Publicación: 30 junio 2017

SEMINARIO PATRIMONIO VITIVINÍCOLA / PARTE I

Qué es patrimonio vitivinícola  y qué hacer con él sin demonizar a las viñas grandes, fue el centro del debate organizado ayer la Asociación de Agrónomos de Enólogos de Chile. WiP estuvo ahí.

La Asociación de Agrónomos de Enólogos de Chile organizó ayer el Seminario Patrimonio Vitivinícola en la viña Santa Rita. Una viña en Alto Jahuel con un patrimonio cultural chileno y vitivinícola inmenso, también con una inmensa participación en los vinos de uva de mesa. La discusión inevitable que contrapone a ambos temas  tardó en llegar, pero llegó. Aquí les contamos lo que pasó antes y lo que se concluyó después en un día entero de mucha conversación y una ecléctica degustación final.

img_3450Vera Fikarova es, además de socia fundadora de la Ruta de la Vid, asesora de la UNESCO y muchas cosas más relacionadas con patrimonio. Por eso, fue la primera invitada a exponer en el encuentro de ayer en el salón de la Cafetería de viña Santa Rita, ubicada en su antigua pulpería. El objetivo de Fikarova: definir qué es un patrimonio  cultural según los organismos internacionales. Lo cual es según definición de DIBAM: un conjunto determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales que forman parte de prácticas sociales, a los que se atribuyen valores a ser trasmitidos, y luego resignificados, de una época a otra, o de una generación a las siguientes.  De allí explicó, que el patrimonio es sumamente extenso, porque en el caso del vino, no solo incluye su ambiente,  paisaje, infraestructura, un saber hacer, y las herramientas de trabajo, sino también las tradiciones  relacionadas, las manifestaciones artísticas e incluso la gastronomía  asociada al producto  en una región determinada. Además concluyó, antes de querer hacer algo al respecto para ganar competitividad, es necesario  hacer un mapa o catastro de norte a sur que incluya cada uno de estos bienes. «Tras los incendios de este año nos dimos cuenta, dijo,  que hay muy poca información, y si la hay no se comparte. Idea de mapear que apoyaría más tarde en su turno Patricio Parra,  a cargo del   I+D de  Vinos de Chile, el cual trabaja entre otros pilares en recopilación, identificación, limpieza y reproducción,  del material vegetal de los viñedos de Chile.

Además explicaría Fikarona después, si bien es necesario hacer un mapa de región por región, se requiere de un solo ente que coordine toda la operación. Fikanova también destacó la necesidad  de crear un sistema con Denominaciones de Origen que sean  un real aporte para  la identidad del patrimonio de un lugar y el tener cuidado en potenciar turismo campesino sin vinos de calidad y sin tener claro cuál es el patrimonio que se debe difundir.

A continuación, en el seminario fue el turno del historiador argentino, radicado en Chile,  Pablo Lacoste, autor del libro “El Pisco nació en Chile”, y quien ha hecho muchos trabajos de investigación sobre la Denominaciones de Origen de los productos gastronómico y vitivinícolas de Chile y América, de allí su mención del Pajarete como primera DO de toda Latinoamérica (1790), y  de la importancia de recuperar el Chacolí de Chile. Una DO que comentó es más antigua que la misma República, y que se cedió sin ningún apego e importancia, con la firma de los tratados de libre comercio con la unión Europea, ya que a ninguna viña grande le interesó defenderla.

Lacoste se centró en el vampiro que somos, ese que no se ve en el espejo porque no tiene identidad. De allí que concentró su presentación en la necesidad de generar valor a partir del patrimonio vitivinícola,  si es que queremos subir el precio del vino en los mercados internacionales. El valor se perdió explicó, cuando comenzamos a promovernos usando nombres prestados en nuestros vinos, incluso las viñas más grandes, con nombres como Pommard, Oporto o Gran Reserva y se crearon DO sin sentido de lugar, con el  único fin pagar menos impuestos en las exportaciones.  Pero también mucho antes, recalcó el historiador, cuando los españoles arrasaron con los valores de nuestras culturas originarias, y la kinoa, por ejemplo,  dejó de ser un alimento valioso, y luego lo francés se convirtió en moda, y tapizó de pasto los jardines en nuestros paisajes  de clima árido.

Lacoste contrastó la publicidad de nuestras carreteras, pueblos  y ciudades, con la publicidad de las carreteras europeas donde no hay marcas de consumo, sino carteles promoviendo monumentos o valores nacionales. Así como los menús de sus restaurantes, donde aparecen datos importantes sobre los productores de sus alimentos y que incentivan el interés por conocerlos al igual que por conocer su entorno. Para finalmente incentivar el turismo  de patrimonio.

img_3426El historiador destacó que mientras en Chile los viñedos son canchas de golf para los amigos de los dueños, en Europa son paisajes culturales de libre acceso. También destacó  que el vino en Chile es una mercancía comercial, que se vende con profesionales que vienen incluso del rubro de las bebidas gaseosas o marcas de lujo, mientras en Europa el vino es un bien cultural que es parte de la gastronomía. Destacó, a propósito, cómo fue que las primeras Rutas del Vino en Chile se crearon con fondos exclusivamente para  las viñas, sin financiar el desarrollo paralelo de su entorno. “El vino, dijo, no se puede vender como zapatillas, como un producto aislado, suelto”.

El siguiente expositor fue Felipe Zúñiga, presidente de VidSeca, asociación de más de 22 productores pequeños  de vino del Secano del Maule, quien tituló su presentación “Viticultura Patrimonial, Viticultura de Moda”. Lo primero que destacó Zúñiga fue que si bien en Chile por ley, sobre Monumentos Nacionales, el patrimonio debe ser identificado y protegido por el Consejo de Monumentos Nacionales, su supervisión, por obligación de la misma ley  dice que no tiene recursos asociados para hacerlo. ¡Brillante! Además destacó la importancia de promover el consumo de vino en Chile, acercando el vino a la gente. «Me cuesta, dijo, acercar el vino a un surfista», a propósito de la última campaña de promoción en medios masivos de Vinos de Chile.

img_3451Zúñiga destacó a su vez, que para hablar de patrimonio vitivinícola, con identidad y personalidad propia, se necesita del orgullo de un territorio y el sentir de su gente,  y para dar con este sentir  en Chile hay que bajar a la frontera entre la VII y la VIII Región. Lo demás, dijo, tiene una influencia francesa  que no genera valoración en la comunidad y no involucra a las futuras generaciones con sus viñedos y sus vinos.  Un punto que refutaría Enrique Tirado (enólogo de Don Melchor de Puente Alto) durante la degustación posterior, cuando le hicieron una pregunta sobre la identidad de su comunidad  y de su entorno con el vino. Y Tirado respondió: que aunque no lo parezca, en Puento Alto, la comuna más grande de Santiago, sí hay un apego al viñedo, su manejo, y sus costumbres, y que incluso ese cariño se hereda de generación en generación entre sus trabajadores. Eso pasa, dijo, como  submundo que se mueve entre calles escondidas.

Zuñiga daría cifras para destacar el punto más importante de su presentación: la preservación de ese patrimonio entre las regiones VII y VIII y  que hoy está en peligro, simplemente porque no es sustentable si es que un productor recibe 80 pesos por el kilo de uva (precio promedio de los últimos años). Lo que multiplicado por unas 4 hectáreas de viñedos (muchas veces menos)  que produce 6 toneladas x hectáreas de kilos de uva, da al mes para vivir $160.000. Ello, sin costos de producción, de los cuales hablamos justamente  en la nota reciente titulada Abusivo no. Riesgoso sí. Zúñiga destacó entonces la necesidad de darle valor al patrimonio y de educar a las futuras generaciones para que no abandonen el campo, así como  de generar turismo campesino en la zona. Habló de cómo una viña grande como Concha y Toro, que hace años no tenía ni un viñedo en Cauquenes ahora tiene 1.000 hectáreas, y  se ha chupado toda el agua… pero que al momento de pedirles ayuda con apenas 5.000 kilos de uvas para las futuras generaciones de viticultores de la zona, no fueron capaces de mostrar  ningún interés.

La presentación de cierre, a nuestro parecer sin real conexión con todo lo anterior, la hizo Patricio Parra, quien  presentó el trabajo en busca de proteger y mejorar el material vegetal de los viñedos de Chile, desarrollado por el Consorcio I+D  financiado por Vinos de Chile. Agrupación ésta que reúne a más del 80% de las viñas de Chile, incluyendo a las tres viñas más grandes. Parra destacaría más tarde, en la mesa de discusión, que el mayor financiamiento para llevar adelante este trabajo que busca -entre otros, mejorar la eficiencia productiva de los viñedos-  viene de las viñas más grandes. Parra dijo esto a propósito de un comentario de Jimena Balic, a cargo de +D de viña Santa Carolina, quien  pidió no demonizar a las viñas grandes, porque también  han hecho y están haciendo un gran trabajo por cuidar el patrimonio vegetal prefiloxérico de Chile.

Eduardo Alemparte, gerente de producción de Viña Santa Rita haría una pregunta relacionada con la demonización. Preguntó a Lacoste: «es que acaso no ven valor en el patrimonio histórico de esta viña, en sus cavas subterráneas, su casona colonial…  Qué hubiera pasado, si las viñas grandes no existieran en Chile.  A lo que Lacoste contestó: es ficción, no tiene mucho sentido lo que no fue, debemos estar agradecidos de todo el trabajo que han hecho las grandes por promover el vino de Chile, donde ha puesto su nombre, y no podemos culparlas por sus estrategias para seguir creciendo, o poner avisos en los estadios de futboll para vender vinos, pero lo que estamos diciendo acá es cómo mejorarlo, los chicos también podrían haberlo hecho mejor, la cosa ahora es adaptarlo para que sea exitoso. No puede seguir habiendo el desequilibrio que hay  hoy.

LA DEGUSTACIÓN

Después de varios vinos traídos por asistentes para compartir con un cóctel de medio tiempo, elaborados a partir de País (entre ellos el vino que acaba de exportar VidSeca, Huingan y Hecho Mano de Zúñiga) se degustaron en la sala siete vinos invitados a participar por la Asociación de Agrónomos Enólogos de Chile por su valor patrimonial. Acá cada lo que aprendimos y aportaron  en la discusión cada uno de ellos.

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4 comentarios

  1. […] ha pasado la mano esperando. El primer año, 2011, contó Jordán mientras presentó el vino en el Seminario de Patrimonio Vitivinícola, tuvieron la suerte de que fue un año de muy bajos rendimientos y esa baja se siente en la […]

  2. […] vinos Asoleados según las investigaciones del profesor de la Universidad de Santiago, Pablo Lacoste, fueron el mejor vino de Chile en el siglo XIX, ello según las preferencias de los mercados. Luego […]

  3. […] se estanca. En Chile justamente lo que nos falta es educar a los consumidores y valorar nuestro patrimonio vitivinícola. Que sea conocido desde pequeños. También hay una gran tarea por difundir el ámbito del […]

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