El origen del nuevo vino de esta bodega maulina de larga tradición, nos habla de vientos de cambio. Gonzalo Pérez su nuevo enólogo tiene algo que ver con ello.

Días atrás tuvimos la oportunidad de probar un nuevo vino de Cremaschi Furlotti, uno elaborado con una cepa que poco, muy poco, vemos en Chile, la tinta emblema de California, Zinfandel. No ha sido el único vino de Cremaschi, que bebemos en los últimos meses y nos sorprende. También ha llegado un frutoso Syrah y un Chardonnay, de gran equilibrio entre madera y fruta fresca (ambos Edición Limitada). Son todos vinos que no estábamos acostumbrados a ver bajo el paraguas de esta bodega familiar cuyas instalaciones y antigua casona están a pasos de la estación del tren de San Javier. Sí, es toda una aventura llegar hasta allí en tren y cualquiera puede hacerlo.

Los mejores vinos de Cremaschi, sin duda eran sus más grandes tintos, vinos seguramente incomprendidos cuando jóvenes, pero con una gran evolución en botella después de muchos años. Por eso asombra este cambio, hacia vinos más frutales en su juventud y se aplaude.

Parte de este cambio parece tener algo que ver con la llegada al mando enológico de la bodega de Gonzalo Pérez, un enólogo mateo y sin filtro, experto en Aikido (así es que no le busque pelea), quien conocimos por su trabajo en Viña Anakena, y quien también el año pasado presentó su vino personal, la mezcla tinta Ciudadano de Cachapoal.

Pérez reconoce que le gusta el Valle de Cachapoal, donde tiene su pequeño viñedo familiar, y que le gusta especialmente el Sector de Las Cabras. Pero en esta nueva etapa al mando de los vinos de Cremaschi está descubriendo todo un nuevo mundo en el Maule. Esta semana lo vimos en el FB posteando fotos de parras viejas de más de 60 años en el secano del Maule. Tener la oportunidad de estar viviendo en el valle durante la semana, le permite visitar a los nuevos productores que han sumado a la bodega durante todo el año.

Como era lógico uno de los vinos que ha sumado últimamente la viña a su portafolio en un Carignan de viejas parras del secano. Lo más lógico además es que sumaran también un País, la otra tinta que le ha dado un nuevo aire a la zona del secano del Maule. Lo tiene, bajo observación, aunque no saben, dice Gonzalo si llegara a ser embotellado como tal, lo que sí explica es que ya trabajan con esta cepa, que compran a productores, para darle fruta a sus vinos de categorías más económicas.

Hablando de comprar uvas, el Zinfandel 2014 ($10.400 en www.bbvinos.com), que es nuestro vino de la semana, es también de productores. Esta vez de un viñedo a orillas del río Maipo, en el Valle del Maipo. Pérez llegó para la vendimia 2015 a Cremaschi, por lo que no tuvo que ver con su fruta, pero si con toda su elaboración de la cuba a la botella. Explica que el vino se guardó en barricas de tostado bajo de dos y tres usos (americanas y francesas) por ocho meses, con el fin de destacar la fruta. Y eso es justamente lo que se siente en este Zin: fruta fresca, fruta negra, nerviosa, algo muy pero muy raro de sentir en los típicos Zinfandel de California, donde predomina más el carácter de higos y ciruelas secas, además de alto grado alcohólico. La fruta de muy rica acidez manda en la boca de este chilenito del Maipo, y también su frescura manda en la nariz. Un Zin que de pecado no tiene nada, sino por el contrario, habla de los nuevos aires en una bodega que los necesitaba.