Seis Medallas de Oro ganó esta pequeña bodega en el reciente Concurso Catad’Or Ancestral. Dónde está y quiénes son su motor, les contamos hoy en WiP.

Los que nunca habían escuchado hablar de La Viña Mora Reyes antes de la premiación del reciente concurso Catad’Or Ancestral 2019, tienen algo de razón. Se trata de un proyecto chico, que elabora apenas 5.000 botellas al año, y que recién está a la venta en Santiago (ver detalles al final de la nota). Todo comenzó como un sueño el año 2006 por  las ganas del enólogo Fabián Mora Reyes de poner sus vinos en una botella bajo una marca propia. Su abuelo y su padre también habían hecho vino a partir de sus viñedos, la historia de siempre en Itata. Pero nunca habían embotellado, siempre vendían sus uvas de Moscatel, Semillón y Cinsault a granel, a terceros. Por supuesto, que también tenían otras cepas entre sus viejos viñedos, pero no les daban importancia, todo iba al mismo vino, blanco o tinto. Cosa que Fabián ha cambiado en esta nueva etapa junto a su sobrino y socio Mauricio Mora; quien aportó la inversión para comprar nuevos tanques de acero y una moderna prensa neumática. Innovaciones que les permitieron sumar 6 medallas de Oro en Catad’Or Ancestral 2019, además del premio al mejor vino del concurso con su Semillón Secano 2018.

Fabián Mora Reyes se atrevió a dar el salto gracias a su formación de agrónomo enólogo, y la experiencia de haber sido parte de varios proyectos grandes en el Valle del Itata, los que murieron, nos cuenta,  por una u otra razón: ya sea por el desplome del precio de las uvas, la falta de fidelidad de los cooperados a lo que sería su propia cooperativa a partir de nuevas plantaciones de variedades francesas, o la falta de mercado para vender los vinos.

Aquí hay otra historia curiosa. El INDAP de aquellos años, finales de los 90, les recomendó a los productores de Guarilihue (el pueblito donde vive y tiene su bodega Mora Reyes), nos cuenta Fabián, plantar Merlot, el que resultó ser…  sí, Carmenère, una cepa tinta que gusta del calor. Lo que aquí realmente no hay, además de tener otoños cortos. Entonces, sí, ese es el Carmenère que anda dando vueltas por ahí; y que con las lluvias tardías del 2108 resultó un desastre bien generalizado. La cosa es que Mora Reyes para llevar la contra plantó Cabernet Sauvginon; lo probamos, cosecha 2013, y es una delicia, pero bien podemos imaginar su rusticidad aún joven años  atrás. Lo mismo, nos pasó al probar su Merlot-Merlot 2014, una joyita rubí, bien pulida, aún llena de frescura.

Con ayuda de INDAP y CORFO y SERCOTEC, Mora Reyes ha sido de los primeros en el barrio en pasar de ofrecer el vino en clavo (lo que significa sacar el clavo, clavado en un gran tonel de raulí, y beber directo del chorro de vino que de allí sale), a tener su propia bodega con tanques de acero inoxidable y prensas neumáticas con capacidad para 60 mil litros. Lo del vino en clavo, valga la aclaración, es una tradición de la zona, y Mora Reyes lo convirtió en su atractivo turístico para quienes visitaban la bodega, ello como parte de un proyecto asociativo turístico con varios emprendedores de la zona, el que… adivinen: tampoco prosperó por falta de fidelidad a la esencia de asociatividad del proyecto.

Mauricio Mora, sobrino de Fabián, es Penquista, y desde pequeño ha estado conectado al campo. Nos cuenta que con sus hermanos pasaban todos los veranos en Coelemu/Guarilihue, en un campo que les heredó su abuelo (el fundador de Mora Reyes). «Creo que por eso, nos dice, me encanta el campo, con sus cerros, el silencio y las estrellas en la noche, la chacra, las viñas, la huerta, los animales, las abejas… me transporta a tiempos bonitos».

Mauricio es ingeniero civil y trabaja en proyectos de ingeniería para la industria Minera, pero su sueño es volver al campo. «Ya estando asentado en Santiago, cuenta, en cada viaje al sur pasaba al campo a visitar a mi tío y probar vinos. Hablábamos de la familia y el campo, él y mi viejo me contaban cómo eran las vendimias antiguas con muchos trabajadores, con muerte de chancho y guitarreo… otra onda. Me contaban historias de mi abuelo, como cuando en su primera vendimia se le rompió una pipa y el vino corría cerro abajo. O como destroncaban árboles a mano para plantar viñas. De a poco me fui empapando de la historia familiar, valorando que mi tío estuviera manteniendo esta tradición vitícola y convenciéndome de que mi camino iría hacia allá. Así, el año 2015 le propuse asociarnos para iniciar una nueva etapa de Mora Reyes de la siguiente forma: Elaboremos vinos de la mejor calidad que podamos realizar y vinifiquemos las variedades por separado para aprovechar el enorme potencial de Guarilihue. Para lograr esto, teníamos las enorme experiencia y calidad enológica de mi tío, un campo y parras geniales, pero estábamos al debe en la bodega, así es que partimos por hacerle el piso a la bodega, y luego compré todo el equipamiento que nos faltaba; una prensa neumática, despalilladora Inox, bombas y filtros Inox, y una serie de Cubas Inox, varias de ellas con chaqueta para control de temperatura y finalmente incorporamos barricas de roble francés (todo este equipamiento poco común en viñas pequeñas). De esta forma juntando estos tres factores: Enólogo fuera de serie, Parras añosas y una bodega adecuada, nació en 2016 la línea de vinos Secano que ha sido tan premiada en los últimos dos años».

Como todas estas ideas requerían financiamiento, explica Mauricio,  vendió su casa en Concepción y con ese dinero pudo comprar toda la maquinaria, además de unos terrenos colindantes al  campo familiar donde está plantando Carignan (creo que lo conoces) y donde piensa implementar un nuevo proyecto para la viña.

Para saber más sobre los vinos de Mora Reyes, de su proyecto, y de Guarilihue, con Mora Reyes recorrimos sus viejos viñedos, también sus nuevas plantaciones, que incluyen Cinsault, Semillón, Chasselas o Cortino y el Carignan de Mauricio. Y entre tanto, en el camino, vimos muchas nuevas plantaciones de Cinsault. Algo que no le dejó indiferente: “ahora, nos comentó, todos a plantar Cinsault; no sé si habrá mercado para tanto”. Lo que nos lleva a pensar en el cuento del kiwi, de las uvas de vino en Cauquenes, y ahora en los avellanos europeos… Lo cierto es que Itata, no, no está para más especulaciones.

Los viñedos de Mora Reyes están en Guarilihue; eso es entre Concepción y Coelemu. En una franja de tierra que sube desde la calle principal del pueblo y se pierde entre los cerros hasta el poblado vecino. Vecino de sus viñedos, con  algunos injertos de Carignan, y nuevas plantaciones de su sobrino, dimos con el origen de la uva con que Mora Reyes hace su País, el primer País que nos atrevimos a llevar el año pasado a la degustación Vinos de la Cordillera en Mendoza. Se trata, como los demás, de un viñedo de parras viejas, de más de 100 años, en cabeza, sin riego, en una suave ladera. El dueño es Aquiles Silva, un pequeño agricultor de 84 años que trabaja solo su campo. Las parras son cada una, una escultura que sube hacia el sol, siempre más altas y fornidas que sus vecinas Cinsault y Moscatel.

«Creo que con mi tío hacemos una gran dupla, cada uno tiene cualidades y funciones diferentes y específicas que son necesarias y complementarias. Además creo nos tenemos bastante respeto y cariño», nos dice Mauricio, soñando siempre en ese día en que con su señora e hijos vuelva al campo.

Contacto Viña Mora Reyes:

Guarilihue: e-mail fmora@morareyes.cl / teléfono: +56995809894

Venta directa en Santiago: Mauricio Mora +5699346089

Tiendas que tienen los vinos de Mora Reyes:

Santiago Wine Club – Santiago

Web Wines – Santiago

La Boutique del Vino – Quilpué

Quinta Barrica – Con Con

La Cava del Pescador – Concepción