Presentamos el nuevo proyecto hand made La Despensa, una mezcla típica del Sur de Francia hecha en el barrio más ondero de Colchagua.

Todo comenzó  por un accidente, dice el inglés Matt Ridgway cuando trata de explicar el origen de su primer vino a la venta, el Syrah-Garnacha de la bodega que tiene en su propia casa y que llamó La Despensa.  Ridgway es vecino de Luis Allegretti, el hombre detrás de Clos Santa Ana. Por lo tanto también se encuentra en el barrio que ellos mismos difunden a modo de broma como Colchagua Poniente.

Santa Ana, explica Ridgway es más que un lugar en Colchagua. “Es  una comunidad moderadamente loca de amigos que provienen de literalmente de todo el mundo. Un lugar de almuerzos infinitos que se funden con cenas infinitas. Un lugar para los rebeldes y los aventureros. Un lugar del cual estamos orgullosos de llamar hogar. Somos 7 bodegas a pequeña escala a no más de un kilómetro de distancia cada una, algo único en Sudamérica. Todos enfocados en calidad y en vinos de producción orgánica. Cada uno con diferente filosofía y diferentes variedades».

Aquí (entre Marchigüe y Peralillo) Ridgway decidió plantar en su propiedad un viñedo en lugar de pasto y flores. La historia no es tan descabellada, lo mismo hizo Ed Flaherty en su casa parcela de Aconcagua, pensando que sería menos trabajo en relación a la cantidad de verdor que obtendría a cambio.

Lo que no sabía este inglés que fue profesor de su idioma en Australia, Ecuador y Argentina, es que el viñedo le exigiría incluso más trabajo que un jardín cualquiera y que también le daría suficientes uvas para hacer vino a partir de 1800 plantitas de Syrah, 100o de Garnacha y 800 de Mourvèdre.

Fue con ayuda de amigos -enófilos claramente no faltan en el valle- que hizo su primer experimento con la cosecha 2015. Cuenta que le quedó tan rica la mezcla de las tres variedades co-vinificadas, superando todas sus expectativas,  que decidió seguir haciéndolo en serio. Tan en serio que hoy  -cuenta muy en serio- trabaja  10% de su tiempo como corredor de  propiedades para pagar el 90% del tiempo que le demanda el viñedo.

Fue justamente como corredor de propiedades que Ridgway llegó a Colchagua y compró su parcela para establecerse un tiempo. Hoy dice que nadie que nadie lo saca de allí; La Despensa, pensado como un nombre a largo plazo para un hotel boutique, es un proyecto de vida junto a su pareja chilena Ana Cattan, y sus mascotas (las mismas que aparecen en la etiqueta del vino).

El elección de las cepas Syrah, Garnacha y Mourvèdre responden simplemente a sus gustos, le encantan los vinos del Sur de Francia (de las apelaciones Cotes-du-Rhone y Chateauneuf-du-Pape), donde estas tres tintas mandan. Son apneas 1.5 hectáreas de viñedos, plantados el 2013, y que con la lluviosa cosecha 2016 sufrieron una baja en producción de al menos un 40% en la Garnacha y Syrah; además perdieron todo el Mourvèdre. Nos agarró la lluvia con parte de las vas aun en el viñedo, cuenta Ridgway. De allí que el 2016 no tiene, a diferencia de su primer 2015 Mourvèdre, y su alcohol es particularmente bajo (13°A), seguramente como  nunca lo volverá a ser, dice.

El resultado, cosechado 2 días antes del diluvio de abril, es un vino de tinto de capa media, poco rubí poco profundo.  Muy frutal en nariz y en boca, jugoso y liviano, con cierta rusticidad en su final. Un tinto de acidez justa y necesaria, para servir fresco (entre 14 y 16°C) después de cortar el pasto del jardín, o después de desmalezar el viñedo. Para los que tenemos sólo terraza o balcón para abrir el apetito junto a un piqueo bien sabroso. (Precio compra directa $12.000, dos por $20.000).

“Cuando decimos en la etiqueta que el vino es hand-made (hecho a mano) dice Ridgway, estamos siendo realmente honestos; es realmente nuestro vino y realmente es hecho a mano por nosotros. Hacemos el trabajo y hacemos el vino”. Si bien el winemaker Eduardo Camerati los ayuda en la vinificación yo le creo cada palabra.