VINOS AYLLU, MILAGRO EN EL DESIERTO

Publicado el 28 noviembre 2018 Por Mariana Martínez @reinaentrecopas

Fuimos a conocer los viñedos más altos de Chile, en el Desierto de Atacama. Aprendimos de las adversidades de su terruño,  también de la fama que un día tuvieron los vinos criollos de Toconao. Están todos invitados a conocerlos en su próximo viaje a San Pedro.

 

Pocos pueden imaginar que en el Desierto de Atacama, a más de 2.400 msnm, en la Región de Antofagasta, fuera, y muy lejos, del mapa de las Denominaciones de Origen del vino chileno, hay aún  gente con la tozudez para querer hacer vinos. Pocos se deben imaginar que sobre sus suelos de arena, y con el agua administrada a gotas, el vino no es una moda recién aparecida, sino que es parte de un saber hacer, de una cultura que desde tiempos ancestrales ha sabido cultivar sus  huertos de hortalizas y árboles frutales,  y entre esos frutales, les han dado espacio para las vitis viníferas.

Pocos saben, hasta ahora, que al recorrer y perderse en los senderos de Toconao, un pequeño pueblo a tan solo 30 minutos de San Pedro (la capital del turismo del Salar de Atacama) pueden encontrarse con esos oasis donde conviven desde hace más de 100 años, árboles de damasco, membrillos,  y viejas parras de País y de Moscatel.

Hector Espíndola, es uno de esos viejos tozudos de la cultura Lickan Antay de Toconao,  que tiene un huerto con viejas parras en ese oasis llamado el Bosque Viejo. Don Héctor, va todos los días, con sus pies cansados, caminando desde su casa hasta su huerto;  al igual que sus vecinos,  porque todos los días deben regarlos,  y si no lo hacen, incluso en el inverno, sus plantas morirían. Por eso, aunque reciben agua solo una vez por semana,  la que llega a través de canales desde las montañas de la Cordillera de los Andes, como un derecho ancestral (algo único en Chile), cada agricultor debe tener  su propio tranque de reserva.

Emociona caminar por esos senderos de Toconao, donde el año 2012 un alud se llevó gran parte del suelo fértil y sus cultivos a ambos lados del Valle del Jere.  Esta es una de las tantas venas en mitad del desierto, marcada por el paso de aguas cristalinas. Don Héctor tuvo suerte, su huerto permaneció intacto, se salvaron sus viejas parras con las que tradicionalmente hace sus vinos:  los Trono  Viejo  Blanco y Tinto. Ambos, son vinos dulces; son los vinos criollos de Toconao como fueron conocidos en toda la región y se hicieron de su fama.

En mitad del viñedo y bajo la sombra de un membrillo Don Héctor nos dio a degustar sus vinos criollos en pequeños vasos de vidrio. El blanco de Moscatel es casi como un Pisco, muy cálido y denso, dulce en su justa medida como su acidez. El tinto,  de País, es más bien un rosado pálido, con una acidez más chispeante, y un tanino suave; no así su alcohol. Los bebemos a temperatura ambiente, eso es unos 30 grados celsius. Sí, quien no hubiera querido tener un gran cubo de hielo cerca, pero qué importa, esto es patrimonio.

Tronco Viejo Blanco y Tinto son los vinos que siempre hizo Don  Héctor, hasta que un día, junto a otros vecinos de la comunidad de Toconao, se le despertó el interés por plantar nuevas variedades, de origen francés, según les recomendaron asesores que llegaron desde la zona central,  con el  fin de  hacer otro tipo de vinos; los vinos secos, finos. Los vinos que hoy conocemos bajo la marca  Ayllu.

Muy cerca de allí, si vamos en auto, pero a más de 6 horas caminando, está el Valle de Puques, otra vena verde en el  Desierto de Atacama  regada con aguas de la cordillera. Aquí solo  los hermanos Puca (Remigia, Gerardo y Pedro), siguiendo la tradición de sus padres, son quienes cultivan sus huertos de frutales y hortalizas; también viñedos de Moscatel de Alejandría, y  de Syrah, Malbec y Chardonnay. Una idea que surgió después de haber perdido todos sus viejos cultivos, porque la arena  se comió literalmente la vertiente que les traía agua desde las montañas. Tardaron en recuperar los cultivos que hicieron sus padres en los años 50, y cuando lo hicieron decidieron  incorporar las nuevas variedades  francesas en busca de una alternativa con valor comercial.  Gerardo Puca recuerda que decidieron plantar viñedos porque el vino criollo de Toconao tenía su fama; por qué no la tendría el vino de ellos. Para desarrollar los viñedos implementaron  sistemas de riego por goteo, y el uso de mallas para proteger las uvas maduras, del apetito de los pájaros.  Hay quienes cuentan, que en lugar de mallas, en la zona se protegen del ataque de los pájaros con las higueras, porque para los pájaros los higos son más sabrosos.

Gerardo Puca nos cuenta mientras subimos sus empinadas dunas de arena, donde crecen  sus viñedos,  que las primeras parras francesas las fueron a buscar ellos, las otras, más nuevas (al igual que las de Don Héctor, y la mayoría de los agricultores que se han embarcado en la plantación de cepas francesas desde el año 2008)  las recibieron de SQM, como parte del Proyecto Atacama Tierra Fértil. También han recibido de la minera que explota el Salar de Atacama desde 1993,  la asesoría para decir qué variedades plantar,  inicialmente de la mano del doctor en terroir Pedro Parra y del académico Álvaro Peña. Luego, los asesoraron en el uso de fertilizantes, indispensables para la mayoría, sobre estos suelos tan pobres;  también en el uso de productos contra plagas, como las arañitas, a pesar de que bajo estas condiciones climáticas, extremadamente secas, los problemas de enfermedades o plagas no parecen ir muy lejos.

Uno de los problemas sí más evidentes, aunque focalizado en el valle de Puques y Zapar, es el alto contenido de boro en el suelo, lo que dificulta el desarrollo normal de las hojas de las vides. En los viñedos de San Pedro, en tanto, donde el suelo a diferencia de los demás es de arcilla, el gran problema son los altos niveles de sal en el agua de riego. Una sal que junto con el inclemente sol, se siente en el carácter de los vinos. 

Más allá de los pájaros, otro factor que dificulta el desarrollo de los viñedos aquí son las heladas, por lo que es curioso ver como los viñedos plantados debajo de los grandes árboles nativos (guardianes que evitan que caiga sobre las parras el aire helado más pesado), crecen mucho más vigorosos. El mejor ejemplo de ello, fue que durante la cosecha 2018, el viñedo más alto de Ayllu, a 3.400 msnm,  en Socarie, de  Pinot Noir plantado sobre terrazas de piedra volcánica, sin un árbol a la redonda, perdió prácticamente toda su cosecha, debido a las heladas. Otros, dicen que esta simbiosis entre parra y viñedos, también  favorece la absorción de  nitrógeno del suelo.

Cómo fue que SQM se atrevió a apoyar esta loca idea de hacer vinos finos, más allá de sus afamados vinos criollos, no es tan claro. Pero sí  hay un hilo conductor entre todos los 13 agricultores que hoy conforman la Cooperativa Viñadores de Vinos de Altura de Lickan Antay, y que vinifican sus uvas bajo la marca colectiva Ayllu en la bodega que les construyera SQM para vinificar por primera vez sus uvas de la cosecha 2013.  Y ese hilo conductor es:  jóvenes  locales, de origen indígena,  que un día se fueron a trabajar en la minería,  y que poco a poco fueron invirtiendo todos sus ahorros de vuelta en los huertos de sus familias, entre otros negocios, como lo hiciera Wilfredo Cruz (presidente de la cooperativa), hoy con restaurantes, mini-markets, agencia de turismo, y por supuesto viñedos. Una idea, que no parece ser tan loca, si recordamos el pasado, cuando sus padres campesinos pudieron darles educación gracias a la venta de sus productos frescos en las ciudades de Calama y Antofagasta.

Wilfredo Cruz, quien fuera líder sindical de SQM, nos cuenta que fueron varios los encontronazos que tuvo con la minera y con el proyecto del  observatorio  Alma, para hacer valer los derechos de la comunidad Lickan Antay sobre sus tierras; entregadas a ambos proyectos en concesión por el Gobierno de Chile  sin pedirles permiso, ni darles directamtente regalías. Hoy, con ambos temas saldados, y las diferentes comunidades administrando desde el año 2003 los más diversos paisajes de interés turístico, pareciera que todos conviven en perfecta armonía.

En este entorno, donde el turismo es clave,  no sólo los vinos de Ayllu se venden como pan caliente, a pesar de sus precios (por sobre los $10.000) entre  San Pedro y  Toconao. También el turismo enológico se ha convertido en un destino imperdible para los amantes del vino que llegan desde todos los rincones del planeta. El círculo virtuoso de los viñadores de las alturas se está abriendo,  y si bien el proyecto Atacama Tierra Fértil ya alcanzó entre 20 productores las 18.800 parras plantadas (aunque no todas en producción), sabemos que además hay nuevos viñedos que no son parte del proyecto, y así como nuevos agricultores, de generaciones más jóvenes, interesados en sumarse a este fabuloso milagro del desierto.

Si quieres ir a conocerlos, aquí compartimos el contacto de los productores que reciben visita en sus viñedos:

Wilfredo Cruz: +569-89294492

Hermanos Puca en Valle de Puques: +56978836981 /+5699955254

Una visita al Bosque Viejo de Toconao: seguir la quebrada del valle de Jere,  desde la plaza del pueblo de Toconao. El sendero entre canales de riego, está abierto al acceso público. Los propiedades son privadas, no entrar.  La caminata bajo la sombra de los frutales bien vale la pena.

 

 

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5 comentarios

  1. […] Fue así como todos y cada uno de los productores de vino de altura, y de la comunidad Lickan Antai de la cual forman parte, se hicieron partícipes y fueron anfitriones del encuentro que reunió a autoridades regionales, de la Secretaría de Economía, de ProChile, y  prensa especializada. Un encuentro  nos llevó a recorrer  fabulosos atractivos turísticos de Toconao, como la Laguna de Chaxa, con sus flamencos andinos;  el oasis que es el Valle de Jere. Así como algunos de sus insólitos viñedos viejos (ancestrales) y nuevos con variedades francesas, plantados sobre los 2.400 msnm en suelos de arena,  en mitad del desierto. […]

  2. […] nos diría a WiP.cl Almarza: yo feliz le daría ya la D .O. a los productores de Codpa o del Desierto de Atacama, en Toconoa, pero  ni a mi, ni  al SG,  le compete solicitarlas o asignarlas. Pues como […]

  3. […] y la Araucanía, y este año con participación especial de los vinos del desierto de Atacama, Ayllú.   Junto a ellos, bajo la sombra de centenarios árboles de la plaza, y en un ambiente familiar, […]

  4. […] Valles Vitivinícolas de Ñuble y Biobío. Este año se invitó además a participar a los vinos del Valle del Desierto de Atacama (Ayllu); los que estarán ser presentes también con un stand también en la plaza para […]

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