UNA DEMANDA EN BOCA DE TODOS

Publicado el 02 diciembre 2019 Por Claudia Gacitúa @mujergourmet

Cuando alimentarse se ha convertido en una rutina invisible que pocas veces nos detenemos a observar, Claudia Gacitúa reflexiona sobre cómo los Cabildos nos han recordado que la alimentación habla sobre nuestra cultura, historia y las relaciones que formamos con otros.

Las redes sociales arden y los cabildos autoconvocados se han tomado la agenda del momento. Llama mi atención en particular los encuentros dedicados a la alimentación realizados las últimas semanas en Valparaíso y Santiago; donde la alimentación ha tomado un rumbo diferente al que estamos acostumbrados y se convierte en un tema que trasciende del plato.

Partiendo por la tierra, con los campesinos; en el mar con los pescadores; llegando hasta la tecnología e innovación, recorrido que incide en las áreas de salud, bienestar, economía y educación entre otras, situación que pocas veces analizamos y reflexionamos.

¿Qué tiene que ver la alimentación en este cambio social se preguntarán? Mucho. Partiendo por la preocupación que genera el hecho de que en la actual Constitución de Chile no está de manera explícita el Derecho a la Alimentación, base de la falta de políticas públicas efectivas, información, fomento y fiscalización para que todos podamos acceder por igual a un Sistema Alimentario ético, seguro, justo y sostenible.

Los Cabildos Alimentarios

Este último mes han sido varios los Cabildos y Conversatorios realizados sobre alimentación, donde ha quedado en evidencia el deficiente sistema alimentario que poseemos, poniendo en tela de juicio el papel que debe jugar el Estado y el mercado frente a las políticas de producción, distribución, comercio y consumo; así como también en las dietas y situación nutricional de la población.

En este punto, tanto alimentación, cocina y gastronomía se han convertido en un elemento simbólico que en ningún momento puede quedar ajeno a las dinámicas y los cambios políticos, pasando desde una expresión cultural, fuente de nutrición y placer, a convertirse en materia de discusión política, ética y económica.

En los Cabildos y Conversatorios se han visto cuestionados los aspectos del poder implicados en los procesos agroalimentarios. Habrá que tener presente que cada uno de los alimentos que consumimos arrastran un modelo de producción y consumo específico sumado a que detrás de cada plato existe una larga cadena que parte en las áreas de producción en su mayoría monocultivos, sin respeto a la estacionalidad de los productos, haciendo que la tierra se debilite y erosione con más facilidad, afectando también al ecosistema natural.

A esta cadena se suman los excesos de agroquímicos, donde muchas veces desconocemos sus verdaderos efectos. Al mismo tiempo campesinos y productores a pequeña escala van quedando fuera del sistema con bajísimos ingresos y totalmente en desventaja ante las grandes empresas agrícolas. Eliminando así la cultura y modo de vida campesino e incluso dando un giro al uso de las tierras.

No podemos olvidar aquí la serie de problemáticas y conflictos económicos, políticos y éticos asociadas a los recursos hídricos, tema importantísimo y complejo que ha sido una constante en todos los Cabildos.

Otra problemática tratada en los Cabildos, tiene relación con la casi nula regulación de la industria de alimentos ultra procesados, ya ni sabemos que es lo que estamos comiendo y aún así lo seguimos prefiriendo por una falta de educación e información, sumado a que son más baratos y calóricos que una fruta por ejemplo.

El Derecho a la Alimentación

Del Derecho a la Alimentación (dentro del cual se busca incluir también al vino chileno como un alimento) derivan conceptos fundamentales como la seguridad alimentaria, la que la FAO describe como la posibilidad de que todas las personan tengan en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias a fin de llevar una vida activa y sana.

O más específicamente, el Derecho a la Alimentación Adecuada, el que consiste en alimentos disponibles en cantidad y calidad adecuadas para satisfacer los requerimientos dietarios de los individuos, libres de sustancias adversas y que sean aceptables para una cultura determinada; los cuales deber ser accesibles de una manera que sea sostenible y que no interfiera con el goce de los derechos humanos del otro.

En definitiva, el sistema alimentario actual en Chile falla, y según la FAO esto se debe a una carencia de un órgano designado para la realización de Derecho, que coordine toda la oferta del sector. Sumado a la ausencia de una Ley Marco que establezca las bases para la consolidación y articulación de un Sistema Alimentario Nacional Integrado. Todo ello, resultado de la falta de reconocimiento explicito en la Constitución del Derecho a la Alimentación.

Un nuevo sistema alimentario

Dentro de este caos que se ha convertido el sistema alimentario actual, surge una paradoja difícil de entender. Por un lado, un gran porcentaje de la población está muriendo de enfermedades derivadas a exceso de comida. Chile lidera los rankings de los países con mayor obesidad infantil y adulta de la región. Versus ciudadanos que sufren de una malnutrición y otros que todavía pasan hambre. Según la FAO un 27% de chilenos no puede acceder a comida saludable. Situación que denota una falla en las políticas públicas asociadas a una mejor nutrición, sumado a que los chilenos siguen prefiriendo los alimentos ultra procesados.

En contraste 1/3 de todo lo producido y comprado para comer es literalmente botado a la basura, ya sea por desconocimiento de los consumidores (falta de un repertorio culinario), un sistema selectivo de producción donde prima lo estético (frutas y verduras deformes o feas se botan), además de una falla en la distribución y almacenamiento. Lo más triste es que, además, estamos desperdiciando mano de obra, tiempo, tierra, agua, semillas, entre otros.

Es en este escenario, donde estas instancias participativas como los Cabildos y Conversatorios, a través de una mirada reflexiva, se transforman en los pilares fundamentales para construir un nuevo sistema alimentario. Ello, junto a los que creen en la puesta en valor de tradiciones culinarias; los que valoran los oficios gastronómicos; aquellos que se preocupan del origen de los productos que consumimos y de los que luchan por una alimentación más ética y justa.

Así, todos comenzamos a entender a la alimentación, cocina y gastronomía como parte de algo mayor, algo más potente, que conforma nuestra forma de ser, que es parte de la cultura, de nuestra historia y de la política. Y que nos lleva a pensar que ese simple acto que repetimos al menos 3 veces al día, rutinario a simple vista, es tan complejo y sofisticado como la misma mente humana.

Al final, cada bocado que entra en nuestro organismo trae una carga, en un primer momento nutricional, en un segundo sensorial, sabores, aromas y texturas, pero en un tercero una carga histórica, cultural, económica y social, de la cual jamás podremos negar.

 

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