ACADEMIA INT. DEL VINO HACE LLAMADO EN LA ONU

La AIV defiende ante la ONU el vino como patrimonio cultural y no solo como riesgo sanitario, y advirtió “Desnormalizar el vino es borrar una civilización”.
En vísperas de la Asamblea General de la ONU a celebrarse en septiembre 2025, la Academia Internacional del Vino (AIV) hizo un llamado a los jefes de Estado y de Gobierno para que, en su debate sobre enfermedades no transmisibles, adopten una visión equilibrada respecto al consumo de vino. La AIV advierte sobre el riesgo de reducir el vino a un problema sanitario y de “desnormalizarlo”, ignorando su papel como patrimonio cultural, social y humano con más de ocho mil años de historia.
La declaración sostiene que el consumo moderado forma parte de la cultura del gusto y de la convivencia, promueve la educación en la mesura y la responsabilidad individual, y no debe confundirse con el abuso. La AIV subraya la necesidad de educación en lugar de prohibición y pide que se preserve el vínculo entre vino, tierra y civilización, recordando que proteger el vino es proteger una forma de vida.
Aquí la carta compartida a WiP: cl por Mariano Fernández, ex Canciller y ex Embajador de Chile, quien forma parte de la Academia Internacional del Vino.
Excelencias, Señoras y Señores Jefes de Estado y de Gobierno:
¿Cómo prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles sin renegar de nuestras culturas y sin borrar lo que da vida a nuestras civilizaciones? Ese será el equilibrio que deberán encontrar el próximo 25 de septiembre, con ocasión de la 4ª reunión de alto nivel de la ONU sobre prevención y control de estas enfermedades, así como la promoción de la salud mental y el bienestar.
El vino se halla en el centro de esta cuestión. Con demasiada frecuencia la controversia se le reduce a una simple molécula de alcohol, se le acusa de ser una droga, y rara vez se valora lo que representa en la cultura universal. Desde veinte países distintos, los miembros de la Academia Internacional del Vino alertamos del peligro de reducir el vino a un mero riesgo sanitario, olvidando su dimensión cultural, social y humana.
DESNORMALIZAR EL VINO ES ANIQUILAR UN LEGADO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
El vino encarna ocho milenios de historia, de convivencia, alegría y de compartir; el vínculo con la tierra y con los paisajes; un lenguaje universal que une a los pueblos: Georgia con Grecia, Oregón con Toscana, Francia con Nueva Zelanda. Singular y universal, expresa paciencia frente al tiempo, humildad frente a la tierra y deseo de celebrar juntos. Ofrecer vino es invitar a la paz, la amistad y la fraternidad.
Consumido con moderación, defiende la cultura del gusto, la mesura y el lazo que une continentes, pueblos y generaciones. Preferimos la degustación al abuso y concebimos la salud también como bienestar social, mental y familiar, inseparable de la alegría de vivir.
DESNORMALIZAR EL VINO ES NEGAR SUS BENEFICIOS Y CERRAR EL DEBATE CIENTÍFICO
Un informe de la NASEM (Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE. UU.) concluye que «en comparación con la abstinencia total, el consumo moderado se asocia a una menor mortalidad por todas las causas». No adoptamos una posición científica, pero, como numerosos expertos, lamentamos la falta de un ensayo aleatorio a gran escala que permita juicios sólidos, y no solo datos observacionales insuficientes.
DESNORMALIZAR EL VINO ES OPTAR POR LA PROHIBICIÓN EN LUGAR DE LA EDUCACIÓN Y LA LIBERTAD
No ignoramos los peligros del exceso ni la necesidad de proteger a los vulnerables y combatir abusos. Asumimos esa responsabilidad sin ambigüedad: solo mediante la educación se aprende a degustar, comparar y apreciar el vino con moderación, convirtiendo al consumidor en embajador de la mesura.
La pedagogía preserva la libertad individual sin abusos, promueve responsabilidad y autocontrol. El vino expresa así su verdad en la transmisión de saberes y gestos, y en el aprendizaje de la medida.
Por todo ello, Excelencias, les instamos a un enfoque equilibrado: combatir excesos, pero reconocer la moderación; prevenir riesgos, pero preservar el vínculo profundo del hombre con la tierra; proteger la salud pública, pero respetar culturas y tradiciones. Porque preservar el vino es defender una civilización, un arte de vivir, un patrimonio universal vivo y, en definitiva, proteger a una humanidad que lo ha construido y transmitido durante milenios.