Ayer se presentó la nueva línea chilena Winemaker’s Secret Barrels, formada por un tres vinos pensados en el creciente mercado de los llamados millennials.  

Los vinos que estarán a la venta pronto por $5.000 c/u ya tienen un año en el mercado Norteamericano (para el cual fue creada), pero hace ahora recién su aparición en Chile con una estrategia diferente. Si bien el concepto original, pensado para los millennials del norte,  fue  ofrecer vinos económicos en un formato innovador (en botellas de litro con serigrafía de la marca y descriptores de cada vino), para Chile el equipo creativo del proyecto llegó a la conclusión de que siendo este un mercado mucho más tradicional, debían dar un paso mas allá. Para ello, crearon una campaña de la mano del bar.

De allí que el lanzamiento de ayer en Santiago fuera en el Bar-Restaurante Kinza, con tres bartenders chilenos destacados,  preparando cócteles con cada uno de los tres vinos: El blanco (mezcla de Sauvignon Blanc, Chardonnay  y Viognier), tal vez el menos logrado grado, por sus aromas y boca muy cálida, ideal sí para refrescar con jugos cítricos, ginebra y mucho hielo. El rosado, el más atractivo de beber solo, por sus ricas notas de caramelo de guinda y una boca jugosa de marcada acidez, para servir heladito. Finalmente, el tinto, un fiel ejemplar de vinos económicos «enchulados» por las notas de las maderas alternativas especiadas (disculpen no se nos ocurrió una palabra más descriptiva).

El número de la selección de lotes detallada en cada etiqueta, aporta el atractivo de ser coleccionables, pues cada mezcla es diferente. Este no sería el único detalle del empaque (para convertirse ya en objeto de deseo en mercados como el brasilero) también, lo es su cápsula abre fácil  para facilitar  y  sus corchos plásticos de vivaces colores.

En conclusión: los  Winemaker’s  Select Barrels llegan como vinos para un público que busca diversión más que calidad. Su marca definitivamente se escapa del uso actual en vinos de alta gama (relacionados con vinos de terroir y carácter). Aunque aquí también sin embargo hay un preocupado enólogo detrás, Raimundo Azócar, también responsable de la mucho más clásica bodega de Cachapoal Punti Ferrer,  dueña de la marca. Pronto, estarán a la venta en restaurantes y ciertos supermercados.