#VINOSDELSUR_CL. 3era PARTE: EL MÁS AUSTRAL DE TODOS

Publicado el 06 marzo 2018 Por Mariana Martínez @mymentrecopas

Estuvimos en el viñedo de Villaseñor Pinot Noir Puelo Patagonia,  plantado en la ribera Este del Río Puelo; el proyecto de vino chileno más austral que haya salido al mercado. Esta es la primera parte de una travesía al Sur de Chile, entre apartados fiordos, ríos esmeralda y jabalíes. 

5 de febrero, un día antes de mi cumpleaños. Estamos empapados y con frío en la parte más alta del viñedo que da vida al vino más austral que se haya embotellado y comercializado hasta ahora de Chile. Estamos en el globo terráqueo en la Latitud 41 Sur; a la altura de Puerto Montt. Son más de  1.025 kms desde  Santiago, y  llegar hasta aquí, del otro lado del Seno del Rolancaví primero, y del Estero del mismo nombre después, es mucho más entretenido que tomar la  recta Ruta 5 con destino al Sur. Significan varios kilómetros desde Cochamó por caminos de ripio y fabulosos paisajes, con el Cerro Yates con sus nieves eternas reflejándose en las aguas mansas y saladas de este gran fiordo del sur de Chile. Finalmente, después de varios kilómetros más,  avanzando al lado del Río Puelo, debimos  atravesar en lancha el Lago Tagua Tagua. Podemos decir que así viajamos, por primera,  a través de las aguas de un lago primero y de un río después junto a un enólogo en busca de su viñedo más extremo.


¿Por qué la familia Villaseñor, dueña de la viña con mismo nombre en Curicó, y de la Universidad Mayor, se le habrá ocurrido  producir el vino más austral de Chile en un lugar tan indómito como la ribera Este del Río Puelo (Región de los Lagos)…, más al sur incluso del último embarcadero de este poco transitado brazo de la Carretera Austral.

La primera clave de la respuesta la encontramos el mismo día que nos propusimos llegar hasta allá y mandamos un correo a Álvaro Villaseñor (ex gerente de la Viña). Como respuesta, extraña, nos llegó un mail del gerente de Mítico Puelo, un lodge de pesca (supimos después) propiedad de la familia Villaseñor, ubicado en el Lago Tagua Tagua; justo enfrente a la Reserva del mismo nombre, y que no por casualidad es administrada por la Universidad Mayor.

El Lodge Mítico Puelo nos ofrecía ayuda con la nada módica estadía que nos podría tomar el recorrido. Después de pensarlo, cerramos los ojos y nos embarcamos en la aventura. Entre las cuatro excursiones por los atractivos de la zona más tres noches con comidas y bebidas, estaba incluido un recorrido por el viñedo del Pinot Noir Villaseñor de Puelo, y su degustación por supuesto.

Como ya les hemos contado, Caleta El Canelo (donde tomaríamos la lancha para llegar hasta Mítico Puelo) era la tercera y última parada de nuestro viaje en busca de viñedos de Sur de Chile, después de visitar al gran Cacique Maravilla en Yumbel y a los hermanos Porte en Río Bueno, cerca de Osorno.

Nos tocó otro día radiante de viaje y las aguas esmeralda del Lago Tagua Tagua eran un espejo, así es que el viaje en  la  pequeña pero cómoda lancha de Mítico Puelo hasta el mismo lodge, muy cerca de Caleta Maldonado (en el otro extremo del lago) fue un tranquilo paseo. El plan original era hacer la excursión al viñedo, más al sur de Caleta Maldonado  y subiendo varios kilómetros por el  río Puelo, el día siguiente, aunque había aviso de posible chubascos.

El plan dio un giro durante la cena, cuando descubrí que en la mesa de al lado estaba el enólogo de la viña Villaseñor, Álvaro Cabeza, y el gerente general, Sergio Subiabre, probando varios vinos, y lo mejor, que el día siguiente harían  un recorrido en terreno con un grupo de brasileros que buscaban lo mismo que nosotros, viñedos extremos de Sur América. Así es que nos sumamos al viaje.

Alvaro Cabeza, enólogo de viña Villaseñor, en la lancha que nos llevaría al viñedo.

El pronóstico no falló y amaneció nublado; los brasileros estaban preparados contra la lluvia, nosotros no. ¡Rara vez llueve en un viñedo en Chile! Y no paró de llover en toda la mañana. El trayecto en lancha desde Caleta El Canelo (donde recogimos a los brasileros y un zapato que dejamos olvidado en el auto) nos llevó hasta una playa de pasto en la ribera del Río Puelo. La tarde del día  anterior habíamos pasado por allí remado en Stand Up Paddle, sin percatarnos que entre el bosque estaba escondido, al pie de la montaña, el viñedo.

En la playa nos esperaba para amarrar la lancha a los arbustos Manuel Melipillán, su tío y sus dos perros. Pónganle mucha atención a los perros, nos había dicho Sergio; sobre todo a la Shakira.

Protegidos bajo un tupido bosque de colihues y sauces, los que apenas dos meses atrás habían quedado completamente tapados por la crecida repentina del río, llegamos hasta la explanada donde vive Manuel los días que cuida el viñedo. Aquí también hay ganado, caballos, manzanos, moras silvestres, maqui, y de vez en cuando jabalíes que bajan desde los cerros.  Los barracos, como les llaman a los machos de estos cerdos salvajes, que tienen llena de  profundas cicatrices a Shakira. Por suerte no vimos ninguno en nuestro camino a través de las dos secciones de viñedos, aunque sí en la noche de vuelta en el lodge  fotos con sus grandes colmillos y grueso pelaje.

Abajo, más cerca del río, pero lo suficientemente alto como para que no lleguen las aguas del río crecido, recorrimos un  primer viñedo plantado con las variedades blancas Marsanne y Roussanne, una idea sugerencia de un enólogo amigo que ama el Ródano y le pareció parecido el paisaje; aunque yo no diría lo mismo, pero  ahí están, sufriendo cada año para poder alcanzar madurez.  Más arriba, del otro lado incluso de la estrecha Carreta Austral de ripio que divide el campo en dos, está plantado  el Pinot Noir.

Subiendo al viñedo con muchas rocas al paso y aún  bajo la lluvia, le preguntamos a Alvaro Cabeza (el enólogo de Villaseñor desde el año 2008) qué pensó cuando le dijeron que querían plantar un Pinot Noir en Puelo. A lo que respondió con mucho humor: “que estaban locos ”. En la zona, nos dice Cabeza, caen entre 1.500 y 2.000 mm de agua al año, concentrados  entre otoño e  invierno,  pero como ya vemos, también cae agua del cielo en el verano. Estamos a un mes de la cosecha, nos dice, Álvaro y nos llama aun más  la atención que las bayas aún están verdes: no aparece ni un grano pintado. Pero los racimos pequeños están compactos, sanos, impecables.

Preguntamos por los cuidados contra las enfermedades fungosas del viñedo, el gran problema en zonas de tanta humedad, y Álvaro responde francamente: si en Curicó aplicamos azufre cada 10 diez días, aquí lo hacemos cada 7. Si es necesario, se aplica más. Algo que pueden hacer gracias a la ayuda de Manuel Melipillán, a cargo el campo, y  tercera generación de chilenos pioneros en la zona. Conversando con Manuel fue cómo dimos con la segunda clave – que les revelaremos mañana–  y que nos ayudaría a responder nuestra primera gran pregunta: ¿Por qué Erich Villaseñor, vicerrector de la Universidad Mayor, decidió plantar viñedos aquí, en la latitud 41 Sur ?

Viñedo de Pinot Noir Puelo Patagonia de Viña Villaseñor, abajo al fondo, la estrecha carretera Austral que sigue camino de Caleta Maldonado a la frontera con Argentina.

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2 comentarios

  1. […] historia nos la contó Manuel, a cargo del viñedo que plantó Villaseñor el año 2010 en la ribera del río Puelo, apenas unos kilómetros al sur del Parque  Tagua Tagua. y es parte de la historia que relatan a […]

  2. […] “Hay un parrón para vino a granel  que quedó pelado, 100%  de pérdida. Y en la Viña Villaseñor, un poco más arriba les afectó  fuerte; esa zona estuvo bien complicada”. -Dato que nos […]

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