FRESCURA SIN SACRIFICIOS

Publicado el 17 octubre 2018 Por Mariana Martínez @mymentrecopas

Francisco Baettig,  el director enológico de Viña Errázuriz, presentó las nuevas añadas de los vinos iconos de la bodega ubicada casi a lo largo de todo el Valle del Aconcagua. Con ellos, dijo al fin adiós al dulzor.

La pregunta iba dirigida a Francisco Baettig: ¿Es que acaso se sumará algún espumante o Sauvignon Blanc en la línea de vinos Las Pizarras de Viña Errázuriz? En el Chile acostumbrado a plantar todas las variedades en el mismo lugar, y que todas den buenos vinos, la pregunta tenía sentido. Bajo el concepto de terroir en el que ha venido trabajando el director enológico de Viña Errázuriz en los últimos años no, no tanto. Vamos al contexto.

Las Pizarras es la nueva línea de vinos íconos de Viña Errázuriz en la zona costera y fría  de Aconcagua,  en Chilhué  (con precios que van desde $40.000 a los $80.000),  nacida de una selección de suelos ricos en  rocas metamórficas llamadas pizarras o schist (mejor conocidos en Chile  como piedras lajas);  línea que ya suma un fabuloso Chardonnay, un delicioso Pinot Noir y, desde ayer, un muy fresco Syrah. 

Viñedo Chilhue a 10 km de la costa, y sus diferentes terruños demarcados con suelos de schistos.

La cosa es que si nos ponemos académicos,  terroaristas, o viejo mundistas, y recordamos que estos vinos son elaborados con cepas propias de regiones tan diversas en Francia, como la Borgoña  (al norte, donde reinan el Chardonnay y Pinot Noir) y más al sur, en el templado Ródano (donde reina el Syrah);  sería demasiado ambicioso querer sumar a  Chilhué, entre 10 y 12 km de la costa del Pacífico, además vinos propios de las regiones de Champaña (en el extremo norte francés ) y Loira (un poco más abajo y hacia la costa).  Y así , tal cual, lo hizo saber Baettig con su respuesta.

Y aunque, lo más seguro es que Baettig sí está trabajando en tener dos nuevos grandes vinos para sumar a la colección de íconos de Errázuriz (mientras aprende a hacer espumantes, por un lado, y tratando de eliminar el verdor que no le gusta de los Sauvignones por el otro)   por ahora el enólogo  sí está contento con lo que ha logrado con sus tres Pizarras y muy especialmente con su Chardonnay 2017 ($45.000); del que dice, es el mejor vino que ha hecho hasta ahora en su vida.

También es  este Chardonnay 2017 nuestro favorito de la línea Las Pizarras; un blanco que tiene una frescura irrisoria para un año cálido como el 2017, pero a la vez, podemos decir que tiene una madurez precisa en un terruño marino muy frío. Su plus es una acidez con filo, no secante, ni agria;  que llena la boca de nervio y tensión.  La fuerza de su sabor, explica Baettig, se debe a un año con rendimientos especialmente bajos. El vino además es jugoso y largo a la vez, con esa tensión de los blancos argentinos que vienen de los suelos calcáreos del Valle de Uco; aunque el chileno es más austero, más sutil.

 

El Pinor Noir Las Pizarras 2017, va en la misma línea que su par blanco, aunque con menos drama y complejidad. Es un Pinot con todo lo que se puede buscar en un Pinot: liviandad, frescura, fruta roja, pero… el gran pero… sabemos que bien podría darnos más capas en aromas  y boca; sobre todo, si comparamos su precio ($80.000) con otros grandes de Borgoña.

 

El nuevo Syrah Las Pizarras 2017 por su parte ($80.000),  ya va en la misma senda que el Pinot, pero tal vez un paso más abajo;  aunque no pueden negar que son familia. El Syrah Pizarras nos muestra más fruta negra, más cuerpo, pero con la misma frescura y elegancia. Frescura y elegancia que se nota especialmente cuando lo comparamos con el Syrah La Cumbre 2016 ($49.000), de un año frío, pero además de una zona algo más cálida (Panquehue),  la más continental de entre todos los viñedos de Errázuriz en Aconcagua.

De este mismo viñedo  (llamado Max V) con suelos aluviales, probamos Kai 2016, el Carmenère ícono de Errázuriz ($120.000),  donde – valga la aclaración- habían cosechado las uvas antes de la lluvia que dejó 50 mm  de agua en el suelo durante  abril. En esta  cosecha más fresca de lo normal, el vino repite el patrón de sus hermanos lujosos: frescura y elegancia de taninos.

Si buscamos entre todos estos vinos a pesar de dos añadas seguidas llenas de contrastes, el factor común además de la frescura y la elegancia de taninos, encontraremos  la ausencia de sensación sucrosa o dulce que se suele criticar a Chile desde las zonas nubladas -allá, en el hemisferio norte-; y sí, ya no está ese dulzor tan propio de nuestros vinos nacidos bajo un inclemente sol.

Otra mirada, esta vez más profunda al pasado menos inmediato de Don Maximiano ($95.000), el Cabernet Sauvignon del grupo, arrojó el mismo resultado: frescura y elegancia sin dulzor.  Probamos las añadas 1984 y 1989, según sus fichas técnicas con apenas 12ºC, hoy ambos vivaces, llenos de fruta roja, de taninos amables -producto sin duda- ahora, de su larga guarda. También Don Maximiano 2006 (de la era Parker , con 14.5ºA), hiper maduro, ya sin nervio; y para cerrar, la añada vigente de Don Maximiano, la 2016, fresco y nervioso, de taninos singularmente suaves y elegantes.

Otra pregunta surgió entonces para Baettig: ¿Cómo conseguir esa frescura  a pesar de un año cálido, o un año frío;  cómo conseguir esa frescura y elegancia a la vez,  sin volver a tener 12ºA?  La respuesta fue una: aprendimos de manejo en el viñedo. Lo del cambio en el material vegetal en el viñedo, porque estaba enfermo y sobreexigido en rendimientos,  ya lo había mencionado antes. Ahora, Baettig sumó el aprendizaje por entender las exposiciones al sol de la tarde más suaves,  y el buscar exponer en general menos la fruta al sol; también el manejo del riego y con éste el estrés de las plantas. Pero el desafío mayor con el manejo del viñedo, agregó, no es solo tener frescor en el vino  sino evitar al mismo tiempo un tanino verde, secante, y una acidez excesiva; justo lo que asumimos debieron ser Don Maximiano 1884 y 1989 en sus primeros años en botella.

«No es mi viña -diría Baettig para finalizar- pero he tratado de hacer los vinos que me gustan». Hoy, si se compara a sí mismo con lo que fue en el año 2006,  «me gusta más la elegancia y menos la potencia».  Además -dijo Baettig para cerrar esta degustación con las nuevas añadas de los vinos íconos de viña Errázuriz, gracias a lo que hemos aprendido- : Don Maximiano (nacido siempre de los viñedos más cálidos de la bodega) ya no es el primo pobre, ahora es el hermano que se para de igual a igual; lo hemos ido acercando incluso a Seña (con viñedos entre Panquehue y Chilhué), y en ese acercamiento,  con mezcla de otras variedades, no solo Cabernet, que debemos encontrarle ahora su propio camino.

 

 

Deja un comentario

2 comentarios

  1. […] Cordilleras (en su lado más fresco), ubicados muy cerca los viñedos en Chilhué, donde nace el  Chardonnay Pizarras, vino elaborado por Francisco Baettig  elegido una vez más como el mejor de Chile (ver ranking más abajo). Una decisión sin duda […]

  2. […] Errázuriz Don Maximiano 2016, Aconcagua / $99.990 (enólogo Francisco Baettig, presenta el enólogo Pedro Contreras) […]

Verificado por MonsterInsights