Publicación: 31 enero 2019

UN LLAMADO DE AUXILIO

A pesar de los rumores de que no hay permisos, y tal como lo han venido promocionando desde hace un par de semanas, mañana 1ero de febrero a las 11:00 la Coalición Nacional de Viñateros Chile botará vino chileno frente a la Intendencia de Ñuble. Ello, para dar a conocer el problema detrás de los bajos precios de uvas y vinos. WiP conversó con Yenny Llanos, vocera de la iniciativa.

Si es que siguen en redes sociales a la Coalición Nacional de Viñateros de Chile (@vinateros_Chile ) sabrán que este grupo de pequeños y medianos productores de uva y vino desde Itata hasta Valparaíso, llevan ya varias semanas haciendo el llamado para acompañarlos en un acto simbólico, doloroso: botar sus vinos públicamente literalmente a la calle, ello en la gran explanada de la Intendencia de Ñuble, ubicada justo delante de la Plaza de Armas de Chillán.

A pesar de los rumores, y las amenazas recibidas por los pequeños productores de perder los apoyos que ya reciben del Estado si asisten, el acto simbólico va. Así lo confirmó a WiP.cl esta mañana Yenny Llanos, vocera de la agrupación, con quien habíamos tratado de comunicarnos hace varios días, pero nos había resultado imposible.

Como nos explicara Llanos, el acto va como una forma de hacer ruido para visualizar el problema ante los consumidores, ya que el Estado parece no mostrar ningún interés en el tema que afecta a los productores de uva y a los productores de vino que abastecen a los grandes viñas; las que Llanos llama los grandes poderes compradores (entre ellos, Viña Concha y Toro, la viña más grande de Chile, líder a nivel mundial).

Llanos describe el problema con cifras precisas: El año pasado los productores vino (que abastecen a las grandes) compraron uvas por ejemplo a $320 pesos el kilo (valor referencia del Sauvignon Blanc 2018), si a eso se suman los costos de vinificación por litro  ($100, por lo bajo) y que se necesita más de un kilo de uva para hacer un litro de vino, el costo final de un litro debe superar para no salir para atrás en el negocio, mínimo unos  $420. Lo que ocurre hoy, explica Llanos, es que los poderes compradores están ofreciendo precios por debajo del valor al que se compró la uva.

Por donde se mire, dice Llanos, los números no dan y muchos van a quebrar este año. Llanos habla de precios ofrecidos a $14.000 la arroba (40 litros) mientras el año pasado, un buen año sin duda, llegaron a $24.000 la arroba».

Llanos destaca que los grandes poderes compradores pueden aplicar esta estrategia porque el Estado los deja y  porque pagando bajos precios pueden ser más competitivos en los mercados internacionales sin perder plata. Porque aunque compren a $420, si venden por sobre ese precio, ya ganan. El que pierde, claramente, es el productor del vino. «Es insólito, dice Llanos, como uno ve los reportes de exportaciones, con los precios de vinos a granel o embotellados subiendo, mientras en Chile los precios de compra bajan más allá de los costos. Las viñas que se abastecen de terceros pueden hacerlo porque no pierden nada, sólo ganan.»

El llamado, entonces explica Llanos, es a visualizar el problema, ya que el Estado, a quienes les han entregado las posibles soluciones a través de las más diversas mesas de diálogo con el Ministerio de Agricultura y Economía, no los ha tomado en cuenta hasta ahora. Dice Llanos, «no sé por qué».

El 17 de diciembre del 2018, cuenta Llanos, tuvieron una reunión con los Ministerios de Economía y Agricultura, donde mostraron la situación con representantes de las asociaciones de Biobío, Itata, Maule y Colchagua. «Fuimos a pedir medidas tan simples como la publicación de precios, que aún no se ha hecho. Fuimos a explicar y manifestar la gravedad de lo que se viene; esta situación de manipulación de precios que es resultado de una falta de transparencia en los mercados y falta de competencia donde nada o poco se ha hecho. Ello, teniendo las autoridades la solución en las manos; porque son políticas de Estado, más allá de Gobiernos. Lo que quiero enfatizar, dice, es que el Estado no le ha tomado la gravedad al asunto».

«Hay cosas fáciles de hacer dice Llanos, pero no se están haciendo: vemos a mucho que hablan y hablan y no estamos siendo escuchados. Cuando están hablando de las soluciones posible nos dicen: pero si pueden tener financiamiento a través de INDAP. Nos sentimos humillados; que nos están faltando el respeto; estamos desolados, tenemos un tremendo problema y estamos solos».

«Lo que nos afecta es que los precios aparecen cuando las uvas están maduras y que hay una orquestación de información errática. Vimos dos insertos en revista El Campo hablado de los precios a la baja. Por qué los precios de los productores bajan y los graneles acumulaban un alza, igual que los vinos con D.O.  Pero al productor se le acumula una baja de precio entre un 30 a 46%; cómo se justifica eso… Entonces hay una manipulación tremenda,  donde el Estado debiera tener un rol activo y no dejar a privados manosear el mercado como lo han hecho hasta la fecha. Esto es el corazón de esta propuesta», explica Llanos.

Una de las medidas que han propuesto, explica Llanos, es que se publiquen los precios de las uvas y vinos en el momento adecuado, para que los productores tengan la información. «Si ves en ODEPA, no han publicado aún los precios de la temporada pasada, en O’Higgins tampoco…» Saber los precios, explica Llanos, es un derecho para poder desarrollar el negocio de un año a otro; ocurre hoy con el trigo, el maíz, la carne, la leche… No pedimos fijar los precios, agrega, porque va en contra del libre mercado… Sí tener estadísticas en tiempo real y saber en base a qué parámetros se fijan los precios: si es precio del dólar, precio de las uvas en otros mercados…» También en base a los stocks de vinos, los cuales asegura Llanos no pueden corresponder a la realidad». Decir que hay sobre stock para pagar poco (a pesar de dos malas cosechas, como 2016 y 2017) no le cuadra.  »

Llanos explica que es bien conocido cómo se enfrentan los abusos monopólicos. «No podemos fomentar una industria que está quebrada para las PYMES. Hay que reglamentar a los peces gordos para que convivan con los pecesitos más chicos; reglamentar y crear competencias entre los pecesitos… Cuando alguien se queja que el precio del vino chileno es muy barato, sólo puedo decir que ellos han sido los responsables», argumenta  Llanos.

«Muchos dicen que debemos tener valor agregado, nadie lo discute. Hay asociaciones cuyos socios ya se benefician de ello y están exportado. También hay cooperativas, dentro de ellos COVICA (Lomas de Cauquenes) fundada el año 1939. Desde entonces han vivido -aunque hoy están en su último respiro- tienen una experiencia de más de 70 años; en los buenos tiempos estuvieron exportando; tenían locales y canales de distribución. Son una de las pocas cooperativas que sobrevive después de tantas crisis. Recordarás que en Itata también  hubo muchas cooperativas pero todas murieron… dice Llanos. Yo te voy a explicar por qué: hubo un cambio de políticas, había instrumentos de fomento que se pararon. Con la apertura de los mercados y cambios de política de Estado se dejó en manos de privados y se dejó de subsidiarlas. A la par, la industria se fue concentrando y las cepas finas entraron firme al mercado. Las cooperativa que se abastecían con uva País y Moscatel perdieron valor, perdieron competitividad. Así  fueron cayendo.

COVICA compró el año pasado el kilo de uva a $320, y este año le están comprando el vino de esas uvas a $320 el litro… Para nosotros es muy importante que la gente entienda cuál es el problema. Y nuestras propias cooperativas aún no lo han entendido; después de que vinificaron con subsidio del Estado vendieron sus vinos a bajo costo… El 2015 conocí a un señor, Don José que ya falleció, el tenía una bodega al estilo francés de 250 mil litros, exportaba, pero con el boom de las cepas francesas, no fue capaz de solventar sus costos fijos. Tuvo que cerrar», cuenta  Llanos.

Llanos asegura que al acto simbólico de mañana en la Plaza de Chillán asistirán productores de diferentes valles, e incluso llegados desde Maipo. Los productores del Maipo, cuenta, se pusieron con 5.000 vasos para regalar Borgoña a los asistentes, otros se pusieron con el vino y las frutillas. «Eso sí, los del Maipo no van a poder traer los 10.000 litros de vino que querían, porque les costaba demasiado caro traerlos hasta Chillán y entenderás que estamos todos quebrados. Al final traerán menos en sus propias camionetas», dijo Llanos.

Para los que están preocupados de cómo van a botar el vino y qué vino, Llanos manda a decir que «no van a generar un problema buscando la solución de otro». Se comprometieron a botar el vino a las 11:00 en punto cerca de una canaleta de desagüe de lluvias, y luego a limpiar la zona con agua. «No vamos botar el vino que no sirve, agregó. Esto es sumamente simbólico para poder tener algún impacto con nuestro acto, porque en realidad nadie quiere botar sus vinos».

Dentro de su desolación, Llanos menciona la ayuda que han tenido del diputado Frank Sauerbaum, uno de los parlamentarios jugados por la causa. «El ha cumplido en gestionar reuniones con la comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, donde pidió en junio que el tema de la viticultura fuera abordado. El 22 de enero recién pasado, asistimos para presentar el problema y las bases técnicas. Tuvimos buena recepción y vieron nuestro caso similar al de la leche,  por lo que propusieron hacer una réplica de lo que están haciendo en este sector ganadero, para el sector vitivinícola. Entiendo que enviaron un oficio y pidieron un informe del vino al Ministerio de Agricultura para saber lo qué pasa. Eso fue una noticia muy positiva, pues no hemos visto esa actitud en otras instancias», concluyó.

Una de las propuestas de esa reunión en la comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, explicó Llanos, y que fue bien acogida, busca transparentar al consumidor qué contiene el vino que va a beber a través de sus etiquetas. «Lo que esperamos, sin apuntar a nadie, es que los productores que sean más naturales, que no agreguen ácido, taninos ni agua para alargar los vinos, sean reconocidos ante el consumidor, porque en desventaja sí está haciendo un muy buen trabajo. La comunidad europea también está trabajando en esta línea, para transparentar las buenas prácticas y resguardar la calidad de los vinos», agrega Llanos.

Este desesperado llamado de auxilio nos invita en WiP.cl a varias reflexiones. Una de ellas particularmente nace de haber sabido a inicios del año, a través de un reportaje en la prensa nacional (que no pudimos encontrar, se agradece link si lo tuvieran), la base de los cambios implementados por Viña Concha y Toro para dejar atrás las pérdidas en ganancias que en parte les ocasionó el Brexit. Según la nota, estos cambios de timón, buscan concentrarse en producir vinos de mayor valor, y restarle importancia a los demás. Es decir,  enfocarse por sobre la línea Casillero del Diablo. Vinos cuyas uvas, según la lógica aprendida, requieren de mayores precios.

Tampoco es secreto que Viña Concha y Toro está desarrollando tecnología de avanzada para ser lo más eficiente posible (en rendimiento y uso de maquinaria) aplicada en sus propios viñedos y en los de sus grandes productores contratados a largo plazo; lo que está desarrollando a través de su Centro de Innovación y Desarrollo en el Maule. Allí en una de las zonas de rezago (las más pobres de Chile) posee a su vez cientos de hectáreas de viñedos propios con derechos de riego; al igual que varias viñas grandes más. La pregunta que surge es: ¿qué pasará con los demás, los que mañana estarán reunidos botando vino en Chillán; les importa a las grandes o no que desaparezcan? O es que acaso cuando sigan subiendo su enfoque hacia arriba, los pecesitos habrán dejado de serles útiles.

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