Recorrimos la historia de Miguel Torres Chile para llegar hasta La Causa, un proyecto que está lejos de ser el más ambicioso de la viña pero sí definitivamente se ha convertido en el más extremo.   

La bodega Miguel Torres ha marcado varios hitos en Chile. Tal vez el más importante de todos, haya sido que fue la primera bodega extranjera que nos tuvo fe como país productor de vinos, a tal punto que tomó la decisión de instalarse en Chile e invertir en bodegas y viñedos en el Valle de Curicó a finales de los años 70. Sí, increíble, pero cierto, hasta entonces sólo llegaban hasta nuestros campos y bodegas asesores y profesionales que se emplearían en la industria; ninguno lo hacía como empresario vitivinícola. Con esa acción, además la bodega con casa matriz en Cataluña nos abrió los ojos y nos mostró al mundo, con vinos con sabor y aroma a sus uvas, elaborados con la tecnología del acero inoxidable.

Curioso resulta que Miguel A.Torres Riera (a quien conocemos como la leyenda viviente detrás de la bodega) no era aún por aquel entonces -el año 1979)- el director general de esta bodega familiar; lo era su padre, Miguel Torres Carbó. La dirección la tomaría Torres Riera recién en 1991, tras la muerte de Torres Carbó.

Lo fantástico de esta historia, es que casi 30 años más tarde -el año 2008-, sería  el hijo de Torres Riera (Miguel Torres Maczassek (actual director general de la empresa, en la foto 2) quien tomó el riesgo de hacer una nueva jugada. Esta vez la apuesta fue por un espumante elaborado con la cepa País. Una cepa que recién comenzaba a reaparecen con interés bajo la lupa de enólogos extranjeros, como Louis Antoine Luyt.

ESTELADO 100% I+D

Para dirigir aquel proyecto de I+D que buscaba darle un nuevo uso, más glamoroso, a la cepa País, contrataron a Cristián Carrasco (con sus rulos en foto3), un joven agrónomo santiaguino que aún no terminaba su tesis de grado, pero que ya había viajado a hacer vendimias en California y España. Carrasco recuerda que llegó a la bodega el año 2008 para vinificar la País cosechada de diferentes zonas y edades del secano de Curicó, bajo la dirección de Fernando Almeda, el director enológico de Torres en Chile. Entonces hicieron varios experimentos para hacer un espumante método tradicional, los primeros de la cosecha 2008 fueron blancos (nadie daba nada por ellos, cuenta Carrasco). Y es verdad, recuerdo haber probado uno junto a la Ministra de Agricultura, en aquel entonces en el programa de radio de Cooperativa Entre Copas, yo llena de curiosidad pero sin fe alguna, y la verdad es que me llevé una muy grata sorpresa. El espumante era realmente impecable en color, aromas y sabor. Sin embargo, no fue este, sino un espumante rosado del 2009 el que llamó la atención de Torres  Maczassek y enseguida ordenó que le hicieran 1.000 cajas con la cosecha 2010. El vino salió al mercado con una presentación de lujo y el nombre de Estelado ($6.900). El éxito fue rotundo. Para 2011 hicieron, cuenta Carrasco, 10.000 cajas, 20.000 para el 2012; finalmente el 2013 establecieron el límite de las 30.000 cajas que producen hasta hoy. Recién  salió además un nuevo Estelado, esta vez blanco, también de País, mucho más fresco y filoso. Un must!

No se hizo esperar  lo que Carrasco llama la segunda patita del trabajo con la cepa País, el vino Reserva del Pueblo,  con fermentación carbónica de uvas del secano del Maule. Un tinto muy simple y frágil, que no logra mejorar con la guarda en botella. A diferencia del Moscatel Días de Verano, el cual también nació del secano, esta vez del valle del Itata, con la intención de hacer un vino blanco, fresco, sin tantos aromas terpénicos, lo que lograron a la perfección. Hoy un imperdible relación precio/calidad a  $5.200.

LA HAZAÑA DE EMPEDRADO PINOT

Antes, mucho antes, Torres en Chile se había atrevido a otro gran paso en innovación, plantó sus primeros viñedos en suelos de pizarra, lo que tanto añoraba en Chile, en la zona costera del Valle del Maule. Un viñedo que no ha dejado de ser una costosa hazaña. Este año con los incendios forestales, sufrió un 30%, y por supuesto lo que se salvó quedó completamente ahumado. Si se lo preguntaban, no, no habrá Pinot Noir 2017 Escaleras de Empedrado (el más caro de Chile, a $200.000) este año y tal vez por unos años más.

EL CÓMO SE GESTÓ UNA CAUSA

El interés por la zona del secano de Curicó, Maule e Itata estaba puesto, sin duda, y éste se sumó una preocupación mayor, la escases de agua que está dejando el Calentamiento Global. Entonces Miguel Torres Chile compró un campo de unas 200 hectáreas en el Valle del Itata, un campo sin viñedos, y que comenzó a plantar el año pasado con las tintas de períodos de madurez tardíos Carmenère y Cabernert Sauvignon (cepas que hoy las condiciones climáticas permiten extender su frontera hacia el más frío Sur, explica Carrasco, pero con un carácter muy diferente). También, pero pensando en mucho más largo plazo, plantaron las cepas patrimoniales País, Moscatel y Cinsault. El proyecto se llamó La Causa, porque justamente tiene como objetivo, como causa, rescatar el valor del Valle del Itata y sus cepas más antiguas; también el saber hacer de la antigua agricultura del secano, con por ejemplo el uso de la zaranda para vinificar, y del caballo para el arado del campo.

Carrasco especifica que esas nuevas plantaciones de cepas patrimoniales son muy a largo porque ya saben (después todo lo experimentado y probado), que no tienen el mismo potencial cuando son parras jóvenes. Lo dice especialmente por la País, su consentida (a tal punto que hizo su tesis de grado sobre ella). “Encontramos que la cepa es versátil dependiendo de donde esté plantada, depende del clima, de la topografía, de la edad. Hay sectores que lamentablemente no tienen mucho potencial porque dan altos rendimientos y vinos diluidos, pero viñedos antiguos, estresados, pueden dar vinos muy interesantes”. Con el vino País de La Causa, dice el enólogo, buscamos justamente ponerle pantalón largo a la cepa y darle mucha más complejidad.

Es por todo lo anterior que efectivamente La Causa ya es una línea de vinos propia dentro del grupo Torres. «La estrella en la etiqueta de La Causa, si te fijas, dice Carrasco, es el Valle del Itata, no el nombre de Torres». Y aunque si bien aún no tienen bodega en la zona, y vinifican los vinos en Curicó, si el proyecto tomara vuelo debería tenerla. Lo que realmente esperamos desde WiP que sí ocurra, por todo lo que dijimos en la columna “Cuando la libertad de los más ricos perjudica a los más pobres.”

El potencial para que sea un proyecto exitoso está. Carrasco está ahora dedicado 100% a La Causa con sus ya cuatro vinos; un blanco de Moscatel 2015, más un País 2014, un Cinsault 2014 y un mezcla con las dos anteriores más Carignan y el mismo año, elaborados todos con uvas compradas a pequeños productores del Itata. Lo que explica, pretende seguir siendo así, pues es la esencia del proyecto, y seguir en la línea que han tenido desde que partieron haciendo Estelado, fomentar el fair trade (negocio justo).

Torres siempre ha sido una bodega que se ha mantenido alejada de los extremos de las modas, dice Carrasco, por eso La Causa marca un nuevo rumbo, completamente diferente a todo lo anterior. “O lo amas o lo odias, dice, porque sí, son vinos extremos. El blanco por ejemplo, fue fermentado con las pieles», aunque se adelanta a decir que su Moscatel no es un vino naranjo porque no tiene este color, si mucha complejidad y los taninos de la piel.

ELEGIDO DE LA SEMANA, EL CINSAULT 

Nuestro vino elegido de la semana es el Cinsault La Causa 2014 ($10.000), D.O. Itata por supuesto, un tinto de poco color, violeta, y casi turbio, que como bien explica Carrasco, se escapa del perfil Torres, aquí predomina 100% la fruta, en nariz con sus notas a frutas negros, como maqui y arándanos, y en boca donde deja la sensación de tener un cuerpo ligero, fresco; con la rusticidad propia del Cinsault, pero sin ser molesta, por el contrario, es la tensión que te limpia la boca y deja la sensación de querer siempre uno sorbo más. Tiene un 50% de maceración carbónica, basado en la experiencia del País Reserva del Pueblo, debido a que -explica el enólogo- al igual que la País, la Cinsault tiene un tanino muy reactivo (de cadena muy corta), que reacciona con las encimas de la saliva dando la sensación secante. Para dar una sensación más suave (es decir alargar la cadena de taninos mediante la polimerización) es que el vino se guardó en barricas de 3er y 4to uso.

Las uvas provienen del viñedo de Doña Tina (Ernestina), uno de los más antiguos que Carrasco ha visto (dicen que cerca del 1.600), también de Héctor Rodriguez, y José Ruiz, todos en Guarilihue Alto, donde hay más influencia del viento costero. «Ha sido mucha pega encontrar viñedos similares para hacer una cantidad importante de vino», comenta Carrasco. Y eso explica, claro, por qué  igual sí quieren sus viñedos propios en La Causa.