de Viña Indómita en Chile, entre otros proyectos de vino alrededor del mundo. Fue en 1915, cuenta la historia, que esta pionera bodega ganó su primera una medalla de oro internacional con un Riesling de la provincia de Shangdon. Esta historia, legendaria, pudimos verla recreada en el segundo día del viaje, en el museo del impresionante Chateau Moser, el cual queda en las afueras de la ciudad Yinchuan, y bien parece por fuera -con toda intención- un lujoso y extravagante castillo de Burdeos.

Fachada de Xige Estate, la bodega más moderna actualmente en China.

¿Cuántas hectáreas plantadas de vides destinadas a vino hay en China hoy entonces? Sabemos que cada año crecen, pero la cifra exacta no la pudimos saber. Sí supimos por cifras oficiales que desde las 1.382.000 toneladas de uva que obtuvieron de la más grande cosecha de su historia, la 2012, la caída ha sido lenta y constante. Hasta llegar a las 629.000 toneladas para el año 2018.

La razón de la caída en producción, a más de la mitad en apenas seis años, estaría en la política impuesta el año 2012 por el Gobierno de China para acabar con la corrupción; eliminando de toda empresa dedicada a los productos de lujo la participación de los funcionarios de Estado. Una media, que ha sido vista con buenos ojos, aunque no tanto por los chateaux franceses que dejaron de vender a raudales sus más costosos vinos, pero que ya claramente refleja una industria menos inflada y ojalá más sustentable en el tiempo.

Tampoco –pensando en que estábamos en su mes, noviembre– pudimos saber cuántas hectáreas hay de Carmenère en China, donde se conoce como Cabernet Gernischt. Y de la cual se suele decir hay más incluso que en Chile. Sí supimos, que es la tercera más plantada, después de Cabernet Sauvignon y Merlot. También, que su camino en este país, donde también se le consideró alguna vez como cepa emblema, su historia de desarrollo comienza ya a parecerse a la del Carmenère en Chile.

En Xige Estate , la bodega más impresionante de este viaje, no sólo por ser la más grande de toda la región de Ningxia (con una producción de 13 millones de botellas en su cosecha apenas número 4); también la más moderna y costosa con una inversión de US$ 44.500.000, probamos el mejor Cabernet Gernischt de todos: liviano, con mucha fruta roja, acidez justa, tanino suave, sin su pesado carácter herbal, ni defectos. Algo inusual, hay que decir, entre los demás que pudimos probar durante la Feria ProWine China 2019. Tal vez, sí, con demasiada madera para tan poco cuerpo.

 

Cabernet Gernischt de Xige Estate, cosecha 2017, el Jade Dove.

El enólogo de Xige Estate, Liao Zusong, con formación en el Ródano, al Sur de Francia, nos reconoció al degustar su vino de Carmenére que no era una variedad que le llamara la atención, eso hasta antes de la cosecha 2017. «Porque tenía ese carácter verde que no me gusta». Pero para esa misma temporada, viendo que los racimos estaban sanos cuando le avisaron que había que cosecharla, decidió darle un mes más de madurez. El resultado, nos cuenta, le cambió la percepción que tenía de ella. Hoy su meta, es hacer cambiar la opinión a otros sobre esta variedad que sí  cree puede dar vinos de taninos muy sedosos y con mucha fruta roja. En el resto del mercado, por lo que pudimos averiguar parece ir quedando olvidada, oculta en las mezclas de Cabernet Sauvignon (permitido hasta un 20% en las mezclas), justamente por ser una incomprendida.

Profesor Li Demei, junto Zhang Yanzhi, dueño de Xige Estate y su enólogo, el joven Liao Zusong.

Otra variedad que sin duda nos llamó la atención encontrar plantada en China, entre el mar de cepas tintas clásicas de Burdeos, como Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc, fue la Marselán: un cruce entre Cabernet Sauvignon y Grenache Noir creado en la zona de Languedoc en el año 1991, y del que en Chile apenas hemos empezado en estos dos últimos años a escuchar. Supimos que fue introducida en China el año 2001 por el Profesor Li Demei, uno, sino el más importante respetado enólogo y asesor actualmente de China. Lo más parecido en personalidad, podríamos decir por su humildad y conocimiento, a nuestro Master Sommelier Héctor Vergara. Para nuestra suerte, el profesor Li nos acompañó durante todo el viaje a Ninxgia, y fue fuente de importante información. Como por ejemplo, pudimos saber por qué la introdujo en una región cercana a Beijín hace casi 20 años atrás.

Fachada de bodega Geat Wall en Ningxia, parte del grupo COFCO.

Fue un experimento, nos explicó durante un almuerzo en la bodega Great Wall, otro gigante del vino en Chile y perteneciente a COFCO (empresa del Estado productora de alimentos). Fue debido al éxito de su resultado ya con su primera cosecha en 2003, que pronto la expandió a otras regiones. «Es una variedad, explica, que produce vinos con mucha fruta, muy bonito color, a partir de altos rendimientos, con racimos grandes, y hasta con tres racimos por brote. A diferencia del Cabernet Sauvignon, argumenta, que sólo tiene un racimo por brote». A la vez, la Marselán dice entusiasta con sus vinos el profesor Li, da uvas pequeñas y con mucho sabor.

¿Alguna otra variedad inesperada más exitosa en China? Como no… la Saperavi. Tuvimos la oportunidad de probarla durante el Seminario dedicado a ella, apenas llegamos a Shanghai, y cuyo punto central eran más bien sus vinos producidos en Georgia, pero su versión china (el Reserva de Puchang 2015) nos dejó una buena impresión: de muy rica acidez natural, difícil de encontrar entre otros tintos y blancos China, provenientes por lo general de zonas cálidas. Donde, por cierto, el gran reto es lograr que la madurez del jugo de las uvas y de las pieles lleguen al mismo tiempo. Justo lo que Ningxia, región vitivinícola destino de nuestro viaje, promete resolver. Si lo logra o no, será tema de nuestro próximo reportaje sobre los nuevos vinos de China.

 

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