Publicación: 26 junio 2020

APOSTANDO POR EL CABERNET FRANC DEL ITATA

Mientras la cepa tinta Cinsault es la estrella del Itata, Viña Rucahue ha puesto sus fichas en una tinta de Burdeos. Aquí les explicamos por qué.

Aunque parezca curioso, la Viña Rucahue del Itata comienza su historia al inicio de los años 90 en el Maule; de la mano de otro español inmigrante, muy emprendedor, José Esturillo. Entonces, Don Pepe compró 900 hectáreas de campo, de las cuales plantó unas 300 con viñedos en la ribera de Río Maule; allí, justo donde se une con el Río Loncomilla. Fue en 1995 cuando comienza a embotellar sus propios vinos, lo que como podemos suponer fue consecuencia de la sobreplantación de viñedos en la zona, ya que justo en aquellos años esa fiebre llevó a bajar abruptamente los envidiables precios de las uvas. Una triste historia que se suele repetir en la agricultura de Chile.

El salto al vecino Valle del Itata en aquellos años, sin embargo, no fue por moda, como lo es hoy. Comienza cerca del año 1996 cuando un hijo de Don Pepe comienza a liderar allí un proyecto de Fundación Chile. Es el proyecto que se conoció como la Viña Carpe Diem y que se hizo muy famoso (los más viejos recordarán) por una botella azul, de cuello muy largo y delgado, llena de un vino blanco dulce llamado Ambrosía. Así fue como a Don Pepe le apareció la oportunidad de invertir junto a otros en este campo vitícola experimental ubicado muy cerca de Bulnes; de unas 120-130 hectáreas. Allí comenzaron a plantar las 40 hectáreas de cepas francesas que entonces sí estaban de moda o que eran innovadoras.

Una de las leyendas de este campo en Larqui, nos cuenta el yerno de Esturillo, Mauricio Zaror, es que los primeros clones de Syrah que llegaron a Chile a mediados de los 90′, se plantaron allí. Esos viñedos, cuenta, todavía existen. Es en la separación de la sociedad Carpe Diem, cuando los Esturillo se quedan con el viñedo de Larqui y sus marcas; entre ellas la de la botella azul. Pero fue difícil comercializarla hasta ahora, cuenta Zaror, porque estaba registrada en muchos mercados. Así fue como la botella azul se dejó de importar de Italia y la marca Carpe Diem despareció.

Hasta el 2002 en Larqui innovaron con cepas francesas plantadas en espalderas, con riego por goteo, y se fueron quedando, cuenta Mauricio (el actual director de la bodega) tras prueba y error con Pinot Noir, Merlot, Cabernet Sauvigon y Syrah; también, con Cabernet Franc como la actriz principal. Con Zaror, conversamos sobre todo ésto el sábado recién pasado. Puedes seguir el live aquí.

Renombrada como Rucahue, los viñedos se encuentran entre los 35-40 kilómetros de la costa, con cierta influencia marina, aunque, acota Zaror, no tan marcada como en otros valles. «El calentamiento está haciendo cambiar las cosas, y lo hemos visto venir en los últimos 20 años, agrega. Cada año es más seco y más cálido. Este verano sentimos un calor como nunca antes… Esos cambios nos han hecho ir adaptándonos. Tenemos vinos de 14 grados de alcohol, dice Zaror… Por esta misma razón no hemos dejado de regar los viñedos, y nos hemos enfocado junto a su enólogo en jefe Rodrigo Baeza, en los viñedos de las laderas, donde las heladas afectan menos».

Vamos a los vinos…

Pintoso Pinot Noir 2019, Itata.

La degustación comienza en esa casa por el Pintoso Pinot Noir 2019 ($5.900), un tinto ligero de un color rubí/violeta de capa media baja, con notas a frutas rojas y una boca liviana, sabrosa. Tal vez más cálida que fresca, lo que nos habla de un cálido 2019, pero que mantiene con cierta tensión agradable, en su final de boca. No es un vino que nos emocione demasiado, cierto, pero tampoco es para ignorar. Servido a 13ºC será un rico tinto ligero de otoño junto a carnes ni tan grasas, ni tan magras. El trabajo con esta cepa, explica, Zaror es más delicado, pero no con mayores diferencias entre la vinificación, si se le compara con la línea de Reserva; pues en todos usan para sus tiempos de guarda, maderas alternativas.

Seguimos con el Merlot Reserva 2018 ($5.000), una cepa con la cual estamos en debe en Chile. Con esa idea, nos sorprende. El vino es muy frutal, con sabor a ciruelas azules, jugoso, de cuerpo medio, taninos firmes pero que no molestan; rica acidez final en su final. Por $5.000 y menos, un best buy.

Gran Reserva Cabernet Franc Rucahue 2016, Itata.

Saltamos desde allí a la cepa de la casa, y probamos varios para ver su potencial. Partimos por el Cabernet Franc Gran Reserva 2016 ($8.000). Una vez recorridos todos, éste se convierte en el favorito de la serie, por su equilibrio perfecto entre fruta madura, jugosa, y su aporte de maderas. Es el vino, cuenta Mauricio, que él gusta compartir con su familia y amigos en la mesa del día a día. Y tiene sentido: es un vino franco, amable, sin perder el carácter potente de la cepa. El siguiente Franc, se hace igual, explica, las diferencias están en los orígenes dentro del campo. En este Gran Reserva y el Cayetano, la guarda ya es en barricas de maderas francesas con diferentes usos.

Cabernet Franc Cayetano 2016 ($8.000), al igual que el anterior, es un Franc 100% pero con un par de pasos más arriba en fuerza y persistencia en boca. También, pareciera, con más presencia de madera. Un vino que definitivamente guardaría al menos por un par de años más para suavizar y armonizar su fuerza.

Carpe Diem Tierra Roja 2015, Itata.

¿Otro Frac? Vamos… Carpe Diem Tierra Roja 2015 ($12.000) es una mezcla en base a Cabernet Franc, con además Cabernet Sauvignon y Syrah; de linda etiqueta tejida, pegada a mano. El vino es muy frutal, amable, de gran concentración y jugoso a la vez. Con todo el impulso en boca, carnoso y goloso que le da la Syrah. Tremendo relación precio/calidad. Para guardar mejor, aún por mucho más.

Cerramos con Larki 2014 ($19.000), un regalo siendo el «Icono» de la casa, de botella hiper pesada y sellado con lacre cobrizo. Es mezcla de los mejores Cabernet Sauvignon y Franc del viñedo y guardado en las mejores barricas. Su color es tremendo, violeta oscuro, y su nariz está marcada con notas de whisky (producto de la guarda en madera) lo que no me fascina tanto. Prefiero quedarme con su paso por la boca. Es un vino con muchísima fruta negra, gran volumen y estructura, y de cierre una muy rica acidez. Bombón de chocolate negro con licor de guinda. Un vino que definitivamente muestra el potencial de ambos Cabernet en la zona, y que dice sigan por ahí no más, afinando sí cada detalle; con la cuidadosa selección de las maderas incluidas.

¿Y Ambrosía? No lo probamos pero supimos que gracias a que los consumidores no han dejado de pedir este vino dulce de la botella azul, encontraron la forma de tenerlo de vuelta. Será ahora una botella azul, claro, pero de 375 cc en un mes más esperan tener ya a la venta en su tienda on- line. En su interior, nos cuentan que seguirá siendo un vino dulce de los viñedos del Maule, en Loncomilla.


Este fin de semana hablaremos en dos live de Instagram con los hacedores detrás de Viña González Bastias en el Maule profundo, y el enólogo de Lagar de Codega (ex Lagar de Bezana). Todos invitados por @reinaentrecopas sábado y domingo a las 12 horas Chile.



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