ESPECIAL CHASSELAS. 2da PARTE.

Publicado el 12 abril 2017 Por Alvaro Tello

Álvaro Tello, cuenta a WiP en exclusiva cómo fue que la cepa emblema de Suiza reapareció en los viñedos de Chile bajo el nombre Corinto.

En la primera parte de este especial sobre Chasselas vimos el largo recorrido de la variedad Chasselas  por Suiza y sus costumbres, y de cómo una cepa en particular se desplegó en medio de los cantones haciendo comunión con la gastronomía local, adquiriendo una gran variedad de sinónimos dependiendo del lugar donde se arraigase. Dos de estas variantes llegaron a Chile, la primera como Fontainebleau, y la segunda como dorado, o Moissac. Sin embargo, la historia no queda tan solo ahí, ya que diversos relatos nos hablan de hay otras Chasselas y más sinónimos.

chasselas_guarilihueSegún documenta el Doctor en Historia, Félix Briones, en el Diario Oficial de la República de Chile número 6.596 (publicado en 1900, Gastón Lavergne, patólogo de la Quinta Normal de Agricultura) su inventario posee dos etiquetas, cuatro paquetes, y un total de 190 sarmientos de Chasselas Rupestris, y Rupestris Chasselas, como variedades únicas. Nombres que llevan a pensar que se tratan de híbridos entre Chasselas y familia Rupestis, de origen norteamericano, por lo tanto se presume resistente a la temida peste llamada filoxera.

A pesar de la escasa bibliografía y datos que nos pueda llevar a vincular esta Chasselas Rupestris, y Rupestris Chasselas, con René Le Feuvre, director del Instituto Agrícola de la Quita Normal, lo más seguro es que las misiones de estudio encomendadas por el Gobierno de Chile, hayan llevado a este agrónomo francés a estar en constante movimiento preventivo ante la aparición de la filoxera; instruyendo a productores, efectuando arranques, y reemplazando el material existente por otros injertados con vides americanas. De estudiarse a fondo su existencia, este híbrido pudo haberse cultivado en un extenso territorio desde el Maule hasta el Bío-Bío, entre 1875 y 1900.

En tanto, a comienzos del 1900, en varias zonas de la Región de la Araucanía, y parte del Bío-Bío y el Maule, hace su aparición la última variedad registrada de Chasselas. Nos referimos a la Chasselas musqué Vrai, que correspondería a una mutación de la cepa Gutedel (o Chasselas blanc), originaria de la frontera este de Suiza, y cuya presencia en el mundo, escasamente se logra contabilizar. Esta variedad, que incluso se encuentra entre las variedades pisqueras autorizadas por decreto en Chile, coincidentemente, aparece en medio de la masiva llegada de colonos suizos que se adentraron desde Talcahuano hacia la Araucanía, entre 1883 y 1900.

Se calcula que en primera instancia, llegaron 1.311 suizos francófonos, muchos de ellos artesanos, y otros tantos, que contaban con formación agrícola en los cantones de Valais, Vaud, y Ginebra. Tierras propias de la Chasselas. Posteriormente, y como bien queda escrito en la columna del historiador Sánchez Ibarra (2010) los descendientes de los primeros colonos señalan lo siguiente: “…ellos lo limpiaron todo, después pusieron viñas…”. La primera vendimia la celebran en 1887, probablemente, con algo de material que trajeron de su tierra natal.

El motivo para creer en esto yace en dos relatos. El primero apunta al cónsul suizo Johan Zürcher, quien recomienda a los colonos que trajesen algún capital de valor, como semillas y herramientas. A pesar de ello, no existe texto alguno que aclare o especifique si efectivamente trajeron estacas de vides. El segundo, y con mayor consistencia, corresponde al colono suizo David Bachmann, uno primeros en iniciar la actividad vitivinícola en Galvarino hace más de 100 años, plantando Chasselas, y junto a esta, Semillón y Moscatel de Alejandría.

Uno de los detalles que llama la atención, es que después de la llegada de los colonos suizos, la Chasselas es renombrada por los campesinos y agricultores como Corinto. Aunque no en la misma proporción, esto guarda cierta similitud con los ejemplos que pueden revisarse en Europa. Reconociendo que el nacimiento de sinónimos variativos en cepas viniferas, tienden a generarse con cierta facilidad.

Hay que tener en cuenta que en gran parte del Bío-Bío y Araucanía, la Chasselas se incluyó dentro de una homogénea y acotada plantación de uvas blancas, junto con Moscatel, Semillón o Torontel. A veces en completo desorden y mezcladas unas con otras. Y si bien algunas de estas cepas mezcladas se desatinaban a la vinificación, la mayoría fue utilizada individualmente para la desecación (pasas) o simplemente como uva de mesa.

chasselas_itataEn pleno 1930 (circa) desaparece definitivamente del registro verbal de Chasselas como nombre. O como la cepa “tecnocratizada” por enólogos franceses y traída por colonos, aun cuando el catastro vitivinícola del SAG ha informado continuamente de su presencia, contabilizándose en la actualidad (últimos datos 2015) un total de 158,05 hectáreas.

Para tratar de buscar el por qué se genera este sinónimo, podemos dirigirnos entre 1930 y 1940 (circa), décadas en las cuales se imprime en el Boletín Agricultura y, posteriormente, el libro compilatorio Vinos de Chile (Victor León, 1947), en el cual se repite un pequeño artículo titulado “Ampelografía Chilena”. El escrito pone énfasis en esta rama de la viticultura que ha clasificado la existencia de más de 5.000 tipos de plantas. Pero lo que realmente puede interesar en este caso, es que final de este breve relato, se ilustra un diagrama donde se aprecia el nombre de distintas cepas destinadas a la vinificación, y otras para uva de mesa.

Dentro del grupo de uvas de mesa, hay una subdivisión de tres grupos: las uvas destinadas a exportación, a consumo interno, y finalmente, las que se destinan a desecación (uvas pasas). Históricamente, este es quizás el primer y solapado intento de relacionar algunas uvas de consumo interno, con las de desecación, poniendo en paralelo la Chasselas de Fontainebleau con las Sultaninas, y la Chasselas rosada con la Corinto. Sin embargo, el texto puede no parecer del todo claro, o mejor dicho, no se esfuerza en hacer una comparación real. Se debe tener en cuenta que los técnicos vitivinícolas de ese entonces, se mostraban reticentes ante el uso de sinónimos creados por campesinos y agricultores. Una comparación directa entre el lenguaje técnico y el del campesinado, a modo de traducción, no hubiese sido bien vista.

Curiosamente, esto coincide en parte con relatos similares que se dieron en Alemania, que datan de 1766, y en Italia, en 1876, donde señalan que la Chasselas en algunos casos, se relacionan erróneamente con nombres de uvas pasas.

Para tratar de esclarecer este tema, debemos trasladarnos a finales de la década de los cuarentas, y revisar los inventarios del departamento de enología y viticultura, dependiente en esos años del Ministerio de Agricultura. Entre líneas, se distinguen dos tipos de cepas, las nobles francesas, como Cabernet Sauvignon, Chardonnay, entre otras, y las “uvas de mérito” (textual), que son puestas en venta bajo la indicación de que son útiles en plantaciones de menor importancia, como fueron los parronales caseros, por ejemplo.

Dentro de las “menores”, la Chasselas rosada se recomienda comprarla al organismo estatal bajo la siguiente premisa: “da una buena pasa tipo Corinto”. Esto coincide con el relato de productores de Araucanía y Bío-Bío, quienes comentan que la uva Chasselas pasaba mayormente a desecación o la mesa. Al ser “tempranera”, sólo en algunos casos pasaba a vinificación, para hacer el llamado “vino colonial” (colonial no de la época, esta expresión se usa para definir vinos elaborados por colonos), que era una mezcla de cepas blancas, como Chasselas (Corinto), Moscatel, Torontel o Semillón. El clásico cultivo post llegada de los inmigrantes suizos a Chile.

Cabe destacar que el vino de Chasselas no se elaboraba todos los años, ya que al ser una cepa de maduración temprana, de bayas pequeñas y cargadora, generaba espacio anticipado en las pequeñas y precarias bodegas de los agricultores, los que debían darle prioridad a otras cepas de mayor rendimiento y venta. Por este motivo, el principal destino era, como se explicó anteriormente, la desecación y como uva de mesa.

Similar suerte corrió en Chile la cepa San Francisco, o Mollar de América, cuyo nulo interés en vinificarla le otorgó un carácter poco significativo, plantándose más que nada en parronales caseros, y comercializándose desecada bajo el nombre de Corinto Negra. Como bien podemos suponer, guardando nula relación con dicha cepa.

Finalmente, el sinónimo Corinto se instala como un estándar en cepas poco rentables. Y todo parece indicar que la Chasselas, como cepa blanca, cumplió lamentablemente con todas las características para ser considerada una cepa de menor importancia, siendo por descarte, la única que quedó registrada bajo ese nombre. Esta acción –que por lo demás fue muy espontanea– escapó al control y la mirada del aparataje técnico, quedando Corinto como un sinónimo arraigado en las profundidades del sur chileno.

Actualmente, la Chasselas-Corinto no vive el asfixiante éxtasis del rescatismo, más bien, se esconde bajo el silencioso amparo de productores que han encontrado algo particular en sus uvas. Vemos casos como del enólogo Camilo Viani (actual enólogo de viña Sutil), quien decidió ir con un monovarietal Chasselas con la línea Chilcas de VIA Wines; también Fabián Mora  con su primer Secano Chasselas 2016. Por otro lado, retomando las mezclas clásicas, encontramos a Marcelo Retamal, con De Martino y su Old Vine White que mezcla Moscatel y Corinto; Rodrigo Moraga, enólogo de Aynco Wines, con Amulén, una mezcla de Chasselas, Moscatel y Semillón; Roberto Henríquez, con Ribera del Notro Blanco, mezcla de Moscatel, Corinto y Semillón; y por último, Manuel “Cacique” Moraga, y su pintoresco Gutiflower, con Moscatel, Corinto y Torontel.

Estos productores, pueden ayudarnos a entender hoy en día el largo recorrido de esta cepa, y de paso, ayudarnos a reforzar la idea (que pocos parecen tener) de que el vino chileno tiene potencial y raíces firmes para convertirse en constructor de historias. Es cuestión de encontrar el espesor y el lugar adecuado.

Álvaro Tello es Comunicador Audiovisual y ex docente de Uniacc, con especialidad en post producción y efectos digitales. Escritor de vinos en blog Vinocracia.cl y editor de la guía de vinos Descorchados de Patricio Tapia.

 

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2 comentarios

  1. […] Amulén Old Field Blend, con sutiles notas florales en nariz,  dejaba una sensación en boca de plenitud, con una rica acidez y marcado retrogusto a levaduras.  Quedamos con Rodrigo en ir a conocer los viñedos, en Galvarino  cuando se diera la oportunidad, y así lo hicimos.  Llegamos  hasta allá, apenas unos kilómetros antes de Lautaro, justo para el momento de molienda de las uvas de Amulén 2017, y allí estaban en la pequeña bodega  forrada en  rústica madera, las pequeñas gamelas con  ínfimos racimos de Semillón, Chasselas, y Moscatel. De las tres uvas, la Chasselas resultó a mi gusto  la menos sabrosa,  más plana y también de piel más suave y fina. La Moscatel, por supuesto,  la más aromática y dulce;  la Semillón la de piel más gruesa y con más acidez.  Y allí estaban sus tres socios, en fin de semana,  llenando la  moderna prensa de canasto a mano,  dando vueltas  como antaño a su alrededor para prensar y en seguida ir colocando  maderos para ejercer más presión. Un trabajo chino la verdad que me hizo viajar al pasado, cuando en esta zona  los inmigrantes suizos trajeron la Chasselas, tal como nos cuenta Álvaro Tello en la 2da Parte de este especial. […]

  2. En cuanto a la relacion de los inmigrantes suizos en la araucania y la cepa chasselas desconosco como hicieron la relacion, tengo mis dudas.
    Puesto que la Agencia Gral de Inmigracin en Europa planeo entre 1883-1890 la introduccion del cultivo de viñas en ESPECIAL. a los inmigrantes de origen frances y mejor si eran cultivadores de vid.
    Se les entrego cepas que son las que todavia quedan en las ex-colonias.
    Estas viñas antiguas se ubicaban (de colonos) en las colonias de Quechereguas pero el grueso en manos de colonos franceses como Manseaud-Massicot-Sabelle-Carteau-Demur -Dalidet-Chabouty todos franceses y algunos suizos y alemanes como Wicki y Lindermayer en minoria.
    La otra colonia era de Choque-Choque con las viñas de colonos franceses Bonvallet-Lecerf-Morel.
    Colonia fundada en 1885.
    El 2019 saque una foto a la cepa Chasselas que mi tio Nestor Roa Morel me mostro en Choque.
    La colonia Quechereguas era una mezcla de mayor a menor de Suizos-Franceses en su mayoria y algo de alemanes y españoles.
    Pero los franceses dominaban el tema Viñas.Asi fue y asi se planifico,en estas colonias.
    En colonias de Ercilla-Dumo y Colo tb. fue multietnico.
    Pero la fama de las viñas en Malleco estaba en colonias nombradas.
    En Cautin el vino colonial era de Galvarino. (Suizos y Alemanes) y Lautaro con predominio frances.
    Un destacado cerca de la colonia Choque al norte de Traiguen era el colono frances Alberto Dufeu que tenia probablemente la viña mas grande de Malleco con enologo frances traido a pedido por la Agencia de colonizacion.
    Creo que el endoso a los suizos es un tipico error capitalino (lo digo sin ofender).
    Es probable que aparte de la Agencia que planifico no me cabe duda que mas de alguien Haya traido algo.Tengo otras razones para creer que si.

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