Este finde tuvimos en nuestro live #masviviosquenunca el debut de un nuevo proyecto de vinos chilenos. Se trata de Viña San Francisco, con viñedos y bodega en el valle de Peumo, y ya tres vinos tintos. Atentos a su descuento por lanzamiento.

Justo antes de que empezara la cuarentena habíamos tenido la oportunidad de visitarlos. Veníamos de regreso desde Colchagua hacia Santiago, y cruzamos por los valles interiores hasta Cachapoal. Allí encontramos sus viñedos, en la comuna de Las Cabras, al final de un camino rural; en un pequeño valle llamado Las Quiscas.

En lo alto de sus suaves lomajes dimos con una hermosa casa, la de don Osvaldo Pavéz y su señora Emérita. En la entrada, una arboleda conducía una pequeña estatua de San Francisco de Asís; de quien Osvaldo es un gran devoto. De allí el nombre de la viña. ¿Por qué entonces los vinos llevan el nombre Serendipia?

Serendipia es, dicen, una de las palabras más lindas del mundo, y hace referencia al proceso accidental e inesperado por el cual descubrimos algo que en realidad no estábamos buscando. Porque como dicen sus socios, Osvaldo, Emérita, Sebastián Peñaloza y Cristián Azócar, eso pasó cuando se reunieron.

Sebastián es el yerno de Osvaldo y se encarga de su campo. Estudió con Cristián Azocar la carrera de Agronomía, por eso lo invitó para que hicieran juntos sus vinos. Cristián -asesor de varios proyectos -como El Encanto y Lagar de Codega (Ex Bezana), todos por cierto en el mismo Valle de Cachapoal- enseguida quiso ir a conocer el lugar. Le gustó lo que vio y pudo proyectar, en esta zona conocida por sus grandes Carmenère, lo que podían llegar a hacer. Hablamos de vinos con cuerpo, madurez, y guarda, los vinos que le gusta a él mismo hacer y beber.

Así comenzaron con algunas barricas con la cosecha 2015, luego con 2016, y ya con más volumen para vender con la 2017. Esta es la que recién debuta. Las demás aguardan todavía en una genial bodega que construyeron bajo la loma, al lado de la casa, con su propio bar de vinos.

Partamos por el Serendipia Carmenère 2017. Aunque parezca mentira, porque no lo parece, es de los tres vinos de la casa, el que más madera nueva tiene en su guarda (25%) por 18 meses. La zona, con mucho sol y brisas frescas que llegan del cercano lago Rapel, en las tardes aportan la madurez perfecta a la cepa que sabemos es la más tardía de todas. De allí que haya pimiento rojo en su nariz, pero no pirazinas o notas verdes; de allí su cuerpo voluptuoso, amable y firme. Un tinto lleno de fruta roja dulce para acompañar una conversación entre amigos vía zoom al final del día.

Si este Carmenère es exuberante y amable, el Cabernet Franc Serendipia 2017 es todo lo contrario, parco y distante. Cortados por el mismo terroir sin duda, pero el Franc, y con apenas 10% de guarda por 18 meses en madera nueva, invita a guardarlo y suavizar un par de años más al menos. Sino, para acompañar platos calóricos, cocinados a fuego lento.

La estrella de este trío es el Petite Sirah Serendipia 2017. Primero claro, por la exuberancia de la cepa, tan poco conocida. Luego porque es un vino que seduce con su fruta negra, jugosa, de gran cuerpo y larga persistencia en boca. Para mi el mejor precio calidad de los tres, sabiendo que todos valen lo mismo ($15.000),  que hay súper descuento por estos días con código #WiP.

Claro que me permito hacer una advertencia para quienes buscan de pequeños productores vinos livianos y frescos, de muy rica acidez. Los Serendipia no lo son. Son corpulentos de alto grado, de acidez justa, y mucha madera bien puesta, pensados para la larga guarda. Indispensables por ello sus 3 años ya de vida, y servirlos frescos; entre 16 y 18ºC, nunca más arriba aunque sea en invierno; menos aún, en verano. Sí, para quienes buscan volumen y madurez, o atreverse a variar y disfrutar de la diversidad. Lo que para mí es la gran gracia del mundo del vino.

Los vinos de San Francisco Wines se pueden solicitar a través de su Instagram @sfwines. No olviden pedir descuento #codigoWiP (llegan a $10.000 con delivery incluido por caja de 6).

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