Publicación: 17 abril 2020

LO QUE NO SABÍAS DEL MALBEC

El 17 de abril se celebra en el mundo entero la cepa tinta Malbec o Cot. El sitio web argentino Vinomanos.com nos cuenta el por qué de la fecha y varios otros detalles curiosos sobre sus vinos llamados alguna vez Vinos negros de Cahors.

Publicado por primera vez en abril de 2018.

El sitio web argentino Vinomanos.com (del periodista  y escritor de vinos Joaquín Hidalgo junto al sommelier Alejandro Iglesias Malbec) reúne datos desconocidos sobre la cepa francesa que Argentina ha tomado como propia, con excelentes exponentes. Una interesante recopilación de información que en el día en la semana del Malbec, compartimos en WiP.

La historia del Malbec está llena de hechos curiosos, la mayoría muy conocidos, pero otros francamente fuera del radar. Una sola pregunta vale por toda esa afirmación: ¿existía un día para una variedad de uva antes de la celebración del Día Mundial del Malbec? No. Y si la hubo, no tuvo la trascendencia de este invento que nació en el corazón de Wines of Argentina allá por 2010. ¿A que no lo sabías? Prestá atención, hay bastante más.

Todo el mundo sabe que el Malbec es una variedad de uva originalmente francesa. Cultivada en la zona de Cahors, sin embargo, pocos saben que en el siglo XIV fue tal el apogeo de su comercio con Inglaterra que incluso convirtió a esta ciudad hoy de provincia en un bastión cultural. Algo como lo que sucede hoy con Mendoza. Así es la historia del Malbec.

Pero como pasa con todas las cosas, el Malbec no fue profeta en su tierraEnrique III es hombre clave en la consolidación de su prestigio. ¿Quién fue este rey y qué tiene que ver? Hacia el 1225 le prohibió a sus súbditos de Burdeos –entonces Aquitania en la actual Francia y Gran Bretaña, que eran entonces un mismo dominio– cobrar un impuesto sobre los vinos que descendían de Cahors rumbo al puerto de sobre el Thames, en Londres. ¿La razón? Dicen los historiadores –como Beezly o Unwin– que el vino era lo suficientemente bueno. Escribe Pablo Lacoste, historiador mendocino, reconstruyendo esta historia: “El vino de Cahors recibió atención especial de dos reyes ingleses. Si Enrique III lo situó bajo su protección personal, un siglo más tarde, Eduardo III se interesó en este producto y comenzó a llamarlo ‘Vino negro de Cahors’”. Con ese nombre llegaría a ser legendario.

Hubo un Zar del Malbec y se llamó Pedro El Grande (1672-1725). Cuenta la leyenda que así como la iglesia ortodoxa rusa usaba el Vino negro de Cahors en sus misas, por prescripción médica éste se curó una úlcera de estómago bebiendo el vino. Fue su hija Catalina, sin embargo, la que llevó la variedad hasta la actual Crimea, donde aún hoy se la cultiva con impactantes vistas al Mar Negro.

El vino de Cahors cayó en el olvido, sin embargo, a la sombra de otros que fueron prestigiados dentro de Francia. De hecho, uno de los máximos gourmets de la época, Grimod de la Reyniere, ni siquiera lo menciona en su lista de favoritos escrita poco después de la revolución francesa. Y eso que en Burdeos se cultivaron unas 40.000 hectáreas hasta la estocada final: la crisis de la filoxera en el siglo XIX y una helada masiva de 1956 que lo borró del mapa bordolés.

¿Entonces, cómo y cuándo llega a la Argentina?

La historia del Malbec local comenzó un 17 de abril. En el convulsionado año de 1853, el gobernador mendocino Pascual Segura y su ministro de Gobierno, Vicente Gil, presentaron a la legislatura el proyecto de hacer una Quinta Normal como las que tan buen resultado estaban dando en Chile. La idea original la había impulsado Domingo Faustino Sarmiento. Por eso el Día Mundial del Malbec se celebra en esa fecha.

Culpa de Napoléon III. Los primeros esquejes llegaron a Mendoza a lomo de mula desde Chile, donde ya se lo cultivaba con relativo éxito, de la mano de un viticultor francés llamado Miguel Amado Pouget (1821-1875). ¿Y Napoleón III? Ahí viene su parte: Pouget, egresado de la escuela de Horticultura de París, tuvo que exiliarse de Francia por razones políticas luego del Golpe de Estado que Napoleón III diera en 1851 y que lo convirtió en emperador. Por eso, en 1853, contratado por Pascual Segura y con la venia de Sarmiento, el francés cruza Los Andes con una incipiente cantidad de estacas de vid y el pescuezo sano. Como el Malbec, Pouget tampoco sería profeta en su tierra.

Falta de presupuesto. Como es habitual en la educación argentina, la Quinta Normal que abriera Pouget en 1853 debió cerrar en 1858 por falta de fondos. Pero así como la vid es tesonera, los hombres que la cultivan también: y mientras fue emperador Napoleón III, Pouget se quedó a divulgar sus conocimientos y propagó la vid en Mendoza hasta su muerte en 1875. El asunto clave es que, mientras la escuela languideció por falta de dinero, el empresariado cuyano empezó a despegar con sus vinos elaborados con uvas francesas. Ahí se funda el presente en la historia del Malbec.

La adaptación al desierto. Citemos a Lacoste, en su libro «Vinos a capa y espada» (2da edición): “es importante destacar el rol de los viticultores criollos en este proceso (de propagación del Malbec). Con su labor, ellos aseguraron que el Malbec estuviera sólidamente arraigado a Mendoza cuando se produjo la llegada del ferrocarril (1885) y cuando comenzaron a llegar masivamente los inmigrantes (a partir de 1901)”. Entre esos criollos claves estaba la familia González de Panquehua, en el norte de la ciudad. Según hemos podido reconstruir oralmente con varios agrónomos, buena parte de las poblaciones de Malbec que destacan hoy nacen en esas poblaciones plantadas en… Las Heras, donde ya nada queda de ese esplendor.

Dolly & Malbec. Claro que esas poblaciones con los años llegaron a conocerse al detalle. Y con la década del 2000 comenzaron una serie de estudios por aislar y multiplicar los mejores individuos de Malbec. En otras palabras, hacer varios clones de la variedad. Ese trabajo se llevó a cabo en diversos estamentos y ya hay clones disponibles comercialmente: algunos seleccionados por el Catena Institute of Wine, otros por el INTA y otros por la familia Biondolillo. Algo con lo que no podían siquiera soñar Pouget al traerlo o Catalina al plantarlo en Crimea.

¿Por qué funcionó el Malbec? Para el Censo Vitícola de 1968 la variedad ya ocupaba 47.470 hectáreas que, en el contexto nacional, representaba casi la mitad del encepado. La posta es que en la historia del Malbec la adaptación fue perfecta porque ofrecía buen color y maduración, además de sabor, sin resignar kilos. Los mismos motivos por los que la Bonarda también funcionó. Eso en el clima cálido del desierto. Y el dato del color es el trasfondo histórico: lo ponderaron los reyes Enrique y Eduardo, el zar Pedro El Grande y otros de su tiempo, llamándolo Vino Negro, razón por la cuál el Malbec destacó siempre su color violeta.

Otra vez, nadie es profeta en su tierra. Como dijo un filósofo, la historia se repite, sólo que esta vez no sería justamente una tragedia. Todo lo contrario con la historia del Malbec: había caído en una suerte de olvido para la década de 1980 y en 1990 quedaban unas 10 mil hectáreas. Fueron los paladares extranjeros quienes descubrieron su sabor singular, olvidado ya de Europa. Así, desde 1997, pero con fuerza a contar de 2002, el Malbec comenzó una arremetida exportadora que hoy lo lleva a unas saludables 40 mil hectáreas actuales. Con un plus: plantado en toda la Argentina, permite comparar las regiones en la medida en que modifican su sabor.

OTROS DATOS DE INTERÉS: La cepa tinta Malbec es originaria de la antigua provincia de Quercy, cerca de Cahors, donde es conocida como Côt. Surge de un cruce entre Magdeleine Noir de Charentes y la Prunelard. La primera es una variedad de uva de mesa muy divulgada durante el medievo, mientras que la segunda es una antigua variedad de Gaillac, donde todavía se la puede encontrar. En la web se puede leer que Malbek fue un destacado enólogo húngaro o francés, que habría escrito un importante trabajo sobre la variedad. La leyenda cuenta, que los franceses decían que no era Malbeck ni Malbec, sino mal bec, que significa mal pico o mal sabor en la boca; debido a que no tenían sabor redondo en la boca. Como fuera, un eslabón perdido en la historia es el por qué Côt pasó a llamarse Malbeck y luego Malbec a secas hacia mediados de la década de 1980, perdiendo la K, porque entonces no era letra importante.

 

 

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