“HACER VINO AQUÍ EN CHILOÉ ES UNA LOCURA”
Conversamos con Denis Duveau, el vigneron que ya tiene sus primeros vinos de la recién declarada D.O. También, hablamos con el primer enólogo en plantar dentro de este enorme archipiélago al sur de Chile.
Afuera está desatándose una tormenta con fuertes vientos y lluvia. Denis Duveau, del otro lado del teléfono, nos pregunta con su fuerte acento francés si se escucha el ruido. Algo, contestamos, pero quisiéramos estar allá para poder verlo. Hemos llamado a Duveau para saber todo su proyecto en Chiloé, nuevo territorio insular de Chile que desde la semana pasada tiene categoría de Denominación de Origen.
Es así como él mismo, nos cuenta que su pequeño viñedo cerca de Castro (capital de la provincia y comuna de Chiloé), es de apenas dos hectáreas. “Empezamos hace siete años, en 2018. Es una hectárea de Pinot, media de Chardonnay y media de Sauvignon blanc. Nuestro hijo está trabajando en Chile, produce vinos en el Valle Central y los exporta a Asia; nosotros para jubilarnos, vinimos a Chiloé”.
El archipiélago, formado por 40 islas de diferentes tamaños, no fue la primera opción de esta pareja francesa llegada desde el Valle de la Loira. Sí, es la definitiva. Fue para conocer las iglesias de Chiloé (declaradas Monumento Histórico por Decreto n° 5058 de 1951) que llegaron hasta allá. “La isla nos encantó, era 2017, y después en marzo, volví para buscar un predio. Compramos tres hectáreas. Hicimos la casa al centro y plantamos en 2018 las 2 hectáreas de viñas como un hobby”.
En Francia, cuenta Duveau, tenían una viña en la conocida apelación Saumur-Champigny (en el valle de la Loira, tierra de los padres del Cabernet Sauvignon). Es el Domaine des Roches Nueves (Rocas Nuevas), el cual vendió a un amigo años atrás. «Fue elegido el mejor vigneron de Francia hace 5 años» nos detalla orgulloso. “Como soy enólogo, quería ocupar mi tiempo. Poco a poco hicimos la viña y ahora hacemos un poco de vino porque el clima es muy frío”.
Mirando hacia atrás, sobre las cosechas que han experimentado desde 2108 en Chiloé, nos cuenta: “Hicimos un poco en 2023, en 2022 casi nada por ataque de oídio, y en 2021 nada porque las chaquetas amarillas se comieron todo. Por ellas, la viña se llama Clos de Guêpes ( guêpes son avispas en francés). Ahora tenemos malla para las avispas, porque durante vendimia hay muchas». Son como las mallas de granizo que usan en Argentina, nos explica.
Si hablamos de lo que ya han podido cosechar, Duveau, reniega que los rendimientos son muy bajos: “10 hectolitros por hectáreas, una copa por planta. Casi nada». Por el momento, argumenta, «no es rentable. Imagínate en la Romaneé-Conti producen 20 hectolitros por hectáreas y venden la botella a 3.000 euros”.
Dónde está el viñedo de Clos des Guêpes, y los demás de la nueva D.O. Chiloé
El vigneron Denis Duveau nos explica que la propiedad está a la altura de Castro (al centro de la gran Isla Grande de Chiloé), en las orillas del fiordo (ver mapa más abajo). También, ante la pregunta de si conoce a sus vecinos viñateros de la isla, nos dice que solo a Álvaro Espinoza (*), quien, acota, está en otro sector, aún más frío, en la isla de Mechuque. Este es el sector donde efectivamente Espinoza, tiró la toalla años atrás para hacer vino, pues el pequeño viñedo que plantó en 2015 no logró madurar sus uvas. Es la misma isla, a su vez, donde Aurelio Montes, socio fundador y alma exploradora de Viña Montes, plantó en sociedad con un isleño cepas de climas frío, el año 2018. Esta vez, con mucha porfía e incluso estrategias para irradiar más calor y luz a los racimos, como cobertura del suelo con conchitas negras y blancas. De este viñedo de Viña Montes, esperamos con ansias, de la cosecha 2023, lo que será su primer espumante método tradicional. Hoy, aguarda su momento de lanzamiento en la botella.
Más al norte, en Punta Chilén, es Baltazar Sánchez, director de Viña Santa Rita y Carmen quien plantó en su propiedad un viñedo experimental el mismo año 2018. Con sus uvas, de las dos primeras cosechas ha hecho dos espumantes bajo la línea D.O. de Viña Carmen. Probamos 2023, el segundo, de deliciosa acidez, muy único, con sabor a ostras y mar. «En 2022 sacamos el primer espumante, nos contaba Sánchez para 7canibales, porque la uva no dio los 11,5 grados de alcohol mínimos que exige la ley para ser vino. De ahí, hemos hecho tres vendimias».
Cuando le felicitamos por la nueva D.O. nos recordó su historial de cosechas: «Primer año, 2022, abejas; segundo, 2024, zorzales; tercer año, 2025, botritis. Pero ganas no nos faltan y ya claramente habrá que decidir dónde crecer». Se entiende, su producción hasta ahora es de apenas 50 botellas por añada.

El terruño de Clos de Guêpes
Si hay algo que ya sabemos que caracteriza a este lugar, y hay que decir al igual que en todo el sur extremos de la vitivinicultura en Chile, son las avispas. Pero si miramos más en profundidad, Duveau nos explica que en el suelo no hay arcilla (las partículas más pequeñas), solo rocas, limo y arena. “El suelo es como una esponja, pueden caer 50 mm de agua hoy, dice, y mañana podemos entrar a trabajar al viñedo. Durante el inverno hay mucha lluvia, más importante hasta los meses de diciembre. Luego de enero a febrero todos los años no hay casi. La lluvia viene a partir del 15 de abril. Es difícil la vendimia, por eso lo que hacemos es muy especial. Dura sólo durante un mes y es manual; racimo por racimo. Cosechamos primero los más maduros, esperamos y hacemos la cosecha en dos etapas más». Lo mismo es para las tres variedades.
La noticia: habemos vinos tranquilos de la D.O. Chiloé
Ante la noticia de haber obtenido la categoría D.O. de Chile, Duveau nos dice: “Es una noticia muy buena porque así podremos exportar el poco de vino que hacemos. Tenemos de las tres variedades, vamos a hacer 1500 botellas de Pinot, 500 de Chardonnay y 500 de Sauvignon Blanc. Más me parece difícil hacer más. Con diez años más sí, con el cambio climático, pero tengo 77 años y en 20 años no sé dónde estaré. Por ahora vamos a embotellar el mes próximo, en junio, la cosecha 2024. Y vamos a esperar hasta septiembre para empezar a vender.»
En cuanto al manejo del viñedo, explica: “No usamos productos químicos, sacamos la maleza a mano, porque puede crecer demasiado y tapar el viñedo. No usamos abonos químicos, sí un único líquido que se llama azufre y es para matar el oídio, que se da con la humedad. En 2022 pensé que no habría oídio en un rincón tan lejano, pero vimos que sí existe. Ahora con el azufre, no tenemos problema. Tampoco hay otras enfermedades. El SAG viene casi cada 10 días a ver si hay algo”.
Y si de enología, se trata… “Todo es natural, pero no es vino natural, aclara, yo uso azufre en el vino”. Durante la visita de su amigo también francés y enólogo Benoit Fitte, vimos en IG que sus vinos son guardados en barricas de roble y su bodega tiene la última tecnología en acero inoxidable. «Personalmente me gusta mi vino, dice seguro, tienen un poco menos de 12 °A, y el pinot 11.7°A».
¿Qué pasó con la cosecha 2025?
Este año fue fácil, cuenta Duveau. «Empezamos el 9 de abril y terminamos el 7 de mayo. La uva no se pudre, es increíble, porque la noche hace mucho frío, y durante la cosecha hay heladas. Por eso el hongo no puede crecer. Todo es muy especial, hacer vino aquí, en Chiloé, es una locura».
El peso del racimo, de pinot, por ejemplo, explica, pesa 40 gramos, mientras, compara, un peso normal es de 130 gramos. «Si llegamos a un grado de 11.7, casi 12, explica, es porque la densidad es de 10 mil plantas por hectáreas. Por eso soy un poco tonto, soy el único en hacer esto aquí, es un gran desafío y me encanta».
¿Qué hacer para dar a conocer la D.O.?
Al preguntarle a Duveau sí sabía que estaba en gestión la nueva D.O., nos cuenta que no sabía nada. Sí, que hace dos años atrás el director del SAG Santiago fue con el SAG de Puerto Montt y de Castro. “Ellos visitaron la viña y hace un año atrás el SAG de Castro vino de nuevo para analizar del vino, y me dieron la autorización de hacer vino. No me dijeron nada sobre la D.O., un amigo de Santiago fue quien me mandó la notificación. Fue una sorpresa para mí”.
El vigneron confiesa que no tiene contacto con los otros viñedos del archipiélago. Sí, con Álvaro Espinoza. “Allá, en Mechuque, dice Duveau, tienen otras condiciones. Aquí yo tengo la suerte del clima. El mar está muy lejos: está el mar, la cordillera, luego Castro y luego el fiordo. Es un mesoclima con pendiente en dirección al norte. La madurez de las uvas, como ya te dije, depende del rendimiento. Si quieres hacer un litro de vino por planta, aquí imposible”.
Para llegar a la madurez, realizan la poda en verde o raleo. «En realidad, dice, hacemos todo para lograr lo que se pueda hacer. Eso sí, destaca, todo el manejo es orgánico. Se hace a mano. Para dos hectáreas tengo tres empleados». En el valle central, compara, con tres empleados hacen 50 hectáreas.
“Imagínate, la denominación tiene un día de edad. Está bien, estoy feliz. Yo pienso en el valle de La Loira, cuando empecé a hacer vino, hace bastante tiempo y ahora, el grado alcohólico en un espacio de 10 años, subió 3 grados. Hoy allá tienen vinos de 14°A, en mi época era muy difícil llegar a más de 12. Es decir que el cambio climático es más importante en la parte norte del hemisferio, pero quizás en 10, 20 años, aquí sería más posible hacer vino”.
Duveau, agrega: «Hoy nadie sabe que existimos. Tal como hace 20 años atrás los vinos del valle de Itata no eran conocidos. Hoy creo son muy buenos. Me gustan mucho, son vinos de poco grado alcohólico. Tomar un vino de 14 me molesta”.
¿Los podremos ir a visitarlos?
Duveau cuenta que cada semana, desde hace tres meses, le llaman para ir a visitarlos, pero que no tienen la capacidad de recibir. Hasta entonces estaba tranquilo, dice. «No sé cómo vamos a hacer, necesitamos tiempo para trabajar y apenas tenemos 3.000 botellas».

(*) El primer enólogo en el archipiélago de Chiloé
Aunque poco se sepa, fue Álvaro Espinoza (asesor de Emiliana y viñatero fundador con su señora Marina Asthon, de Viña Antiyal, en Maipo Andes) el primer enólogo que plantó viñedos en el archipiélago de Chiloé; al menos en esta era moderna del vino de Chile. Se sabe poco, porque nunca no le han madurado las uvas. Lo llamamos ahora, para saber más sobre aquellas primeras parritas que plantó en 2015.
“El viñedo sigue ahí, en la isla Mechuque. Habíamos comprado el año antes. Planté en 2015 unas 80 plantas: 20 de un clon de Pinot, 20 de otro, 20 de Chardonnay y 20 de Sauvignon Blanc; para ver cuál daba mejor y no me dio ni una. Las parras dan hojas, sí, pero da unas uvitas, como pampanitos… Héctor Rojas fue a vernos en el verano, y cree puede ser un problema de acidez en el suelo”.
Álvaro nos cuenta, para entender mejor el lugar, que nunca ha recorrido la isla de Mechuque en auto, aunque existe cómo llevarlo y hay caminos. Él deja el auto en el embarcadero que lo lleva en bote hasta la isla. En su propio bote, cuenta, está a cinco minutos remando del viñedo de Viña Montes. “Tengo una panga (bote chilote), allá me muevo más en el mar”.
En cuanto a las condiciones, cuenta que Mechuque es una isla chica, que recibe mucha influencia marina. “Es como estar en una lancha en pleno mar. Llueve mucho. Es una agricultura complicada. Mucha podredumbre, y yo no ocupo nada más allá de compost. Me da lata estar echando productos; más allá. Para mi era tener una viñita por el cariño que uno tiene a las plantas. Allá se dan bien los manzanos, para sidra, chicha y vinagre».
Si se compara con Clos des Guepes, ve a la distancia una condición más cálida. «Aquí, el año marca mucho, porque el tiempo es muy inestables. Además, estamos muy lejos de nuestra casa, en El Escorial. Para la pandemia no pude ir, no pude podar. Hay que vivir allá». Álvaro nos cuenta que en verano fue a ver el viñedo de Aurelio Montes y lo vio bonito. “Las plantas están más grandes que las mías. Él tiene una persona allá y eso se nota”.
Por ahora, nos dice Álvaro sobre los vinos de Chiloé: «Lo veo más como un destino salvaje, con esa condición de lejanía… Me parece sí excelente que podamos llamarlos con el nombre de Chiloé. Sabemos que todo está cambiando, hoy se produce vino en Holanda. Creo que no va a ser posible todavía poder tener viñedos más comerciales, si no tienes las espaldas, no se puede. Nos queda esperar a tener mejores condiciones climáticas, porque el calentamiento ya está afectando el sur de Chile. Este año ha estado lloviendo desde fines del verano, pero durante el verano por primera vez vimos pasto seco«, concluye.
El primer viñedo y vino de Chiloé, el gestor de la D.O.
El primer viñedo experimental cerca de Ancud, plantado en 2006 fue del agrónomo Juan Ignacio Fogliatti. Fue un primer intento con 2.000 plantas. El proyecto lo retomó en 2016, y ya suma 2.5 hectáreas de viñedos con Chardonnay, Sauvignon Blanc, Gewürztraminer y Riesling. A través de su cuenta de IG @vinalechuaga nos cuenta que este sueño, con el fin de producir vinos de calidad en Chiloé, suma más de 25 años.
El mismo Fogliatti nos contó hoy en nuestro IG más del proyecto, ya que desconocíamos su relevante historia como gestor de la D.O. Chiloé:
«El 2006 se plantó el primer jardín de variedades (2.000 plantas) en @vinalechagua y el 2023 se obtuvo el primer vino en Viña Lechagua también con la cepa Riesling y Sauvignon Blanc. Hoy tenemos más de 6.000 plantas en producción. Y como dato, fue en Viña Lechagua donde el nivel central de Viñas y bodegas del SAG se convenció del desarrollo Vitivinícola distintivo de Chiloé, por lo que se comprometieron con nosotros a sacar esta D.O. Chiloé a través de Wines of Chile. Yo aplaudo a @aureliomontessenior y a @clos.des.guepes.chiloe por su aporte invirtiendo en la viticultura de Chiloé, pero las cosas como son, antes de la publicación de nuestro proyecto en @revistadelcampo en Agosto del 2007 nadie si quiera pensaba en que esto fuera viable».
Cuanta razón tiene Fogliatti. De su historia, seguro llena de aventuras y adversidades, pronto les contaremos más.
Los invitamos a visitar la cuenta de instagram de @clos.des.guepes.chiloe donde podemos seguir paso a paso la vendimia 2025 y todo el camino recorrido para establecer este viñedo que ha logrado el grado mínimo de alcohol (11.5°A) según la ley en Chile, para hacer vinos tranquilos.
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