Publicación: 26 septiembre 2018

ESPECIAL #CAMPOCHILENO. LOS HEREDEROS

Alberto Reyes y Javier Ugarte representan las nuevas  generaciones de relevo en Cauquenes. Ambos están embotellando sus vinos por primera vez, sin embargo sus historias vienen de caminos muy diferentes.

PRIMERA PARADA: PORONGO

Cuando uno le pregunta a Alberto Reyes qué edad tienen los viejos viñedos en el campo de su familia, en la zona de Porongo (Cauquenes), contesta lo mismo que la mayoría de quienes son dueños de viejos viñedos que crecen en el secano de este gran Valle del Maule, en cabeza, casi al ras del suelo.  No sabe con exactitud:  los viñedos estaban antes que su mamá naciera, antes que sus abuelos…

Alberto Reyes

Recorremos el campo en una linda mañana de primavera, Mariposa está trabajando en la recolección de los sarmientos que dejó la poda entre las hileras de los viñedos. Con su rastra va arrastrándolos hasta que llega al final de cada  hilera. José Landeros, quien lleva sus riendas,  suelta los sarmientos atascados en el acero y vuelve  a encaminar a Mariposa  entre otro par de  hileras. Así lo harán durante toda la jornada. Estamos en la vega (zona baja y húmeda del viñedo), alrededor nuestro hay lomas, y en ellas pinos y  eucaliptos;  subiendo los cerros más bajos también hay más viejos viñedos.

Alberto Reyes se dedica a otros negocios, de transporte;  el campo es de su familia y hace poco él se hizo cargo; en total suma 53 hectáreas, de ellas sólo 7 son de viñedos viejos. Junto a otros cuatro socios, Alberto   fundó una especie de cooperativa, para vinificar y embotellar las uvas de todos, bajo una marca común: Juntos de Cauquenes de MEVICAP (Mejor vino País). Los precios que estaban pagando por las uvas, ya no daban para más, nos cuenta mientras caminamos entre los viñedos que este año han sido podados tarde, por miedo a las heladas. Ha sido, nos dice, un invierno particularmente frío en el Maule.

Por estos días Alberto Reyes anda nervioso, porque como parte de un proyecto SERCOTEC va a viajar a Japón  a vender los vinos de MEVICAP. Nunca, nos dice, se ha subido antes a un avión, y su primer viaje será de más de 30 horas.  Sus vinos, dos tintos, uno seco y uno dulce, ambos de cepa País, viajarán primero. Los probamos, ambos cosecha 2018, debajo de un aromo en flor, en el mismo viñedo;  de esos lujos que pocas veces podemos tener.  El asesor enológico es Jorge Leiva, quien nos cuenta Alberto les pidió cosechar todo el campo,   de Porongo, parra por parra, en dos fechas diferentes. La orden fue: de la misma planta, mitad y mitad, dos vendimias separadas. Ambas cosechas, cada cual en su momento, se vinificaron en tanques de acero inoxidable en la cooperativa Lomas de Cauquenes.

El País 2018  seco  llamado Traición Ancestral (con 12.1ºA, cosechado a mediados de marzo) tiene un color precioso, rubí brillante, de capa media a baja, su nariz es fresca, nos recuerda a frutillas, igual que su paso por la boca. Parece eso, jugo de frutillas frescas, sin azúcar; una delicia. El otro, la versión de cosecha tardía (con 13.7ºA, y 35 gramos de azúcar por litro, cuyas uvas se cosecharon a inicios de mayo), llamado Soles Dorados es más oscuro en su color, y  con pesadas notas a la flor de cardenal o malvón; lo que me desconcierta, porque esas notas características en el País,  han estado asociadas históricamente, a mi entender,  a las piracinas o verdor de las uvas.  La versión seca, más verde (o menos madura), no tiene rastro alguno de cardenal. Mito derribado.  Ambos vinos valen (precio tiendas) $8.000.

$200 pesos llegaron a pagar  por el kilo de uva País este año; años atrás llegó a los $50. Su madre, nos cuenta Alberto, siempre veló porque no arrancaran estas viejas parras, si hubiera sido por él, lo hubiera hecho hace tiempo, nos dice. Pero también reconoce hoy, con sus vinos ya en la botella, que nunca más volverá a pensar de esa manera.

Les pasamos el dato para conocer el proyecto de MEVICAP  y probar sus vinos.  Estarán en Food&Service hasta mañana (27 de septiembre). 

Si se lo habian preguntado, Porongo, en quechua, significa pocillo de greda, lo que nos hace sentido, desde el pueblo de Cauquenes, vinos varias fábricas de ladrillos y una de tejas, que fue destruida completamente por los incendios del verano 2017.

SEGUNDA PARADA:  EN LOS DESPACHOS…

Javier Ugarte también representa una nueva generación de viñateros, y la primera que embotella sus propias uvas.  Pero el cómo fue que llegó a hacerlo es parte de una historia muy distinta a la de Alberto Reyes. En la casa que construyó su padre, en el sector de Los Despachos, hacia el  sur del pueblo de Cauquenes,  nos recibe con sus vinos, hemos llegado tarde y ya no hay tiempo de recorrer las 130 hectareas de  viñedos que rodean la casa. El campo lo compró su padre Juan Ugarte, a inicios de los 90 y lo  plantó  con variedades francesas, entonces de moda. Las  primeras, con Chardonnay, en espalderas y con riego. Era la misma época dorada del Chardonnay, cuando Alfredo Bisello también comenzó a plantarlo porque se pagaba a 450 pesos el kilo. De hecho cuenta Javier, ambos, su padre y Bisello, eran grandes amigos; él y sus cuatro hermanos, de sus hijos. Tuvieron al mismo asesor, Arturo Lavín, del INIA. El viticultor en Los Despachos fue Roberto Pizarro.

El padre de Javier también construyó su bodega, la misma que compró de paquete Bisello en Italia, pero incluso llegó a ser cuatro veces más grande, con capacidad  para 4.000.000 de litros.  También en sus inicios, su padre empezó a embotellar sus vinos, pero lo dejó. Tampoco tenía la  experiencia para vender. Hoy, su bodega se arrienda a una viña del valle del Colchagua.  Siguiendo el camino de su padre, Javier, agrónomo de profesión, plantó su propio campo, el cual ya suma 15 hectáreas destinadas a vender sus uvas a terceros. Además arrienda un campo con el  mismo fin y compra otras uvas  para hacer sus propios vinos. El primer vino de ellos que salió la mercado, llamó nuestra atención en el pasado concurso de Cepa País, cuando ganó el tercer lugar. Para mí personalmente, recuerdo muy bien, fue el más rico de todos. Otro jugo de frutillas, fresco, jugoso; mezcla de País de parras viejas y un Malbec de 20 años. Entonces se llamaba Kaukén, nombre que deberá cambiar ante solicitud de INAPI.

Javier Ugarte

 

Probamos 3 de los  vinos de Javier. El primero de su historial, una mezcla cosecha 2014, con Carmenère, Cabernet Sauvignon y Syrah, guardado 18 meses en barricas usadas: el  más suave y complejo de todos, con marcadas notas de vainilla. El segundo, el Kaukén 2016, guardado 50% en barricas viejas por 6 meses; nuestro favorito en el concurso por lo liviano y fresco; aunque igualmente secante en su final. El tercero, un Malbec y Syrah, que irían a Kaukén 2018, junto con un 50% de País: este un tinto con más cuerpo y color, de divina acidez, y notas a guayaba fresca.

Javier, un gran cocinero, nos cuenta desde el mesón donde ha cortado una plateada que el mismo hizo en el horno de barro, que formar hoy una viña sin riego en Cauquenes es insostenible, no hay nadie que plante sin riego hoy, dice. Él riega muy poco sus viñedos -explica-,  la mitad que en la zona central, y  nos agrega muy convencido; «Yo me dediqué a producir  y vender uvas, y a hacer vinos, hoy esta es mi pasión».

Contacto Javier Ugarte: +569 9700 7600.

 

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3 comentarios

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  2. […] plata para participar en actividades. Hoy hablaba con una de las productoras que va a viajan con MEVICAP a Asia en noviembre y me decía que tenían una mirada de posicionar sus vinos, gradualmente, […]

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