YA SALIÓ «VINOS CON CUENTO 2018»

Publicado el 05 julio 2018 Por Mariana Martínez @mymentrecopas

Conversamos con Eduardo Brethauer, el periodista especializado en vinos, que califica a los vinos chilenos que más le gustan con OMGs, WOWs, Heys o REvs, en lugar de altos puntajes, además de usar categorías  que definen excéntricos, surfistas, bohemios…

«Vinos con Cuento» en su tercera edición,  acaba de salir de imprenta. Con sus ilustraciones fantásticas, por lo llenas de imaginación e ingenio, de Omar Galindo, es un libro  imperdible para los amantes del vino, y  también para los que aún no lo son. Escrito por el periodista especializado en vinos Eduardo Brethauer (socio y editor de Vitis Magazine); una  pluma que quiso hacer lo que nadie había hecho antes en Chile: abrir una ventana de aire fresco para las  tradicionales guías de vino,  irreverente e irónica, con sabrosas historias que contar, y sus respectivos maridajes, con sándwiches, carnes, pastas…. también con películas, documentales, series y  discos. Una guía genial, poco usual, definitivamente, con 304 vinos recomendados de un total de 126 viñas, todos clasificados por estilo; de allí que están los empinados, los surfistas, los excéntricos, los andinistas, los los paracaidistas, los bailarines… Aquí interrogamos a su autor,  un gran amigo.

¿Por qué  decidiste hacer, crear, escribir, publicar… «Vinos con Cuento»?

Porque siento que hay un cortocircuito y una gran deuda entre las viñas y los comunicadores de vino con los chilenos. El lenguaje es demasiado técnico, elitista e incluso snob. El consumo de vino en nuestro país es de solo 14 litros por persona al año. Es una vergüenza para el cuarto exportador de vinos en el mundo. Siempre lo digo: somos un país productor de vinos, pero no un país de vinos. Con Vinos con Cuento quiero hablarle a los consumidores de tú a tú, en su propio lenguaje, no como un crítico que habla desde el púlpito a una manga de “ignorantes” o “descreídos”. Quiero acercar el vino a la gente, que lo disfruten, que lo hagan parte de su vida. A muchos se les olvida que la finalidad última del vino es pasarlo bien, compartir un buen momento con tu pareja, con tus amigos, con tu familia. Hay que tomárselo con más humor.

¿Por qué el  vino en tu vida, cómo llegaste a él o el llegó a ti?

Como periodista, era crítico de arte y cultura en Valparaíso. En un viaje a Santiago para entrevistar a los pesotillas del grupo Los Tres, terminé tan apestado que, sin proponérmelo ni dar aviso, llegué a Tarapacá en Isla de Maipo, donde me recibió su entonces enólogo Sergio Correa. Nunca escribí sobre la viña, pero me enamoré del vino y de sus profundas conexiones con la naturaleza, historia y cultura de nuestro país. Y, parafraseando a Los Tres, me dejé caer en este barril sin fondo.

Por qué todavía escribes de vinos? después de cuántos años….

Me parece que ya sobrepasé largamente los 15 años y renové contrato por al menos 15 años más. Pese a que es un mundo complicado, sobre todo cuando eres independiente, no lo cambiaría por nada. El vino me ha permitido viajar por todos los continentes, conservarme como quiero y estar permanentemente conociendo nuevos personajes, historias y culturas.

Por qué dejarías  de hacerlo -escribir de vinos, digo- Por qué no dejarías de hacerlo, beber vino…

Mi vocación no es poner puntajes. Tampoco ser famoso o vivir de las invitaciones. Es escribir historias. Voy a seguir haciéndolo hasta que el vino se acabe. O sea, nunca.

¿Por qué tu mujer es escritora de vinos, cómo tú?

Nos conocimos con Ania en un concurso de vinos en Sicilia. Desde entonces, no nos hemos separado más. Ella dejó todo para venirse a Chile. Ahora hacemos juntos «Vinos con Cuento» y me asesora con sus conocimientos sobre gastronomía y maridajes. El vino nos unió y, si seguimos tomándolo con moderación, no nos separará.

¿ Qué vinos se beben en casa dos escritores de vino?

Cocinamos y bebemos una o dos copas todos los días al almuerzo. Creo que más blancos que tintos. Somos un país cálido y nuestras comidas y vinos deberían ser más frescos. Mucho espumante, Chardonnay, Riesling, Pinot Noir y algunas cosas más estrambóticas como País, Moscatel, Cinsault y Carignan. Y, para las grandes ocasiones, descorchamos algunos clásicos de cosechas antiguas. Hay que tener paciencia. Guardar algunos vinos para que muestren lo mejor de sí.

Después del vino? … y antes? Cuándo hay tiempo para escuchar música, leer y ver películas o series…

Lo ideal es hacerlo al mismo tiempo. Prueba con “Sleeep Well Beast”, el último disco de  The National. La voz de barítono de Matt Berninger va increíble con una mezcla tinta mediterránea. Ahora estoy en una maratón de “Black Mirror”, esa serie futurista de Netflix que te pone los pelos de punta. Con un vino del futuro, como un Sauvignon Blanc de Osorno.

Qué te gusta y que no, de la industria del vino o como quieras llamarla: digamos que la industria de la moda también se caracteriza  por mucho glamour y creatividad, trabajo artesanal versus industrial, también mueve mucho dinero porque es masiva y exclusiva a la vez.

Me gusta vivir en Chile. La escena de vino es como una olla en ebullición. Todos los años aparecen nuevas viñas, proyectos familiares, campesinos y proyectos en lugares inimaginables, como en la Patagonia, Huasco, Alcohuaz o en la punta del cerro. Pero, por otro lado, seguimos tropezando con las mismas piedras. Somos muy bipolares. Vamos de un extremo a otro, desde los insufribles y sobremaduros tintos de la era “Rollandiana” y  ahora con los talibanes que desechan cualquier vino sobre 13º de alcohol. Somos buenos para aplicar recetas. Somos buenos para el corto-placismo. Me gustaría que nos enfocarámos en lo que realmente somos buenos, con una mirada hacia el largo plazo, intentando no solo complacer a los mercados con los estilos de moda y vinos buenos, bonitos y baratos, sino profundizando más en nuestros terruños, en nuestra identidad, en nuestras grandes fortalezas.

Si no pudiste con ellos -como nos dijo el crítico inglés Tim Atkin– por qué no te les uniste? o… dicho de otra manera, por qué un OMG, WoW, Hey o Rev para premiar vinos  y no la búsqueda los 100 puntos? Hay vida para los que escribimos sobre vinos más allá de los puntajes?

Los puntajes, pero en especial la escala de los 100 puntos, simplifican y reducen el potencial de un vino. No solo es una falacia (porque en realidad no equivale a 100 puntos, sino la gran mayoría se ubica entre 85 y 95 puntos), sino además se presta para malas prácticas. No todos, por supuesto, pero hay muchos que ponen los puntos con criterios comerciales más que técnicos. Hay que vivir, es cierto, pero yo prefiero vivir con mi conciencia tranquila. Por otro lado, siempre he sospechado de la perfección. La perfección es aburrida. Piensa en la belleza humana, en el arte, en la escultura. Cuando hay un detalle disruptivo, algo enigmático o que te perturba, es mucho más interesante. Hay tremendos vinos con 89 puntos que pierden oportunidades por la influencia de los gurúes de los 100 puntos. Prefiero contar historias. En «Vinos con Cuento» intento reivindicar la nota de cata. Hacer que los consumidores lean y decidan cuál es el vino para ellos.

¿Cómo se hace «Vinos con cuento»? La firme.

Se hace con mucho gusto, imaginación y trabajo. Tiene muchos quiebres y su final es siempre inesperado.

«Vinos con Cuento» está a la venta en  todas la librerías de la Feria Chilena del Libro y a través de su portal www.feriachilenadellibro.cl. Valle $ 11.990.

 

 

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