Publicación: 30 septiembre 2019

INCENTIVOS VERDES EN TIEMPOS DE SEQUÍA

Nuestra editora estuvo en el secano de Colchagua esta semana y volvió con el corazón apretado. El mensaje de la pequeña Greta cobró su más profundo sentido en cada paso que dio para conocer en que está el proyecto más grande de la D.O. Marchigüe.

Vengo llegando de Colchagua;  fueron un par de días intensos en su mayor tiempo dedicado a conocer en qué está el proyecto que vi nacer cuando su dueño soñaba con sumar  hasta 5.000 hectáreas de viñedos, y que luego vi ir desinflándose poco a poco, hasta dejar de saber incluso de sus vinos. Me refiero al proyecto que nació como Viñedos Errázuriz Ovalle del empresario y ex candidato presidencial Francisco Javier Errázuriz Talavera, mejor conocido como Fra Fra.

Después de recorrer junto a su actual gerente general Pablo Reyes y parte de su equipo sus principales campos en el secano de Marchigüe (donde suman 2.000 de sus 2.500 hectáreas de viñedos) mi intención no es contarles a ustedes el por qué del cambio de nombre de E.O.V. a Viñedos Marchigüe.  O del cambio de su gerencia y equipo enológico, ni de todo lo que ello ha conllevado  a volver a renacer literalmente de las cenizas, después de que se quemó su sala de barricas el año 2012…. Tampoco contarles  cómo está Fra Fra hoy, quien sufrió un derrame cerebral  el 2011 que lo tiene alejado del control de sus negocios. Era el plan, pero cómo podría. Todo ello será tema de otro artículo, no de éste.

Al llegar de vuelta a casa, inevitablemente con el mensaje de la temeraria Greta en la cabeza, y ver por mí misma lo vacíos que están ya a esta altura de la temporada 2019-2020 los tranques de agua en el secano de Colchagua, pues no ha llovido prácticamente nada, además de olfatear lo que se viene con la bomba de tiempo que son los bosques de pinos y eucaliptos este verano 2020, el tema es otro; el agua y preguntarnos qué estamos haciendo para frenar nuestro impacto en este medio ambiente, el que nos da de comer, beber y también nos permite enriquecer.

Pablo Reyes, yerno de Fra Fra es agrónomo y bajo su gerencia tiene hoy cerca de 70.000 hectáreas de campos. 35.000 de ellas destinadas exclusivamente a bosques forestales, la mayoría  en el mismo Valle de Colchagua. Con él pude hablar  justo mientras pasamos frente a un incendio descomunal que les afectó miles de hectáreas camino a Pichilemu el año pasado (ocasionado presumen intencionalmente). Hablamos entonces de su preocupación por los peligros que vienen esta temporada y de las medidas que se están tomando;  entre ellas,  menos aviones y más helicópteros pues son  más eficientes en tiempo, más  cuidadores para  los campos  y aprovisionados con motos y mochilas cargadas de agua para poder rociar el fuego y mantenerlo a raya antes de que se propague y que llegue la ayuda por aire, y cuadrillas que ya estarán alerta las 24 horas.

Para todas mis preguntas Pablo siempre tuvo una respuesta amable y bien digerida: el fundamento de la rentabilidad económica y la importancia de ser fuente de mano de obra. Sin bosques no habría trabajo en los campos del secano, porque -me explica- se sobre explotaron los suelos con trigo y otros cultivos que no necesitan riego, y hoy esos campos ya no sirven más que para el desarrollo forestal… La erosión causada por esta agricultura sin renovaciones de cultivo,  agregó,  es mucho  peor  que la de bosques ya cortados, porque éstos en un año apenas vuelven a regenerarse solos. Bosques nuevos, que por cierto,  me explica, son mucho más caros de manejar después, pero que cumplen con la ley de reforestación que les exige la ley; sin tener que limpiar el terreno para volver a plantar.

Tranque de campo Tierruca en Marchgüe, no se ha logrado llenar ni con el agua de los canales durante el invierno.

¿Por qué no cambiar a otros cultivos que consuman menos agua; que aporten a la diversidad; que no sean tan peligrosos ante los incendios como pinos o eucaliptos?  Porque un boldo, que es bosque nativo por ejemplo,  tarda mucho más que 25 años en llegar a ser útil para la empresa maderera, y las casas en Chile se construyen con madera.  Además, diría Pablo, cualquier árbol plantado con esta densidad de plantación -la única manera de ser  rentable-  consumiría la misma cantidad de agua;  también sus raíces ayudarían a secar las quebradas.

¿Por qué expandir sus viñedos (ahora a nuevas zonas más frías, como Panilonco, donde están realizando experimentos con Sauvignon Blanc y Pinot Noir a tan solo 2.5 km de la costa) en lugar de reducirlos?  Porque la idea no es crecer más allá de las 2.500 hectáreas, sino reemplazar viñedos que estaban mal plantados o viejos. «Tenemos el agua para hacerlo… Mi suegro pensó en la escasez de agua hace muchos años, antes de empezar a plantar», nos explica Pablo. Por ello compró derechos de agua de canales y además instaló pozos en los campos donde la había. El problema hoy, explica Pablo, es que llegaron más viñas a Marchigüe (Montes, Estampa, Concha y Toro, Bisquertt, Polkura…) y éstas solo contaron para el futuro con el agua que le daban sus pozos, pero hoy esos pozos cada vez dan menos agua. Ello, porque la laguna de agua que había debajo de Marchigüe se está secando, piensa. Entonces yo recuerdo que lo mismo ha pasado en el Valle de Casablanca. Todos sacaron agua sin pensar en las consecuencias.

LAS CIFRAS DE LA SEQUÍA Y POSIBLES SOLUCIONES

Mientras escribo estas líneas recibo  un link con una noticia sobre el Informe  Nacional de Disponibilidad Hídrica en emol.cl el cual detalla que algunos caudales de agua en Chile tendrán esta temporada 2019-2020 hasta un 90% de déficit, debido a la escasa acumulación de nieve, aunque la acumulación de agua en embalses mejoró levemente con respecto al año pasado.

Días antes, habíamos sabido que según el Balance Hídrico de la Dirección de Aguas (DGA) en Chile hay un déficit de entre un 10% y un 37% de disponibilidad de agua, según cifras preliminares. Una variación entre 84% y 91% en la zona central y 63% en la región del Biobío.

La disminución de precipitaciones será una de las causas del déficit. Se ha registrado tanto como de 100% menos de lluvias en el norte del país  entre los años 1981 y 2010.

Como consecuencia ante las alarmantes cifras, las autoridades de las carteras de Agricultura y Obras Públicas, negaban en la nota de EMOL.cl  que subirán los precios de las frutas y verduras. Sí, plantearon la evaluación de cómo va a afectar su calidad, tamaño, color y rendimientos por hectárea.  Si ese análisis lo llevamos a las uvas vitiviníferas, el resultado es claro. Sí es que la cosecha 2019 sí fue más baja de lo que se informó, sí debería subir el precio de uvas y vinos que se lleguen a cosechar.

Pero hay una mirada positiva  entre las autoridades; como no, es su labor:  “Tenemos menos nieve, menos precipitaciones, menos caudales en los ríos, y levemente menos agua acumulada en los embalses, y tenemos que regar 1.2 millones de hectáreas en Chile, mencionan en la nota de Emol.cl. «Pero, con esta información, sostuvo  el titular de Agricultura, Antonio Walker, vamos a poder planificar de forma mucho más certera cómo puede afectar la sequía a la producción agrícola«.  La orden del Presidente, acotaron al respecto, ha sido la de que no haya ni un chileno que se vea en situación de no disponer de agua. Y ahí, nos queda claro, van a estar puestas las inversiones de parche.

 

¿MALA GESTIÓN? SOLUCIONES…

En la misma nota de emol.cl encontramos un link a una información relacionada,  del 21 de septiembre, en la que se propone otra alternativa para la gestión de agua ante escasez hídrica. En esta nota, es Rodrigo Abarca, doctor en geofísica y académico de la Universidad de Concepción, quien cree que el problema no es que se está acabando el agua, sino que hay una mala gestión de ella. “El consumo no está bien regulado, dice, principalmente por las grandes diferencias de derechos de agua que poseen las empresas mineras, forestales y de la agroindustria, respecto de las posibilidades que logra la población. Esto debe ser replanteado completamente”.

Para Abarca, uno de los principales cambios que se deben realizar tiene que ver con la negativa prioridad comercial en la entrega de derechos de agua, ya que solo un 10% del gasto de agua del mundo corresponde a consumo humano, un 25% para uso industrial y 65% para uso agrícola y/o ganadero.

La solución que presenta Rodrigo Abarca, y que bien podría paradójicamente salvar los viñedos bajo alerta en Marchigüe,  implica sembrar agua. Es decir, estudiar la ubicación y el estado de los acuíferos subterráneos de Chile, para poder recargarlos a través de un sistema que según indicó ya se utiliza en el país. Esta recarga se puede realizar llenando estanques para que el agua escurra al subsuelo por la gravedad o bien inyectando agua directamente por tuberías. Esta técnica, aseguró, se realizaría desde tiempos prehispánicos en América, trasladando agua hacia sitios precordilleranos llamados mantos acuíferos, donde el agua podía filtrarse al subsuelo en otoño e invierno para que en primavera y verano hubiera agua en el Valle Central, hacia donde escurría por acuíferos naturales.  Lo primero que se debe hacer, explico Abarca, es averiguar dónde están los acuíferos, los que hoy son explotados de forma no planificada. 

“Se hace un pozo de 5 metros de profundidad, al año siguiente de 10, y así cada vez, porque los mantos demoran entre 10 y 100 años en recargarse de forma natural” argumenta Rodrigo Abarca.

En cuanto a la construcción de la carretera hídrica, Abarca explicó que conducir agua del sur hacia el centro de Chile es descabellado y criminal, debido al impacto ecológico, biológico e hidrológico en la cuenca que resulte  intervenida y en su mar adyacente por la baja en aportes de nutrientes que se transportan hasta allí a través de los sedimentos. La solución, cree, es desalinizar, cuyo precio es clave. Lamentablemente para la agricultura, sabemos, al menos hoy, la desalinización no es viable.

Suelos de granito visiblemente erosionados en las laderas de los cerros en Marchigüe, campo Santa Ana de Viñedos Marchigüe.

Pablo Reyes cree también que la solución para Marchigüe es traer agua de otro lado, y me comenta que ya hay un proyecto en estudio para traerla desde el Embalse Convento Viejo, el cual riega ya lo que antes fue el secano de Lolol,  y al cual le sobraría agua.  Esta es la razón por la cual ya Viñedos Marchigüe plantó hace años nuevos viñedos en la vecina zona de Pumanque, y además vienen con un nuevo proyecto en marcha de Cabernet y Carmenère para el 2020.

Entre risas y en serio, nos dice Pablo:  “con dry faming o agricultura de secano estamos todos, unos más que otros, y eso es simplemente porque no podemos regar”.

Antes, al contarnos que habían sacado algo de Syrah  en uno de los campos, nos diría: «No hay agua para todo… Lo que hacemos es repartir pobreza, porque el agua que hay es poca».

La situación sabemos no es aislada en Marchigüe,  y ya está pasando también en el  Norte de allí, en Cachapoal,  Maipo, Curicó, Norte del Maule, Casablanca, Aconcagua… En el Secano del Maule (donde las grandes  y medianas viñas han comprado derechos de agua por montones, sin medir consecuencias) por suerte las lluvias de los últimos días han bajado la preocupación. Es en Maule, justo, donde como una gran apuesta de I+D Viña Bouchon ha comenzado a plantar viñedos en grandes extensiones bajo la filosofía del secano. Algo, hasta ahora impensado en Chile.

LA REALIDAD…

Mientras recorremos los  campos veo sus plantas de paneles solares, son varias. Da gusto. Pero Pablo reconoce que no son suficientes para cubrir toda la energía que necesitan, especialmente para bombear el agua de un lado a otro.

También observo los robles que han plantado a lo largo de las quebradas,  y que cultivan en sus propios viveros. Me cuenta que el sello distintivo de los campos de Fra Fra son justamente los árboles plantados a lo largo de todos sus caminos.

Cuando le pregunto a Pablo Reyes que está  haciendo el holding de la familia (que incluye ademas empresas mineras y aserraderos) para enfrentar el cambio climático y para que Chile deje de ser la despensa de materia prima barata de los países desarrollados (me refiero  a las inversiones en I+D),  me responde que la inversión de 7 millones de dolares para sacar Viñedos Marchigüe adelante ha sido la prioridad de estos últimos años. Es un discurso, me queda claro, que su directorio no quiere escuchar después de tantas inversiones. Tampoco hay allí espacio, me explica, para la reflexión sobre la necesidad de I+D.

Pablo se nota tranquilo hoy, porque  tienen agua. Lo que le preocupa, me confiesa,  es el próximo año.

Hiperquinético y muy  estudioso,  claramente Pablo es un empresario franco en sus opiniones, de buen trato con su equipo; sin  dobles discursos, lo que agradezco. Lo que me preocupa, es que  no haya una gota de reflexión en sus palabras sobre cómo mitigar las consecuencias de los monocultivos o la sobre explotación del agua.  Mi pregunta les sonará trillada, pero sí:  ¿cómo se atreven? Cómo se atreve éste y cualquier holding chileno que forme parte de la elite con más recursos del país para no promover cambios en positivo.

No quiero sentir la misma angustia o impotencia de Greta al saber lo que está pasando y que no haya un plan real a nivel de grandes empresas al respecto, si es que sus necesidades están ya salvadas, o haya otras que parecen más importantes. Pero cómo no pensar en las consecuencias, cómo no evitar pensar en que habrá familias sin agua, y que miles de animales ya están muriendo por la sequía.

Cómo no pensar, más de cerca,  en la angustia de los pequeños viñateros que tendrán que pasar otro verano sin dormir, rodeados sin haberlo pedido de la bomba de tiempo que son los  bosques de pino y eucaliptos; o en las viñas sin millones de dólares de espaldas, que ya se quedaron sin agua por no pensar en el medio ambiente. Saber que los dueños de forestales pasarán también noches de desvelo por sus miles de hectáreas bajo el acecho del fuego, no debe ser consuelo. Además, bien me dijo el mismo Reyes: ver quemarse el bosque nativo da un dolor inmenso.

La respuesta para todos es igual: hacer algo y no olvidar que  mientras más grande es nuestro impacto negativo en el medio ambiente,  más grande debe ser el aporte en la dirección contraria. Porque aunque Greta no les guste, y bien lo dijo Felipe Larraín, Ministro del Interior este domingo en entrevista a el diario La Tercera; crecimiento y medioambiente no pueden ser contradictorios. Cómo lograrlo es tarea de todos, pero como vamos parece que la única manera de lograrlo es, una vez más con la zanahoria delante: con  incentivos tributarios verdes.

Para comenzar a hacer algo, una idea bien concreta: ir al Seminario Intencional de Viticultura y Cambio Climático organizado para este miércoles 9 de octubre. Ver más detalles aquí, los cupos ya se estaban evaporando. También esta semana, el 04 de octubre en Colchagua habrá un Seminario sobre Estrategias de Adaptación al Cambio Climático , ver todos detalles es nuestra Agenda WiP, por el gran  interés que hubo se ampliaron los cupos que creíamos ya cerrados.

 

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Un comentario

  1. El problema no es que hayan llegado más viñas a Marchigue, ya que tienen el mismo derecho que cualquiera, el problema es plantar la gigantesca cantidad de 2.500 hás en una zona con cuenca cerrada y muy poca agua, sumado a comprar prácticamente todos los derechos de agua condenando al resto de la gente de la zona a no tener agua y a la pobreza. En resumidas cuenta un muy mal vecino.
    Slds

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