ESPECIAL PERÚ. 1ERA PARTE. EL RETO DE INTIPALKA

Publicado el 23 julio 2018 Por Mariana Martínez @mymentrecopas

Degustamos en Lima los vinos peruanos del enólogo chileno Claudio Barría para la bodega Queirolo. Un reto titánico que ya comienza a dar sus primeros frutos con sus vinos blancos, en un terruño extremadamente salino.

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El 21 de septiembre del año 2015 Claudio Barria, enólogo chileno, llegó a Lima para hacerse cargo de un nuevo reto: Intipalka,  la marca de vinos finos  de la conocida bodega de Pisco Queirolo. Ello, junto con un gran par de metas país: mejorar la calidad y a la vez aumentar el consumo de vino peruano en Perú. Desde entonces su trabajo personal más importante ha sido entender el terruño de Ica, donde Queirolo tiene sus viñedos destinados a Pisco, en la planicie, y a vinos finos, en el piedmont.

Claudio Barría (con sombrero huaso), junto a Jorge Queirolo, Gerente Técnico y dueño de Viñas Queirolo junto con sus hermanos.

Cuando estuvimos en Perú, hace unas semanas atrás, nos reunimos con Barria, un viejo amigo, y degustamos los vinos que ya nacieron bajo su mando y que han empezado a sumar medallas. Probando, comprendimos el gran trabajo que tiene por delante, en un terreno donde manda el sol y un suelo con poca materia orgánica. Suelos, nos dice Barría, con exceso de cal, y a la vez todos los tipos de suelos del mundo del vino juntos (graníticos, con diatomeas, pizarras metafórmicas, sedimentos calcáreos), todos bien fracturados, lo que permite que las raíces los exploren en su profundidad.

Por eso allí, a partir del 2003 plantaron vides para vino con patrones resistentes a la alta salinidad del suelo, por supuesto, también resistentes a la filoxera y nemátodos, con riego por goteo. ¿Qué variedades? Sauvignon Blanc, Chardonnay, Malbec, Tempranillo, Syrah, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir y Tannat. Una inversión, sin duda,  tremenda de la familia Queirolo.

 

Nunca imaginamos tal  nivel de detalle que ya tienen del estudio de los suelos de sus viñedos  ubicados al pie de los Andes,  entre los 500 700 m.s.n.m. y a más de 60 km de la costa bajo un clima desértico, con gran amplitud térmica: con máximas cercanas a los  30ºC y mínimas de 12ºC.  A 350 km de Lima (lo que equivale a 6 horas en auto),  en la zona de Pachacamac. Bajo un clima cálido que se regula por los vientos que llegan del mar, pero que a su latitud 14°04′03″ Sur (lejos de los usuales paralelos 30 – 50º donde se concentra la producción mundial de vinos)  acelera la madurez de las uvas de manera impresionante.

Ubicación de los viñedos de Intipalka en Ica, Perú.

«Si en Chile los brixs  (grado de alcohol potencial)  avanzan a razón de uno por semana, dice Barría, aquí avanzan a razón de dos por semana». Y fue justamente en este punto de precisión, para no perder frescura de la fruta, donde el enólogo puso foco durante la cosecha. Entonces, ¿cuándo cosechan? Sauvignon Blanc, la primera de todas, a inicios de enero. Cerca de dos meses antes que en  los climas fríos de Chile.

Por supuesto, que el riego del viñedo es tecnificado y la cosecha se hace manualmente. Barria explica, que el riego es necesario durante todo el año, lo que sube enormemente los costos de producción, debido al alto contenido de sal en el suelo. “Si dejamos de regar, nos dice, la sal subiría”.  Y mataría a las plantas.

Las vinificaciones se realizan a temperatura controlada, en tanques de acero inoxidable y los vinos son añejados en barricas de roble francés y americano de 300 litros. Una fórmula muy universal, para un viñedo extremadamente particular. Es en su ajuste que Barria está trabajando para que los vinos puedan tener una identidad de lugar.

Intipalka Sauvignon Blanc 2018, Valle de Ica ($35 soles) /$46 valen los vinos de la línea Reserva.

Hasta ahora, pienso que es en los vinos blancos de Intipalka donde ya encontramos ese carácter que nos habla de su origen. La señal: vinos  muy austeros: salinos en nariz y en la boca. Pudimos probar ya el Intipalka Chardonnay 2018 (13ºA), con apenas 6% de fermentación maloláctica, y un 6% de guarda en madera francesa por 6 meses; cosechado la primera semana de febrero. También un Rosé de Syrah 2018 (12.3ºA), de semejante carácter salino,  austero y  liviano en boca que el Chardonnay.

Por supuesto probamos la joyita de la casa, el Sauvignon Blanc Intipalka 2018 (11.7ºA), ya con varios premios a cuestas.Impresiona lo seco y salino, también su boca más sabrosa, más pesada, y  también con mayor intensidad aromática y exuberancia frutal,  la que recuerda  a la lima peruana y a mandarinas. Un vino delicioso para acompañar, por ejemplo, un contundente caldo de pescado, llamado por aquellos lados chilcano, y por supuesto, un ceviche clásico. Sí, de los tres vinos fue el que me dio más hambre.

Entre los tintos, encontré un factor común muy macado, la madera, curiosamente, a pesar que las fichas técnicas -de los varietales – dicen que no la tiene.  Mi favorito, antes que el  Tannat 2018 (sabroso, aunque también muy secante); fue la mezcla de Malbec y Merlot 2016, un vino simple, de cuerpo medio (guardado 6 meses en barricas), con más fruta roja y negra que los demás;  aunque el mismo tanino secante y sensación salina en su final. Una combinación difícil de equilibrar.

Cerramos la degustación con el vino más importante de la casa en aspiraciones. El Intipalka Nº1 de la cosecha 2014 (antes se hicieron las cosechas 2009, 2011 y le seguirá 2015). Se trata de una mezcla de Tannat en 35%, Cabernet Sauvignon en 30%, Malbec en 20%, Petit Verdot 10 y Syrah en 5%; guardados entre 6 y 12 meses en barricas  (14ºA).  Es el vino del grupo, que con justa razón  tiene más potencial de guarda (vale $140 soles, unos$26.000 pesos chilenos) y nos lo imaginamos junto a un lomo saltado, no demasiado picante. Y es que gastronómicamente hablando, la sazón de la comida del Perú, si generalizamos bien generalizado es ajo y ají, dos enemigos de los vinos corpulentos con madera,  ya sean blancos o tintos. Lo que debería marcar una ruta a seguir en busca de la compañía en la mesa de los nuevos vinos finos del Perú.

Cavas Reunidas distribuye en Chile algunos de los vinos de Intipalka; los hemos bebido en los restaurantes de Santiago Ají Seco. 

 

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3 comentarios

  1. […] de las gracias del Perú, como país que recién empieza de nuevo a producir sus propios vinos finos, es que es un gran importador, y por ende tiene una cantidad de etiquetas impresionantes de […]

  2. Zulema Loyola Ybañez dijo:

    empresa Peruana digna de reconocimiento, muy buenos vinos particularmente desde que tengo uso de razón (15 a ahora 40 años)en mi casa se consumía vino Santiago Queirolo, ahora variamos con el Intipalka muy buenos ambos.
    el consumo se incremento ya que somos una familia numerosa. espero pronto conocer sus viñedos.
    que sigan los éxitos futuros.

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