Conoce  a Renán Cancino y su Viejo Almacén, en un viaje al Secano Profundo del Maule  junto a 25 sommeliers belgas, arrollados huasos, los primeros porotos granados del año y  sus excelentes primicias tintas 2017.

25 estudiantes de sommelier belgas han llegado de visita esta mañana a una pequeña casa esquina en la calle principal de Sauzal, en un pueblo de no más de 800 habitantes en lo profundo del Valle del Maule. Recién llegados del inverno europeo, en su mayoría estos chicos y chicas por sobre el metro setenta y cinco de estatura, están vestidos inmaculados con camisa celeste y pantalón azul. Junto a sus profesores desbordan la casa que en realidad -y por ello ya no es asombro para los tranquilos vecinos- es la humilde bodega de vinos de Renán Cancino, el Huaso de Sauzal. Antes en esa misma casa años atrás estaba el hogar y el viejo almacén de sus abuelos.

Mientras Renán les habla de sus vinos, los va sacando con una manguera desde sus diferentes barricas viejas.  Al grupo que está de viaje de estudios por los viñedos de Chile, le muestra su Garnacha 2017, un vino lleno de fruta roja vivaz, que nació del injerto de esta cepa tinta sobre un viejas parras de País, plantadas justo detrás de la casa. También les muestra su Carignan 2017, un vino más grueso y nervioso, también nacido del injerto sobre País del mismo campo. Al final les muestra su tercer y último vino, Chilena Huasa 2017, un País  brioso en su estructura y casi licoroso en su textura;  con leves notas a humo que Renán adjudica a los feroces incendios que azotaron la zona el verano pasado, y cuyas uvas compra a unos amigos en un sector más cercano a la costa dentro del mismo Valle del Maule. Para obtener la suavidad de sus taninos,  lo que no dejan de llamar por eso mismo nuestra atención, Renán destaca la importancia de despalillar sus racimos  a mano con la zaranda. “Hacer un País sin estructura o ligero lo acepto,  lo que no acepto es la astringencia”, dice.

Los belgas no hablan una gota de español;  tampoco beben gota del agua de la lleva. Renán, quien no habla una gota de inglés,  después de la degustación les llena las copas con agua mineral con gas. La particular visita, la más grande que haya recibido el Huaso de Sauzal  en su bodega, desde que comenzó a hacer vinos el año 2008,  se concretó luego de que él los visitara en Bélgica el año pasado gracias a una misión de negocios de ProChile junto a pequeños productores de cepas patrimoniales. En su escuela de hotelería, los mismos estudiantes de sommelier  les atendieron con un gran almuerzo, en perfecto maridaje  junto con los vinos chilenos.

Esta vez en Sauzal, sería Renán quien los recibió  junto a sus vinos con arrollado huaso y pan amasado para la entrada; prontos granados y ensalada chilena de plato principal,  y dulce de leche, muy parecido a un flan pero de sémola, para el postre.

Las cacerolas, platos, vasos y cubiertos  fueron  préstamo de la iglesia Evangélica de Sauzal; las sillas para todos, un préstamo de  los vecinos. El equipo en la cocina  lo lideró Sofía la señora de Renán. Los chicos con su vocación de servicio a flor de piel ayudaron a recoger platos, cubiertos. Tampoco dejaron  migas de pan en las paneras ni vino en las copas. A las 3.30 se fueron, con selfies y sonrisas que sabemos no van a borrarse en mucho tiempo.

Con el almacén ahora calma y su sombrero huaso aún puesto, Renan reflexiona sobre el cómo necesitamos vender Chile si es que queremos salir de los US$ 28  la caja, donde estamos dice pegados  hace 10 años . “No podemos hablar de cepas, dice, tenemos que hablar de lugares, de su cultura”.

Renán produce apenas 20.000 botellas al año, el negocio aún no  da para llegar al punto de equilibrio. Por eso sus innumerables asesorías vitíccolas por todo Chile. Cuando llegue a las 35.000 botellas vendidas  nos dice, se dedicará sólo  a hacer sus vinos. Pero esa tarea que no parece tan titánica no depone dice solo de él, sino del trabajo de los distribuidores. «¿Cómo vendes un vino de Chile en tiendas a US$ 30 (que es lo que van sus vinos aquí y afuera), explica,  si tienes al lado en la góndola uno de Francia bueno por US$ 10».

Su proyecto más importante para este año es ir junto a otros pequeños productores de vinos a RAW wine fair,  dedicada a vinos como los suyos (vinos naturales): cosechados a mano, sin levaduras, ni nutrientes, sin controles de temperatura en la bodega, sin agregar agua, sin agregar sulfuroso, con guarda en barricas viejas de madera. ¿Cómo llamar la atención de la gente como grupo, como bloque “Vinos de Chile?  se pregunta en voz alta.

Renán estudió agronomía en Concepción y su primer trabajo el año 1997 se lo dio el enólogo Claudio Barría en la Cooperativa Lomas de Cauquenes. Entonces, recuerda, le dijo a Barría que no sabía ni podar; Barría le contestó que él tampoco. Hoy cuando visitamos su viñedo en Sauzal nos habló de la importancia de arar el suelo como lo han hecho siempre en la zona del Secano. Para abrirlo y airearlo primero y sellarlo después, para así evitar que se evapore el agua… agua, divino tesoro que cae aquí solo en los meses de otoño e inverno, y que debe durar en el suelo hasta la cosecha de las uvas a inicios de otoño. También nos habla de la importancia de la Vega buena y la Vega mala. La buena es aquella zona baja del Secano que acumula mayor cantidad de agua de lluvia pero que tiene como desaguarse; la mala es la que no tiene cómo hacerlo. La viticultura y especialmente la del secano claramente es su pasión, más no por ello El Huaso le hace el quite a la enología; al arte de hacer sus vinos. Un arte que hace igual como lo hacía su tío  en Sauzal.

El cómo llegó a la decisión de guardar sus vinos en barricas viejas fue cosa del destino, y uno bien pesado. El primer vino se lo derramó el terremoto del 2010, el segundo, un Carignan  2011 se le avinagró en las tinajas de greda y que aun lo tiene guardado ahí  esperando que pasen 10 años, porque le dijeron que un buen vinagre solo puede serlo cuando pasa la década. “Las barricas viejas, dice, es lo mejor, lo más seguro, al menos para mis vinos”.

Mientras recorremos el pueblo de Sauzal  pasamos por delante de la Escuela. Su mamá fue por 36 años  allí profesora,  fue  la profesora de Renán cuando había más de 300 alumnos en toda la escuela. Hoy nos dicen  que no hay más de 56 niños  en todo el establecimiento. Con sus  cinco hijos el Huaso se han ido a vivir  a la más cercana ciudad de Talca, y  cada fin de semana parten todos, sí o sí,  a Sauzal. Aunque así sea,  ya no hay hoy duda de que  en Nueva York o Bélgica, Renán Cancino es el  Huaso de Sauzal, y no nos referimos al hombre que nada vestido de huaso, sino –como el mismo lo define- al  huaso que es del campo, que trabaja y ama su tierra.

Los vinos de El Viejo Almacén de Sauzal están a la venta en Santiago en Supermercados Diez, Santiago Wine Club y en Concepción en la  Cava del Pescador.  Contacto para venta directa a través del Face Book de Renán Cancino Huaso de Sauzal. E-mail: renancancinoa@gmail.como ustedes saben terminan los  gmail.