PREMIO PARA LA HISTORIA DEL VINO EN EL CONO SUR

Publicado el 21 septiembre 2020 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

El historiador argentino radicado en Chile, Pablo Lacoste, ganó la única mención honrosa en español del importante concurso anual organizado por la OIV. Aquí todos los detalles e incluso por qué querer el libro y dónde encontrarlo.

Este mes el jurado internacional de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) otorgó 19 premios y 10 menciones especiales. Entre todos ellos, la única publicación escrita en idioma español fue la del historiador argentino radicado en Chile, Pablo Lacoste, titulada «La Vid y el Vino en el Cono Sur de América. Argentina y Chile (1545-2019)«. La mención honrosa se entregó a Lacoste bajo la categoría Historia.

En su aniversario de 90 años, los premios OIV recibieron postulaciones de 25 países ubicados en 4 continentes; las cuales se presentaron bajo 11 categorías. Dato curioso, resulta saber que durante la Segunda Guerra Mundial se interrumpió el concurso, y recién se volvió a premiar en 1946 incluyendo a las publicaciones realizadas entre 1939 y 1940. Para este particular 2020, el jurado, compuesto por la élite científica y técnica de varios países miembros de la OIV, buscó apoyar a las editoriales que exhiben el trabajo de autores, fotógrafos e ilustradores con una alta calidad editorial.

Los títulos de los premios OIV 2020 abarcaron una gran diversidad de temas, como: «Los vinos de Bulgaria, Rumania y Moldavia» de Caroline Gilby; «Vinos de los Alpes franceses: Savoie, Bugey y más allá, junto a su comida y tips de viaje», de Wink Lorch; «Clos, un patrimonio vitícola en la intimidad de 27 clos» de Benjamín Darreau y Philippe Toinard; «El gran libro de los vermut de Torino» de Giusi Mainardi y Pierstefano Berta; Preparación del suelo para vinos sostenibles y viñedos de uvas de mesa» de Johan L. van Zyl, J. y Eduard Hoffman. Pueden ser listado completo de publicaciones aquí.

Las postulaciones para los Premios 2021 están abiertas desde el 1 de septiembre de 2020 hasta el 28 de febrero de 2021. No se aceptan revistas, guías comerciales y sitios web comerciales. Los Premios OIV, para publicaciones, incluidos libros o sitios web de todo el mundo (sean países miembros de la OIV o no) buscan promover la difusión del conocimiento sobre la vid y el vino entre profesionales del sector, aficionados, e incluso novatos.

EL ÚNICO GANADOR LATINOAMERICANO

En cuanto al autor de «La Vid y el Vino, en el Cono Sur de América. Argentina y Chile (1545-2019)«, Pablo Lacoste, sabemos que es Licenciado en Historia de la Universidad Nacional de Cuyo, 1988, Argentina; Doctor en Estudios Americanos, especialidad en Estudios Internacionales, IDEA-USACH de Chile, donde actualmente es profesor. Además, Lacoste es autor de varias publicaciones relacionadas con el vino y su historia, entre ellas el controvertido título «El Pisco nació en Chile». Su trabajo en los últimos años se ha enfocado además en el estudio de las Denominaciones de Origen de Sudamérica y el rescate de sus antiguas tradiciones. El título premiado este mes por OIV tiene dos versiones, una editada en Argentina y la otra de editorial chilena. Esta última edición puede comprarse en Chile por $10.500 más costo de envío, a través de este link. Ambas, en todo caso, establecen las diferencias y semejanzas enológicas de la región sudamericana, analizando sus respectivos contextos políticos, económicos y sociales.

Entre los datos recopilados por «La Vid y el Vino» de Pablo Lacoste encontraremos, por ejemplo, que el primer viticultor de Chile fue don Rodrigo de Araya (1497-1561). De él, dice: «Español peninsular, detalla la obra, llegó a Chile con los primeros conquistadores. En 1541 fue cofundador de Santiago junto a Pedro de Valdivia. Sirvió como alcalde y regidor del Cabildo en las décadas de 1540 y 1550. Promovió varias innovaciones relevantes: además de cultivar las primeras viñas, introdujo el trigo en Chile… La actitud de don Rodrigo fue emulada por sus vecinos y rápidamente se propagaron los cultivos de trigo y las viñas. En la década de 1550, las cepas de vid se consolidaron en Chile. Allí encontraron un nicho ecológico particularmente favorable y se propagaron rápidamente por todo el reino, desde Copiapó y La Serena en el norte, hasta Chillán y Concepción por el sur y hasta San Juan y Mendoza por el este».

Lacoste también destaca en el libro premiado que surgieron dos paisajes vitivinícolas diferentes en el Cono Sur, después de su conquista en manos de españoles. Los que dan interesantes datos sobre la viticultura en cada país, actualmente: «En Perú, explica Lacoste, las viñas eran vecinas de las plantaciones de caña de azúcar. Por lo general eran grandes haciendas, muchas de ellas en manos de los jesuitas. Desde el punto de vista de la mano de obra, la cercanía de economías de plantación, como azúcar y algodón, generó en Perú un fuerte polo de demanda de esclavos de origen africano. El motor inicial eran los cañaverales, pero después, esta tendencia se extendió hacia las demás actividades económicas, incluyendo la vitivinicultura. Desde el punto de vista del patrimonio alimentario, la abundancia de azúcar generó una gastronomía muy avanzada en el desarrollo de postres y helados, logrados con nieve obtenida en la cordillera de los Andes. En cambio, en Chile y Cuyo, el ambiente fue diferente. La ausencia del modelo de plantación redujo la demanda de mano de obra esclava. La población de origen africano fue notablemente menor en estos territorios, en comparación con las zonas tropicales y el Perú. Paralelamente, las viñas dialogaban con “tierras de pan llevar”, cultivadas con trigo, donde los molinos harineros operaban como centros socioculturales. Disponer de azúcar era un lujo, pero abundaba la yerba mate del Paraguay, que se servía como infusión para acompañar las comidas».

También nos cuenta Lacoste, apenas en su primer capítulo Vitivinicultura Artesanal (1545-1860) que los conquistadores aceptaron la disminución del acceso a algunos productos europeos y que también se registraron cambios en las especies y condimentos. «En América, los españoles aceptaron muy bien el ají y el pimiento. Algo parecido ocurrió con el aceite de oliva, muy abundante en España y escaso en el Nuevo Mundo, donde fue sustituido por grasa de cerdo. En cambio, el vino no tuvo sustitución».

¿Un par de datos más? Lacoste cuenta que la costumbre de beber vino era compartida por los españoles con otros europeos, como, por ejemplo, los franceses. «Para ellos, beber significaba beber vino. Y cuando este faltaba por alejarse de Europa para ir a América, se producían tensiones. Así lo expresó un viajero francés que recorrió el Caribe a comienzos del siglo XVIII, a través de un relato personal muy elocuente: “Un empleado doméstico me dio un vaso de cerámica; pero era solamente agua. Le dije que en mi país solo se daba agua a los enfermos y a los pollos; y que yo era hombre y con buena salud” (Labal, 1724: 274).

Lacoste también nos da argumentos para defender que el vino es un alimento. «El vino se consumía regularmente en la vida cotidiana, no sólo en las comidas, sino también durante las faenas. En el campo, cuando los peones interrumpían la actividad para descansar y comer, incluían el vino. Este formaba parte de la alimentación diaria y muchas veces, parte del salario se pagaba en vino. El vino era moneda de la tierra en las zonas de producción, como Cuyo y en el Valle Central de Chile», cuenta en sus páginas.

Y… ¿Qué hay de la relación del vino con la iglesia? En un principio, cuenta Lacoste: «Se hizo visible el reclamo constante de los clérigos para obtener el vino necesario para celebrar la Santa Misa. Pero con el tiempo, los religiosos se involucraron también en la producción. Los monasterios y conventos funcionaron como estaciones experimentales, en el sentido de introducir plantas europeas, aclimatarlas a los climas y suelos americanos y capacitar recursos humanos especializados. Posteriormente, estas plantas y viticultores entrenados se derramaban por la región, contribuyendo también a mejorar la Viticultura de las haciendas laicas».

Otro dato interesante, entre tantos, Lacoste se refiere a las tinajas que hoy están de vuelta en la elaboración de nuestros vinos patrimoniales: «Los religiosos también aportaron con la instalación de hornos para manufacturar tinajas y botijas. El enorme poder económico de las órdenes religiosas les permitió disponer de los capitales necesarios para financiar los edificios necesarios para equipar sus bodegas».

Philippo Pszczólkowski T., autor del prólogo del libro, destaca entre otros, que en su cuarta y última parte se analizan los hechos entre 1990 y 2019, que permitieron que los productos de la vid conquistaran el mundo. Aspectos políticos, como la democratización de los países del Cono Sur de América, y aspectos económicos, como la globalización, sentaron las bases para acelerar los procesos que consolidaban identidad. «Aparecen los conceptos de variedades emblemáticas, tanto en Chile con Carmenère y Cabernet-Sauvignon, como en Argentina con Malbec. Se comienza a valorizar y a rescatar de su olvido a variedades patrimoniales, como la Listán Prieto (País, Criolla Chica), o a sentir orgullo por la producción de diversos vinos dejados algunos en el olvido a partir de variedades criollas, nacidas de cruzamientos espontáneos en los variados terruños del Cono Sur».

Si han quedado con gusto a poco, aquí detallamos la temática de cada capítulo de «La Vid y el Vino, en el Cono Sur de América. Argentina y Chile (1545-2019)«, y les recordamos que pueden comprar el libro a través de este link.

I- Vitivinicultura Artesanal (1545-1860)

1- Veloz propagación de la vid y la cultura del vino
2- Conventos y esclavos; pulperas y viticultoras
3- Polos vitivinícolas de América del Sur
4- Bodega, lagar, vasija
5- Uva País, Moscatel de Alejandría, Mollar y variedades criollas
6- Los vinos, los guerreros y la Guerra de la Independencia
7- José de San Martín como Wine Lover
8- Bernardo O’Higgins y el patrimonio vitivinícola de Chile
9- Proyecciones

II- Despegue de la industria vitivinícola (1860-1930)
1- Las condiciones para el auge de la vitivinicultura en el Cono Sur
a- Población en ascenso y nuevos mercados para el vino
b- La revolución del transporte: los ferrocarriles
c- Filoxera en Europa y su impacto en el Cono Sur
2- La expansión de la vid y el vino en Argentina y Chile
3- La burguesía del vino
4- El paradigma francés
5- Fronteras enológicas: Malbec en Argentina; Cabernet en Chile
6- Falsificación de las DO europeas: Champagne de Mendoza y el Médoc de Santiago

III- Vinos para el mercado interno (1930-1990)
1- Contexto político y económico: dictadores y populistas; inflación y regulaciones
2- Empresas líderes
3- Mercados y producción
4- Barriles, damajuanas y botellas
5- Ferrocarriles y camiones-cisterna
6- Plantas fraccionadoras y envasado en origen
7- El Estado empresario: Bodegas y Viñedos Giol
8- Crisis e intervención del Estado: caso Greco
9- Reforma Agraria y secuestros extorsivos
10- Batallas por la identidad

IV- A la conquista del mundo (1990-2019)
1- Democracia y globalización
2- Viñedos y variedades emblemáticas
3- Reducción y cambio del mercado interno
4- Mundo envase
5- Despegue exportador
6- Empresas líderes
7- Despertar de la identidad: DO e IG


 

 

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