Visitamos en exclusiva la nueva bodega de los Villard en Casablanca para conocer un poco más de su historia, el presente y su futuro.

La nueva bodega de los Villard luce muchos más grande de lo que la imaginamos a un lado del camino en el sector de Tapihue, Valle de Casablanca. Hace dos años que Charlie Villard, el enólogo de esta bodega familiar, nos mantiene al tanto de los avances de la «pequeña» construcción con capacidad para producir 100 mil litros de vinos; la misma que ha dirigido paso a paso y que este 2017 ya está recibiendo su primera vendimia.

Charlie nos espera en la terraza de la que se ha convertido en su casa. Dentro, un gran salón principal con vista a los viñedos y una gran cocina llena de ollas recién lavadas, nos hace sentir eso, que estamos en su casa. Pronto nos cuenta que esa sensación será aún mayor, porque en las paredes de este gran salón de recepción estarán colgadas las fotos de la familia: de su padre y madre (Thierry y Paulina viajando por el mundo), y de él junto a su hermano mayor Sebastián. Por supuesto también estarán sus fotos, impresionantes, montando olas de más de 10 metros.  Porque la otra gran pasión de Charlie es el surf.

Podría haber aprendido a surfear en Australia, donde nació, pero no. Lo hizo en las playas de Chile, igual como aprendió a hablar español.  Mientras probamos el jugoso Chardonnay Expresión 2015 ($7.900), su vino favorito, no sólo porque le gusta  sino porque les da muchas satisfacciones comerciales, Charlie nos cuenta la historia de esta bodega creada por su padre durante los primeros años del  Valle de Casablanca vitivinícola.

UN POCO DE HISTORIA

El parisino Thierry Villard llegaría a Australia recién casado con una chilena, después de recorrer casi el mundo entero con mochila primero y luego en un escarabajo. Sin tener experiencia o profesión relacionada, comenzó a trabajar a la  industria del vino de este país y tras 17 años se hizo un gran nombre en ventas. Sabiendo que pronto volverían a Chile a vivir ya con sus dos hijos, comenzó a vender vinos chilenos, entre ellos los de Viña Concha y Toro. Así fue como conoció a Eduardo Guillisasti Tagle y como éste le hizo un préstamo para crear su sueño, la bodega Villard, al pie de la Ruta 68 en pleno Valle de Casablanca.

Charlie recuerda que entonces, 1989, apostaron por las cepas blancas Chardonnay, Sauvignon Blanc y la tinta Pinot Noir. Ahora con una copa del delicado Villard Le Pinot Noir 2015 en mano, nos cuenta que por  muchos años en la casa no se podía beber más que Pinot. “La cepa entonces no lo conocía nadie y no vendíamos nada. Pero salió la película “Entre Copas”, y de repente en casa se podía beber cualquier vino menos el Pinot. Las ventas se dispararon y desde entonces cada año nos quedamos sin stock”.

Este año el Pinot ya está cosechado; estamos a mediados de marzo. Si mira hacia atrás, Charlie no puede dejar de mencionar como han ido cambiando las temperaturas en el valle.” Antes, en época de cosecha nos moríamos de frío durante la noche; la cosecha no comenzaba hasta el 15 de marzo”. Este año partieron como nunca antes, el 20 de febrero.

Además este año de altas temperaturas e incendios, fueron atacados como nunca por los conejos. Quien ha visto como queda un racimo después de que pasa la máquina cosechadora, pensará que una de éstas  ya ha hecho su trabajo en el viñedo de los Villard. Pero no, han sido los conejos. Se han comido todas las uvas hasta donde les permiten  sus patitas. Por eso se han hecho chupete el viñedo en cabeza que está destinado a Tanagra, el gran Syrah de la casa. Lo más grave es que donde no llegan a las uvas, en las espaldeas, se han comido la corteza de las parras y las están matado, porque no tienen comida. Sobre todo en los sectores altos de las laderas, los viñedos lucen manchones rojos.

El año pasado, cuenta, ya habían perdido un pequeño cuartel por culpa de los conejos, pero este año ha sido mucho más. Basta mirar detrás del viñedo, en los cerros más altos que separan Casablanca del Maipo, y ver que están todos quemados para no dudar. Para no dudar de que el ataque de los conejos es consecuencia a fin de cuentas del calentamiento global. Lo único bueno, dice Charlie, es que habrá que replantar y seguro sumarán nuevas variedades para poder jugar más.

ANDAR LIVIANO

La mayoría de las uvas que Villard está cosechando este año vienen del viñedo de 40 hectáreas que rodea la nueva bodega en Tapihue, y es propiedad de un grupo de inversionistas franceses. A este grupo además le arriendan la bodega que es su casa, la que este año estrenaron y que construyeron a su antojo. Igual que como plantaron el viñedo, en base a todo lo aprendido en su primera bodega en Casablanca (la que el año 2006 vendieron al grupo Laroche). La bodega, de dos pisos gravitacional, amarilla por dentro en su primer piso, está llena de chiches de última tecnología que eligieron entre Thierry, Sebastián (a cargo de la Tonelería Nadalie en Chile) y Charlie.

Charlie cuenta orgulloso que tiene 38 años y ya suma 27 vendimias en el cuerpo. Como su padre también ha viajado por el mundo. Y aunque con su tabla a cuestas, siempre tuvo claro que quería hacer el vino de los Villard. Por eso cuando recién graduado de enología regresó de Burdeos a Chile el año 2006, casi muere al saber que su padre había vendido la bodega y viñedos. “Pero no vendí la marca, ni el stock de vinos”, le dijo su padre para que se quedara tranquilo. La paciencia, tras casi diez años sin poder sentirse en casa, al fin este 2017 tuvo sus frutos.

TOURS EN VILLARD

La nueva bodega de Villard está abierta al público. Por $45.000 p/p el tour incluye un recorrido por las instalaciones de vinificación y guarda, además de visita a los viñedos, para cerrar con un rico almuerzo junto con todo el equipo de vendimia, y claro todos los vinos de la casa, incluido -por si se lo preguntaban- Le Pinot Noir. Contacto: https://www.facebook.com/VillardFineWines/

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